Falta de concentración: causas y 10 consejos para combatirla
Claves para ponerle límite a los problemas para concentrarse en el trabajo, en los estudios, etc.
Estamos
constantemente realizando acciones y tareas complejas que requieren de un alto
nivel de concentración. El ejercicio físico intenso, leer, trabajar o estudiar,
o incluso algo tan relativamente sencillo como seguir el hilo de una
conversación requieren que invirtamos nuestros recursos mentales en llevar a
cabo dicha acción. Pero a menudo nos encontramos con que por diferentes motivos
no somos capaces de ello. Perdemos el hilo.
Y es que hay
diferentes elementos que nos generan falta de concentración que
se nota en el rendimiento y en las tareas cotidianas. Veamos cómo reconocer
estos síntomas y qué hacer para superarlos.
La
concentración como capacidad mental
El concepto
de concentración no es precisamente novedoso ni desconocido. Todos nosotros
hemos utilizado el término más de una vez, sabemos a qué se refiere y que
tenemos esta capacidad en mayor o menor medida. Sin embargo, antes de empezar a
hablar de cuando nos falta, podría ser de utilidad hacer una breve descripción
de lo que entendemos como tal.
Se entiende
como concentración la habilidad o capacidad del ser humano (y de otras
especies) para focalizar sus recursos cognitivos en un estímulo o
acción, de tal manera que el resto del entorno queda desdibujado y
parcialmente desatendido a menos que alguna estimulación nos llame la atención.
Dicho de otra manera, se puede entender como una focalización de la atención
hace elementos concretos, seleccionando la estimulación y manteniéndola en
ella. Nos permite, como se ha mencionado en la introducción, seguir el hilo de
una tarea y llevarla a cabo con éxito.
En esta
habilidad tiene mucho que ver el grado de motivación con
respecto a lo que estemos haciendo: resulta mucho más fácil concentrarse cuando
queremos y nos gusta hacer lo que hacemos, cuando nos absorbe. De hecho,
existen conceptos, como el engagement, basados en ello.
Los
problemas por falta de concentración
Pero en más
de una ocasión podemos no ser capaces de mantener la atención o invertir
suficientes recursos mentales como para concentrarnos realmente en algo,
existiendo una falta de concentración. Esto a simple vista puede no parecer
especialmente grave, especialmente si tenemos en cuenta que vivimos en una
sociedad en la que por lo general se tienen cubiertas las necesidades más
básicas para la supervivencia, pero lo cierto es que puede representar un gran
problema y ser invalidante para llevar a cabo una acción de manera eficaz y
eficiente. Y puede tener repercusiones en diversas áreas.
Por ejemplo,
a nivel académico o laboral, nuestra capacidad de concentración
nos permite llevar a cabo las tareas que se nos demandan o registrar
debidamente lo que tenemos que hacer o mantener en la memoria. No ser capaces
de concentrarnos debidamente hará que necesitemos mucho más tiempo para
realizar cada acción, o incluso que no podamos hacerla en ese momento. Es algo
que en algún momento nos ha pasado a todos, pero que sí es muy habitual puede
generar un bajo rendimiento.
En casos más
extremos en el que el sujeto no fuera capaz de concentrarse en absoluto durante
mucho tiempo podría generar fracaso escolar, conflictos en el trabajo o en
casos extremos el despido.
A nivel
personal la falta de concentración se traduce también en pocas ganas de actuar.
Si queremos hacer algo pero a la mínima perdemos el hilo terminamos
por frustrarnos, y dejarlo para otro momento.
En lo que
respecta a las relaciones sociales, también puede generar algunas dificultades.
Si desconectamos de las conversaciones que están manteniendo con nosotros (cosa
que en general puede llegar a ser fácil de ver por el otro), la otra persona
puede tener la impresión de que no queremos o no nos interesamos por la
interacción, lo que puede generar malestar e incluso conflictos.
Pero tampoco
hace falta llevarlo al extremo. Todos nosotros tenemos a menudo algún
momento de falta de concentración, y aunque es vivido como algo negativo
por la mayoría, bajo determinadas condiciones podría incluso ser adaptativo:
básicamente nuestra mente nos está informando de que tenemos algo que nos
preocupa más en ese momento, o que nuestros recursos atencionales están bajos
en ese momento y necesitamos descansar. El hecho de que sea disfuncional se
debe principalmente a la necesidad de llevar a cabo las acciones en cuestión, y
puede depender de la situación.
Posibles
causas de los problemas para concentrarse
Como hemos
comentado todos tenemos de vez en cuando momentos en que nos falla la
concentración. En la mayoría de los casos no estamos hablando de un trastorno,
si bien en algunos trastornos y enfermedades sí que podemos encontrarnos ante
una falta de concentración continuada o repetitiva como síntoma. Veamos algunas
causas frecuentes.
1.
Distractores
Cuando
hacemos algo, no lo hacemos en el vacío. Estamos situados en un ambiente y
contexto determinado, en el que constantemente aparecen diferentes
estimulaciones que pueden llegar a interferir con nuestra actuación al
reclamar nuestra atención.
2.
Competencia de tareas
Hacer dos
cosas o más cosas a la vez, a menos que tengamos una de ellas muy automatizada,
es complicado. Aunque tenemos cierta capacidad de atención dividida,
concentrarse en algo requiere aplicar gran parte de nuestra atención en ello, y
la otra tarea puede ser distractora.
3.
Preocupaciones y pensamientos
Uno de los
distractores más frecuentes que suelen perjudicar nuestra concentración es la
existencia de pensamientos o preocupaciones que absorven nuestra atención y
dificultan mantener focalizada la atención en algo. Estos pensamientos
o preocupaciones pueden ser tanto importantes como banales.
4.
Cansancio
Se ha
comentado anteriormente, pero el cansancio es una de las causas más comunes de
falta de concentración. Nuestros recursos atencionales están agotados y
no podemos mantenerlos fijos en un elemento concreto. Se trata de una de las
causas más frecuentes de los problemas de concentración.
5.
Desmotivación
Si hacemos
algo que no nos gusta y preferiríamos estar haciendo otra cosa es más difícil
mantener la concentración. Y es que la motivación es un elemento muy importante
a la hora de mantener focalizados nuestros recursos atencionales.
6.
Ansiedad y malestar
Si nos
encontramos mal, estamos nerviosos o
acabamos de tener algún tipo de disgusto concentrarse continuamente puede ser
complicado, puesto que el propio malestar (además de las posibles
preocupaciones y pensamientos asociados) va a estar reclamando parte de la
atención del sujeto.
7.
Expansividad, alegría extrema y energía excesivas
Lo contrario
del punto anterior también puede dificultar mucho mantener la concentración. La
alegría que sentimos también demanda parte de atención, y a menos que lo que
estamos haciendo sea su fuente concentrarse en otras cosas se complica. Los
elevados niveles de energía pueden generar que la atención se dispare y se
mueva de un punto a otro, no pudiendo concentrarnos.
8.
Envejecimiento
Las
capacidades mentales como la memoria o la capacidad de concentración no son
siempre estables, sino que por norma general suelen ir disminuyendo
poco a poco con la edad. Estamos hablando de una pérdida normativa, no
siendo necesario que se padezca ningún tipo de demencia.
Algunas
maneras de ejercitar la capacidad atencional
La falta de
concentración puede ser molesta y causar diversos problemas en nuestro día a
día. Es por ello que entrenarla resulta muy aconsejable. Algunos maneras de
dificultar la falta de concentración o incluso fortalecer esta habilidad son
las siguientes.
1.
Practica ejercicio físico
La práctica
habitual de ejercicio y deporte contribuye en gran medida a mejorar la
capacidad de concentrarse, además de quemar energía y permitir que se
liberen endorfinas que nos harán sentirnos mejor.
2.
Duerme lo suficiente
Ya hemos
indicado antes que el cansancio es uno de los factores que provoca falta de
concentración en nuestros quehaceres. Es necesario que durmamos y descansemos
suficientemente como para poder recuperar nuestra energía y recursos.
3.
Desconecta
Vinculado al
punto anterior, encontramos la necesidad de desconectar puntualmente de
nuestros deberes, nuestro trabajo o estudios. Es necesario tener algo de tiempo
para uno mismo, sin estar siempre absorbido por una misma tarea. Si
no desconectamos nos acabaremos agotando, durmamos o no.
4.
No te rodees de distractores
El móvil, el
ordenador, la televisión, la gente hablando alrededor… Si tenemos mucha
capacidad de concentración tal vez no nos molesten, pero la mayoría de la gente
verá como su atención es captada por este tipo de distractores. Aunque no
suenen, su presencia permite derivar la atención (¿a alguien le suena ponerse a
mirar Facebook, WhatsApp o a navegar por internet aunque debería estar haciendo
ese trabajo que tiene que entregar la semana que viene?).
Tampoco
estamos diciendo que debamos aislarnos por completo para hacer algo, pero debemos
ser conscientes y no autoboicotearnos.
5.
Busca encontrar motivación en aquello que haces
Establecerse
metas que realmente nos motiven y vincularlas a lo que se está haciendo
facilita mantener la concentración. Si lo que estamos haciendo no nos motiva,
podemos intentar darle un sentido vinculándolo a nuestro día a día o
establecerlo como un paso necesario para alcanzar dicha meta.
6.
Practica meditación
La
meditación se ha mostrado efectiva en la estimulación de la capacidad
atencional, además de ser una práctica que permite relajarnos y
visualizar las cosas de una manera más objetiva.
7.
Una cosa a la vez
Ocuparnos de
varias cosas dificulta mantener la atención en una y lleva a la falta de
concentración. Organizarse y dedicarse a una única tarea facilita
mantener el foco en lo que hacemos.
8.
El dónde es importante
Llevar a
cabo cada acción en un contexto que la facilita es de gran ayuda. Estudiar en
la cama, por ejemplo, hace que sea más fácil dormirte haciendo algo (y a su
vez, que cuando toca dormir nos resulte más complicado hacerlo) mientras que
trabajar en un escritorio facilita trabajar con un ordenador, escribir
o leer. Las condiciones de luz y sonido también son importantes.
9.
Lee y escribe
Leer y
escribir son acciones que, aunque una vez hemos aprendido nos pueden parecer
sencillos, suelen requerir elevadas dosis de concentración. Especialmente si lo
hacemos a mano. Además, estructurar un discurso para expresar lo que queramos
expresar nos fuerza a centrarnos en buscar una manera de hacerlo.
10.
Crea un planning
Una forma de
fortalecer la concentración, así como la capacidad de disciplina, es la de
elaborar un planning que tenga en cuenta lo que vamos a hacer. En este planning
debemos incorporar no solo lo que tenemos que hacer, sino también
periodos de descanso. Ahora bien, es importante que el planning sea
realista pues de lo contrario puede generar desmotivación.
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