Así es el miedo a no tener el control (de uno mismo o de las relaciones)
Dentro de
nuestra naturaleza como seres humanos, se encuentra la necesidad de
sentir que tenemos nuestra vida bajo control. Esta sensación nos ayuda a
sentirnos seguros y favorece el bienestar psicológico.
No obstante,
cuando esta necesidad de control se convierte en una urgencia o en una
condición esencial para nuestra tranquilidad, puede llegar a causar estragos
tanto en nuestras relaciones personales, como en nuestra vida laboral y en la
calidad de vida en general.
¿Qué
se entiende por necesidad de tener el control?
Para poder
saber qué siente una persona con miedo a no tener en control primero
debemos conocer cuál es la necesidad de control y qué implicaciones
psicológicas tiene.
Por
“necesidad de control” entendemos la necesidad de la persona de entender aquello
que le rodea para poder ejercer un efecto o poder sobre este. Así como la
urgencia que siente de determinar una serie de resultados o consecuencias antes
de que estas ocurran.
En los casos
en los que esta sensación de control se ve amenazada bien por el azar,
porque la situación no depende de la persona o porque son otros los que toman
las decisiones, es posible que la persona experimente una serie de emociones
negativas como frustración y enfado, que le obliguen a llevar a cabo conductas
de dominación, extorsión o crítica.
En estos
casos se pone en marcha un mecanismo conocido como “motivación de control”.
Conducida por la motivación de control, la persona puede llegar a reaccionar de
dos maneras diferentes: por una parte puede aparecer una reactancia psicológica,
mediante la cual la persona aún hace mayores esfuerzos por intentar controlar
una situación incontrolable; o bien se puede generar un sentimiento de
indefensión en la que lo intentos de dominar desaparezcan.
Aunque
generalmente la tendencia a planificar las cosas o prepararlas con antelación
son consideradas como positivas y realmente eficaces para la consecución de
nuestros objetivos, cuando esta tendencia se lleva al extremo y se convierte en
necesidad puede llegar a interferir en nuestra vida diaria.
¿Cuál
es la causa de este temor?
El exceso de
necesidad de control suele venir causado por el propio miedo a no tenerlo.
Aunque todavía no se han determinado las causas exactas de este temor a no
tener el control existen algunas teorías que lo relacionan con la
personalidad o con la vivencia de eventos traumáticos en el pasado.
Un de estas
teorías hipotetiza que en muchas ocasiones bajo el miedo a no tener el dominio
de la situación se encuentra un temor irracional a estar a merced de
otras personas. La causa de este pavor ante la idea de depender de otros
puede tener su origen en eventos traumáticos en los que la persona se sentía
indefensa o vulnerable.
Experiencias
pasadas de abuso, abandono o negligencia pueden favorecer que la persona
busque, de manera desproporcionada, recuperar la sensación de que todo en su
vida está bajo control.
No obstante,
existen varios factores que pueden tener un papel importante a la hora de
influir en la necesidad de control de la persona, favoreciendo que este se
acentúe de manera desmesurada. Estos factores son:
·
Experiencias vitales traumáticas o de abuso.
·
Falta de confianza.
·
Ansiedad.
·
Miedo al abandono.
·
Creencias y valores de la persona.
·
Perfeccionismo.
·
Miedo al fracaso.
·
Miedo a experimentar emociones negativas o
dolorosas.
¿Cómo
son las personas con alta necesidad de control?
Aunque a
primera vista las personas con miedo a perder el control de sus vidas, o que
simplemente tengan la necesidad constante de sentir que lo tienen, tienden a
parecer personas fuertes y seguras; la realidad es que tras esta apariencia se
esconde cierta fragilidad, así como una gran vulnerabilidad ante la idea o
el temor a que existan ciertas cosas que no se pueden controlar,
que ocurren al margen de lo que uno desea.
Las personas
con tendencia a controlar todo lo que le rodean experimentan un gran temor a la
aparición de eventos repentinos e imprevistos, puesto que su capacidad de ser
espontáneos o improvisar no está bien desarrollada.
Además, otra
de las características que definen a estas personas es la sensación de que el
resto dependen de su capacidad de gestionar los acontecimientos que van
ocurriendo en el día a día. Por lo que este sentimiento de responsabilidad
puede llegar a convertirse en un potente estresor.
¿Qué
tipos de control existen?
Existen
innumerables formas en las que las personas pueden intentar tomar el control
tanto de su entorno como de otras personas. Estas personas ejercen una especie
de dominio en sus relaciones íntimas, en el entorno familiar, laboral o
social.
1.
Necesidad de control sobre uno mismo
Cuando la
persona experimenta un miedo excesivo a no tener el control de su vida,
puede llevar a cabo las siguientes conductas:
·
Ejercicio compulsivo.
·
Limpieza o aseo compulsivo.
·
Autolesiones.
·
Abuso de sustancias.
2.
Necesidad de control sobre los otros
Algunos
ejemplos de conductas que ejercen estas personas son:
·
Control de las actividades de la
pareja.
·
Revisión de elementos personales como el teléfono o
las redes sociales de otra persona.
·
Impedir que otra persona hable o se relacione con
familiares o amigos.
·
Gaslighting.
·
Conductas deshonestas con terceros.
·
Paternidad sobreprotectora.
·
Abuso físico, sexual o emocional.
·
Conductas de intimidación o burla.
¿Cómo
puede ayudar la psicoterapia?
Abordar los
problemas de control desde la psicoterapia implica descubrir a la persona la
existencia de una gran necesidad de control en ella. Este punto resulta
sumamente complicado, ya que en la mayoría de ocasiones el paciente no
es capaz de percibir esta necesidad de dominio o poder.
Durante la
terapia, el paciente y el psicólogo trabajan unidos con la finalidad de abordar
el miedo subyacente a esta necesidad. Así como las emociones asociadas a esta,
tales como ansiedad, creando una serie de estrategias de afrontamiento útiles
cuando estas aparezcan.
Este proceso
en el que se trabaja la autoconciencia del paciente puede ayudar a que este
renuncie a la necesidad de control.
La
psicoterapia cognitiva puede ayudar a la persona a identificar la verdadera
causa de la necesidad de control: la autoprotección. La inestabilidad
emocional y la falta de opciones o autonomía pueden llevar a una
persona a buscar control sobre otros aspectos de la vida. Reconocer y abordar
esta fuente de malestar le ayudará a desarrollar la autocompasión y aceptar esa
parte del yo que necesita protección
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