El Optimismo
Imagínese
que Ud. tuviera poderes para ser un hada madrina y le pudiera dar a sus
ahijados el don del optimismo o del pesimismo, ¿cuál de éstos cree que otorgaría
con más frecuencia? O si usted mismo pudiera escoger entre ser pesimista y ser
optimista, ¿qué preferiría? Probablemente la mayoría de nosotros diríamos que
el optimismo. Casi todos sabemos que éste es algo deseable, pero ¿por qué?
A veces lo que sabemos de manera intuitiva y lo que nos dice la
ciencia son dos cosas diferentes. Pero en el caso del optimismo, la sabiduría
popular y la psicología científica coinciden en que hay diferencias importantes
entre las personas optimistas y las pesimistas, y que en general es mejor ser
optimista, tal como lo señalan C. Carver y M. Scheier (2005), dos de los
investigadores más importantes sobre el tema.
El optimismo
tiene que ver con nuestras expectativas sobre el futuro y con nuestras metas.
Las personas optimistas esperan que les sucedan cosas buenas, mientras que los
pesimistas esperan que les pasen cosas malas.
A veces
pensamos que ser optimista simplemente consiste en “pensar positivamente” o
“visualizar cosas buenas”, como si el sólo imaginar o desear los
acontecimientos fuera suficiente para que sucedan, Pero no es así. Las
investigaciones nos indican que el optimismo no se trata solamente de una forma
de pensar, sino de cómo traducimos estos pensamientos a la acción, de los pasos
que tomamos activamente y de cómo nos comportamos, especialmente ante la
adversidad. Los optimistas piensan que la adversidad se puede manejar
exitosamente, y por eso se enfrenta a los retos con confianza y perseverancia.
Los pesimistas esperan lo peor, temen un desastre y por eso tienden a dudar y
evitan actuar ante los retos. Esta diferencia es muy importante y tiene
repercusiones en muchos ámbitos, como el manejo del estrés y la salud.
Se han
estudiado diversos grupos de personas que se enfrentan a situaciones muy
difíciles y se ha encontrado que el optimismo juega un papel importante en la
manera en que se desenvuelven.
Hay investigaciones que indican que las personas que tienen más
optimismo ante el diagnóstico de una enfermedad seria o antes de un
procedimiento médico complejo, tienden a presentar menos sufrimiento emocional
a lo largo del proceso e incluso años después (por ej. las mujeres con cáncer
de seno o las parejas que viven una fecundación in vitro infructuosa). Un
estudio que ilustra especialmente bien las ventajas del optimismo es el
realizado por Carver y Scheier (1995) con un grupo de hombres a quienes iban a
operar del corazón (by- pass coronario). Se midieron sus niveles de
optimismo-pesimismo antes de la cirugía y se observó que en la víspera de la
operación, los optimistas mostraban menos hostilidad y depresión. Una semana
después del by-pass, los optimistas se mostraban más contentos y satisfechos
con su cuidado médico y con el apoyo de sus amigos. Seis meses después de la
operación, los optimistas mostraban una mejor calidad de vida. Ésta se mantuvo
5 años más tarde y se vió que los optimistas hacían más ejercicio, tomaban
vitaminas, comían alimentos bajos en grasas y participaban en un programa
de rehabilitación cardiaca. Es decir, los pacientes optimistas estaban
involucrados de manera activa con su salud, hacían más cosas para mantenerse
saludables.
El optimismo
tiene un efecto positivo no sólo en los enfermos sino en quienes cuidan de
ellos. Se han estudiado cuidadores de pacientes con enfermedades crónicas o
terminales y de pacientes con Alzheimer ́s y se ha encontrado que los
cuidadores con mayores índices de optimismo presentan menos depresión y tienen
mejor salud física que los pesimistas. Estas investigaciones sugieren que el
optimismo no sólo tiende a protegernos ante la adversidad, sino que también
puede promover el bienestar.
¿Cuál es la diferencia entre el optimismo y el pesimismo?
Ser optimista
no significa simplemente esperar lo mejor y olvidarse del asunto, o no pensar
en los problemas o en sólo tener “pensamientos positi- vos”. Lo que los
investigadores han encontrado es que el optimismo y el pesimismo representan
estrategias diferentes para enfrentarse a la adversidad. La gente que tiene
confianza respecto al futuro se esfuerza y se involucra en las situaciones, aún
ante circunstancias difíciles. Las personas que tienen más dudas sobre el
futuro tienden a evadir la adversidad o a darse por vencidas.
Se han
identificado claramente las estrategias de las personas optimistas:
• Enfocarse en
las metas
•Enfrentar el problema
•Enfrentar el problema
• Verle el lado
positivo (dentro de lo posible)
• Aceptar la
realidad
• Planear cómo
enfrentarla.
Mientras que el
pesimismo se caracteriza por el abandono de las metas, la negación, y el no
enfrentar el problema o el reto. Es interesante mencionar que se ha encontrado
que el pesimismo se correlaciona con el abuso de sustancias y del alcohol, como
una forma de evadir las situaciones difíciles en vez de enfrentarlas.
¿Podemos
aprender a ser más optimistas? Hay ciertos datos que sugieren un componente
genético, que hay gente “naturalmente” inclinada al optimismo y que éste
en general se mantiene estable en diferentes circunstancias y a lo largo de la
vida. Otros estudios apuntan a que las experiencias tempranas tienen que ver
con el desarrollo del optimismo, especialmente el tener una vinculación
significativa y segura con un adulto durante la infancia. Sin embargo, también
hay evidencia de que el optimismo y el pesimismo se pueden modificar.
El Dr. Martin
Seligman, uno de los fundadores de la psicología positiva, y su equipo en la
Universidad de Pensilvania, han desarrollado un método llamado ABCDE para ser
más optimistas (Seligman, 1992, Reivich & Shatte, 2003). Está basado en la
idea de que nuestra forma de pensar afecta cómo nos sentimos y cómo decidimos
comportarnos. Se trata un ejercicio por escrito que consiste en:
A ADVERSIDAD Describir una
experiencia adversa que hayamos tenido recientemente. Escribir qué sucedió,
cuándo, dónde y con quiénes, tratar de ser lo más objetivo posible.
B CREENCIAS (del inglés
Beliefs) Escribir qué nos decíamos a nosotros mismos durante el evento adverso,
cuáles eran nuestras ideas en ese momento.
C CONSECUENCIAS ¿Cuáles
fueron las consecuencias de pensar de esa manera?
D DISPUTA Cuestionar esas
creencias, encontrar y escribir evidencia que contradiga la creencia negativa o
la ponga en perspectiva.
E ENERGÍA ¿Cómo cambia
nuestra sensación de energía al hacer estos pasos, especialmente al disputar
nuestras propias creencias negativas?
En resumen, el
optimismo ayuda a la gente a sufrir menos ante la adversidad, a manejar las
situaciones difíciles de manera constructiva y a tomar los pasos necesarios
para lograr un futuro mejor. El pesimismo, en contraste, lleva a la gente a
desarrollar patrones auto-destructivos.
Obviamente no
siempre se puede ser siempre optimista, hay situaciones en las que sería ingenuo
o inapropiado serlo. Incluso algunos autores hablan de que el pesimismo a veces
tiene sus ventajas. Yo estoy de acuerdo con el Dr. Christopher Peterson, uno de
los investigadores más importantes de la Psicología Positiva, quien dice que no
se trata de tener un “optimismo ciego”, sino un optimismo flexible, porque que
hay mucha evidencia que claramente señala que, en general, es mejor tener una
postura optimista que pesimista. Practiquemos el ser más optimistas y
descubramos qué impacto tiene en nuestra vida.
Original tomado de :http://positivamente.com.mx/el-optimismo/
Original tomado de :http://positivamente.com.mx/el-optimismo/