EL
CONCEPTO DE IDENTIDAD
El concepto de identidad es fundamental para comprender la
situación intercultural. Utilizado en otro tiempo, principalmente desde un
punto de vista psicológico, aparece hoy por todas partes y para explicar las
situaciones más diversas.
El particular interés que ha adquirido la noción de
identidad a partir de 1950, refleja las preocupaciones del mundo moderno. Esta
noción se ha impuesto a causa de los importantes cambios culturales provocados
por las profundas modificaciones en la sociedad. La globalización de la
economía, el establecimiento de un modelo económico único que funciona sobre
los principios de racionalidad y de eficacia y la introducción de nuevas
tecnologías y de medios de comunicación son el origen de grandes cambios en las
sociedades actuales. Se han enlazado el éxodo rural y las transformaciones
urbanas que han dado lugar a grandes ciudades donde es difícil conservar los
lazos sociales; el desempleo y los cambios en la concepción del trabajo; las
reivindicaciones regionales; la inmigración masiva; las transformaciones en los
roles sexuales.
Esta evolución ha alcanzado a la identidad individual y
colectiva y ha provocado efectos psicológicos, sociales y políticos concretos.
La sociedad occidental ha pasado de una forma comunitaria a otra en la cual el
individuo es el centro. El individualismo es uno de los cambios más importantes
de nuestra época.
La construcción de la identidad individual constituye un
trabajo laborioso que se va volviendo complejo. Antiguamente la alternativa de
comportamientos era menos amplia y las reglas de conductas eran más claras -y
más rígidas-. Hoy en día cada persona dispone de muchas posibilidades: una
relación de pareja, por ejemplo, puede estar institucionalizada por el
matrimonio o tomar la forma de una simple vida en común. Sin embargo, el
individuo se encuentra relativamente solo frente a estas múltiples
posibilidades.
Identidad de los
inmigrantes, identidad catalana o madrileña, repliegue de la identidad, defensa
de la identidad, identidad pura o no pura, …: es probable que este tipo de
expresiones lleguen a ser cada vez más familiares puesto que vivimos un período
de grandes cambios, incluyendo el tema de la identidad
¿QUÉ ES LA IDENTIDAD?
La identidad (como en "documento de identidad") es
un conjunto articulado de rasgos específicos de un individuo o de un grupo:
hombre, 35 años, español, 1,75 m de altura, 70 Kg. de peso, cabellos castaños,
católico, empleado de banca, casado, padre de familia…
La identidad
constituye también un sistema de símbolos y de valores que permite afrontar
diferentes situaciones cotidianas. Opera como un filtro que ayuda a
decodificarlas, a comprenderlas para que después funcione.
Esto explica que frente a tal situación, un individuo, con
sus valores y su modo de pensar, de sentir y de actuar reaccionará
probablemente de una manera definida. Para esto se cuenta con un repertorio de
formas de pensar, de sentir y de actuar que, en un momento dado, se puede
combinar. Este repertorio está en constante recreación.
CARACTERÍSTICAS DE LA IDENTIDAD
La identidad es compuesta
Cada cultura y cada subcultura transportan valores e
indicadores de acciones, de pensamientos y de sentimientos. A ejemplo de la
cultura, la identidad está, a menudo, relacionada con grandes corrientes
culturales y también limitada a ellas: la procedencia territorial, el color de
la piel, la religión… Se habla de un turco, de un italiano, de un negro, de un
musulmán… De este modo, la influencia de la pertenencia a subconjuntos
culturales sobre la estructura de la identidad está descartada. Estos
subconjuntos pueden ser la clase social, la profesión, el sexo, el origen
(urbano/campesino), las diferentes formas que pueden tener una religión, etc.
La identidad es la
síntesis que cada uno hace de los valores y de los indicadores de
comportamientos transmitidos por los diferentes medios a los que pertenece.
Integra esos valores y esas prescripciones según sus características
individuales y su propia trayectoria de vida. El extranjero integra a su
identidad su estatus de inmigrante o de refugiado político y los cambios
culturales que él ha vivido durante su estancia en el país de acogida.
La identidad es dinámica
"Soy yo",
responderá una persona a la que se pregunta lo que representa su identidad;
llevándola más lejos en su razonamiento dirá: "es lo que en mí permanece
igual". La permanencia aparece, efectivamente, como la característica más
evidente de la identidad. Ésta está ligada a elementos que se repiten
continuamente y que nos parecen permanentes: "soy así", "soy
siempre la misma persona". Se confunde, de este modo, la identidad con lo
que, en una persona, es inmutable.
Este punto de vista
no es totalmente erróneo pero los comportamientos, las ideas y los sentimientos
cambian según las transformaciones del contexto familiar, institucional y
social en el cual vivimos.
Cambiamos con la edad, cuando envejece nuestro
cuerpo, si pasamos del estatus de trabajador al de parado, incluso cuando
cambiamos de estatus profesional, dentro de una misma institución. La identidad
es una estructura dinámica. Está en continua evolución. En definitiva, nuestra
identidad es constante a la vez que cambiante, en el transcurso de nuestra
vida.
La base de la experiencia emocional de la identidad proviene
de la capacidad del individuo de seguir sintiéndose el mismo a través de los
cambios continuos. Un proceso de articulación permanente de lo nuevo con lo
antiguo debe tener lugar, de tal manera que lo nuevo sea percibido como
teniendo una relación aceptada con lo que ya existía antes. Integrando lo nuevo
en lo mismo hay un cambio en la continuidad. El sentimiento de identidad
permanece en tanto que el sujeto consigue dar a la alteración el sentido de
continuidad.
La adolescencia es un buen ejemplo. Los cambios que se
producen en esta etapa de la vida son tan fuertes, profundos y visibles que
todos los seres humanos tienen más o menos dificultades para pasar este
escollo. Las dificultades acaban cuando el joven llega a reconocerse como la
misma persona, aunque diferente.
La identidad es dialéctica
La construcción de la identidad no es un trabajo solitario e
individual. Se modifica en el encuentro con el Otro, cuya mirada tiene un efecto
sobre ella. La identidad se sitúa siempre en un juego de influencias con los
otros: "estoy influido por la identidad del Otro y mi identidad influye en
la suya".
En un constante movimiento de ida y vuelta, los otros me definen
y yo me defino con relación a ellos. Estas mutuas definiciones revisten la vía
de señales con mensajes verbales y no verbales, como la elección de un vestido
o de un peinado.
Incluso cuando el
Otro no mira, siempre hay una interacción, que se produce en el interior de un
contexto, influyendo la relación con el Otro, entre dos personas o dos
comunidades diferentes. Es importante definir cada vez el contexto en el cual
se produce un encuentro: con el mismo joven, la interacción será diferente si
se produce en la piscina, en casa de sus padres o en la escuela, y si el joven
está solo o en grupo; una persona española desarrollará una relación diferente
con otra española si se encuentran en España o en el extranjero; el encuentro
entre la comunidad inmigrante italiana y la comunidad belga era diferente antes
de la entrada de Italia a la Comunidad Europea
En realidad, la
pregunta es menos "¿quién soy?" como "¿quién soy yo en relación
a los otros?" y "¿qué son los otros en relación a mí?".
FUNCIONES
DE LA IDENTIDAD
La identidad es el centro de dos acciones indispensables
para el equilibrio psíquico de la persona. La primera consiste en darse una
imagen positiva de sí misma; la segunda, adaptarse al entorno donde vive la
persona. Es lo que se denomina funciones de la identidad: una función de
valoración de sí mismo y una función de adaptación.
La función de valoración de sí mismo es la búsqueda que guía
a todo ser humano a tener sentido y significación: busca tener una imagen
positiva de sí mismo, a llegar a ser una persona de valor, a creerse capaz de
actuar sobre los acontecimientos y sobre las cosas.
La función de adaptación consiste en la modificación de la
identidad con vistas a una integración al medio. El individuo adapta algunos
rasgos de su identidad, asegurando una continuidad. Se trata de la capacidad de
los seres humanos de tener consigo su identidad y de manipularla, de su
capacidad de cambiar sin perder la sensación de seguir siendo ellos mismos.
En algunas circunstancias esto es evidente: el medio donde
vive devuelve una imagen positiva de sí mismo; se siente bien ahí y se conocen
los códigos que ahí funcionan. En otras situaciones, especialmente en la
inmigración, la tarea se vuelve más complicada, como para cualquiera que vive
una situación de desvalorización de forma prolongada.
Para el inmigrante la complicación se acentúa: no conoce
todos los códigos de adaptación y a pesar de ello tiene necesidad de ser
reconocido en lo que es, es decir, en "su" cultura -su propia manera
de haber integrado las diferentes culturas y subculturas que en él convergen-,
desconocida a menudo por los demás. Debe ser puesto en marcha un constante
esfuerzo de reconocimiento, al mismo tiempo que las estrategias de adaptación a
la nueva situación, aunque esté desvalorizada. Está negociando constantemente
su identidad.
Original tomado de:http://www.fuhem.es/ecosocial/dossier-intercultural/contenido/9%20EL%20CONCEPTO%20DE%20IDENTIDAD.pdf