Las
7 secuelas de las víctimas de violencia de género
Varias señales
físicas y psicológicas se arrastran tras vivir una situación así.
Mucho se ha
debatido sobre la violencia de género en estos últimos días con motivo del Día
internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, celebrado el 25 de noviembre. A través de este artículo queremos
transmitir de forma sencilla algunas de las secuelas psicológicas que sufren
las víctimas de violencia de género,
sin atrevernos a afirmar que existe un perfil psicológico de mujer que sufre
maltrato, pero sí teniendo en cuenta que existen una serie de secuelas o
consecuencias psicológicas que se repiten en muchas de las mujeres que han
padecido esta violencia.
Las mujeres
víctimas de violencia de género padecen unos daños específicos de la situación
de maltrato, que suelen aparecer de forma habitual en todas las víctimas, pero
debemos resaltar la heterogeneidad de las personas y remarcar que cada
situación entraña matices diferentes y, por lo tanto, las secuelas que vamos a
explicar a continuación no se presentarán en todas las víctimas con la misma
intensidad ni de la misma manera.
Los
4 tipos de secuelas en víctimas de violencia de género
Vamos a
clasificar las consecuencias que sufren las víctimas de violencia de género en
cuatro bloques:
·
Secuelas emocionales y afectivas: son las relacionadas con la autoestima de la víctima, sus emociones y
sentimientos.
·
Secuelas cognitivas: suelen destacar los problemas de concentración, las pérdidas de
memoria, la dificultad para pensar en el futuro y planificar o imaginar el
futuro, la confusión, etcétera.
·
Secuelas conductuales: reducción de conductas de interacción social (dar y recibir),
dificultades para comunicarse, problemas al negociar, etcétera.
·
Secuelas físicas: morados y lesiones, agotamiento físico, dolor generalizado en el
cuerpo, etcétera.
Sin embargo,
en este artículo nos vamos a dedicar a explicar las consecuencias emocionales y
afectivas que sufren las mujeres víctimas de violencia machista, ya que a
menudo son las más difíciles de detectar y las que suponen una de las múltiples
dianas de intervención fundamentales de cara al tratamiento psicológico.
Secuelas
emocionales y afectivas en víctimas de violencia de género
Aunque
pueden presentarse múltiples síntomas a nivel psicológico-afectivo, nos vamos a
centrar en las 7 secuelas emocionales más frecuentes.
1.
Baja autoestima, problemas de identidad y autoimagen distorsionada
la visión
que tienen de ellas mismas está totalmente distorsionada hacia lo negativo. Es
frecuente que duden de sus propias capacidades y posibilidades, refieren que
son una persona totalmente distinta a la que eran al empezar la relación
tóxica. En general, se perciben sin recursos, desamparadas y sin las
habilidades necesarias para responsabilizarse de sus vidas. Minimizan sus
capacidades y habilidades, y maximizan las probabilidades de equivocarse y de
“fracasar”.
Les cuesta
fiarse de su intuición (pensemos que durante un tiempo se les ha hecho dudar de
sí mismas de forma permanente, pensando
que no tienen razón o que lo que piensan o dicen es absurdo y que están
equivocadas), por lo que pueden llegar a depender mucho de las opiniones
externas.
2.
Sentimientos de culpa y mucho miedo
Estos
sentimientos surgen a raíz de los mensajes de culpabilización constante que han
recibido por parte del agresor. Se sienten
culpables por todo, aunque aparentemente no tenga nada que ver con ellas.
Piensan que no son buenas como persona (si tienen hijos, pueden llegar a pensar
que son una mala madre). La culpa que sienten las suele paralizar y no les
permite mirar hacia adelante y avanzar. A raíz de las amenazas del agresor
desarrollan tensión constante, hipervigilancia y miedo.
3.
Aislamiento emocional
A raíz del
aislamiento social que provoca el agresor, la víctima siente que está
totalmente sola y que nadie puede entender lo que le sucede. Creen que no pueden confiar en nadie y que, por tanto, nadie las puede
ayudar. Paralelamente, dependen cada vez más del agresor. También pueden llegar
a creer que lo que están viviendo solamente les sucede a ellas y que nadie las
comprendería.
4.
Dificultad para reconocer y expresar emociones
Debido a la
situación de control absoluto por parte del agresor, se produce una negación de
sentimientos y de emociones propias de la víctima. Ellas piensan que sus sentimientos no tienen importancia, que están
exagerando o que están equivocadas (desconfían de sus propios sentimientos). De
esta manera, suelen optar por esconder sus emociones.
A menudo
pueden mostrar rabia mal canalizada: pensemos que la víctima tiene que ser
capaz de controlar todas sus emociones para no “irritar” al agresor. Esto
provoca un caldo de cultivo perfecto para que más adelante la mujer exprese sus
sentimientos de una manera más descontrolada. A veces la rabia contenida va
dirigida contra ellas mismas.
5.
Trastorno de estrés postraumático o sintomatología afín
Estas
mujeres están viviendo o han vivido situaciones muy difíciles y estresantes,
traumas recurrentes en muchos casos, por lo que pueden surgir síntomas típicos
del TEPT (ansiedad, pesadillas, depresión,
hipervigilancia, embotamiento emocional, irritabilidad, ideas de suicidio,
insomnio, respuestas emocionales exageradas…).
6.
Sentimientos de haber traicionado al agresor
Por haber
denunciado, por separarse o por habérselo explicado a otra persona. Sienten que traicionan a su pareja. Este sería uno de los elementos
que llevarían a muchas mujeres víctimas de violencia de género a retirar sus
denuncias. Se sienten culpables por hablar mal de él, aunque estén en
definitiva explicando lo sucedido. Además, las mujeres que han sido víctimas de
violencia de género durante largo tiempo pueden llegar a integrar ideas y
mensajes que han ido recibiendo por parte del agresor. Se acaban convirtiendo
en lo que el agresor quiere que ella sea.
7.
Trastornos de apego
Es habitual
la dificultad para confiar en los demás, sienten que no son merecedoras de ser
queridas o de ser respetadas, mantienen
distancia con el entorno por miedo a volver a sufrir, perciben el entorno como
una amenaza…
Sobre todo
surge la ambivalencia afectiva: no se pueden dar “el lujo” de entregarse de
forma totalmente genuina y abierta a las personas que les muestran afecto, ya
que en el pasado lo hicieron y las consecuencias fueron nefastas. De alguna
manera se intentan proteger de futuras situaciones de violencia. Esta situación
de ambivalencia también se produce con el agresor, ya que en una de las partes
del ciclo de la violencia el agresor les pide perdón (luna de miel: sienten
cariño hacia él y lo perciben como alguien que es digno de ser querido) y en
las siguientes fases vuelven las fases de acumulación de tensión y explosión
(sienten odio hacia él).
Referencias bibliográficas:
·
Lorente Acosta, Miguel. (2009). Mi marido me pega
lo normal: agresión a la mujer. Realidades y mitos. Planeta: Barcelona.
·
Echeburúa, E., y De Corral, P. (1998). Manual de
violencia familiar. Siglo XXI de España: Madrid.
·
Colegio Oficial de la Psicología de Gipuzkoa
(2016). Manual de Atención Psicológica a víctimas de maltrato machista.
https://psicologiaymente.net/forense/secuelas-victimas-violencia-de-genero