El efecto que tienen en las niñas los juguetes sexistas
A edades muy tempranas, encasillar a las niñas en los juguetes "femeninos" puede ser perjudicial.
Durante
milenios, las sociedades han hecho que los niños y las niñas, esos miembros de
la humanidad que pertenecen a las nuevas generaciones, tengan claro cuál es su
género desde los primeros años de vida. Esto, entre otras cosas, se
hace a través de los estilos de juego y los juguetes.
Por ejemplo,
hasta mediados del siglo XX la mayoría de los juguetes indicaban en sus cajas
para cuál de los dos sexos estaba indicado el producto, algo que cambió con la
llegada de los feminismos de la segunda y tercera ola, entre los años 70 y los
90. Hoy, sin embargo, los juguetes siguen teniendo una fuerte carga de género.
Es natural asociar los muñecos de acción a los niños y los juegos de
cocinitas a las niñas, por ejemplo.
Pero...
¿hace esto que los juguetes sean sexistas? Puede ser que la existencia de esta
distinción de roles hacer que aparezca la desigualdad? Actualmente hay buenos
motivos para pensar que sí existen los juguetes sexistas, y que se
ceban especialmente con las niñas.
Los juguetes sexistas y la carga de género
El tipo de
juguetes que usan los niños y las niñas no obedece a una diferenciación causal.
En la gran mayoría de los casos, estos juegos son un reflejo de los
estereotipos de género. Por ejemplo, a las niñas se les regala juegos que
tratan sobre el cuidado de bebés, la importancia de la estética y de la imagen
personal, o las labores del hogar, mientras que a los niños se les regala
muñecos de acción y juegos que tienen que ver con lidiar con situaciones
imaginarias que, en caso de ser reales, darían miedo, serían violentas o darían
asco. Ahora bien... ¿esto es así porque existe una predisposición genética a
que siendo de un sexo determinado atraigan ciertos juegos y no otros, o se debe
todo al efecto de la cultura, lo que nos enseña la sociedad durante la
infancia?
Por lo que
se ha visto, existen pruebas de que parte de estas preferencias por juguetes
con una carga estereotipada de género se debe a factores biológicos, no
culturales. Por ejemplo, se ha visto que los pequeños de entre uno y dos años
de edad, una época en la que aún no se socializa en grupo, ya prefieren los
juguetes que se asocian a su género. Además, en casos de algunas enfermedades
que alteran los niveles hormonales de las niñas haciendo que estos sean más
"masculinos", las preferencias por los juguetes de estas
también viran más hacia lo masculino.
Sin
embargo, estas diferencias entre niños y niñas no tienen por qué ser
muy profundas.
La influencia del entorno
Hay que
tener en cuenta que en la mayoría de experimentos en los que se explora la
reacción de los pequeños ante juguetes que no se corresponden con su género, se
trabaja con juguetes concretos, con unas propiedades específicas. En estas
situaciones, los efectos de las diferencias hormonales, que son amplios, pueden
parecer muy concretas, y reforzar falsamente roles de género demasiado rígidos.
Por ejemplo,
que los niños prefieran jugar con muñecos de acción no quiere decir que sientan
atracción por esa categoría de entretenimiento que llamamos
"muñecos de acción", sino que hay algo en esos objetos que les
parece interesante. La posibilidad de fantasear con situaciones arriesgadas es
una de ellas.
Pero las
situaciones violentas (aquellas a las que solemos asociar el juego con muñecos
de acción) no son las únicas en las que se asumen riesgos y se siente emoción
ante el peligro. De hecho, es perfectamente posible que muchas de ellas no se
asocien a la masculinidad.
Por otro
lado, se ha visto que los hombres son por lo general ligeramente mejores que
las mujeres en tareas que implican procesamiento espacial, y esto
también se nota en el uso de los juguetes. Los niños tienden a preferir puzzles
más elaborados que los que juegan las niñas, y estos juguetes tienen que ver
con las habilidades cognitivas relacionadas con el pensamiento espacial.
Sin embargo,
también se ha visto que los padres y madres animan más a los niños cuando
juegan a esta clase de juegos, y lo hacen menos cuando lo hacen la pequeñas.
Puede parecer poco importante, pero si esta asimetría social sucede a edades
tan tempranas, puede dejar una huella en el desarrollo mental de las
personas.
Vemos pues,
que si bien parece haber diferencias hormonales que influyen en la preferencia
por juguetes dependiendo del sexo al que se pertenezca, se interpreta esto como
si fuese la carga de género de estos juegos, y no las situaciones a las que dan
pie, las que hacen que ellos tiendan a entretenerse con unas cosas y ellas lo
hagan con otras.
Las niñas quedan en desventaja
¿Cómo afecta
esto a las niñas? Básicamente, refuerza unos roles de género fuertemente
implantados y que ponen a la mujer en situación de desventaja. Por ejemplo,
gran parte de las profesiones mejor pagadas están muy relacionadas con el
razonamiento espacial, y si se anima más a los niños a jugar con los juguetes
que promueven esta habilidad, estos tendrán ventaja a la hora de copar
puestos de ingeniería.
Por otro
lado, si se asume que como los niños sienten predilección por los muñecos de
acción las mujeres deben ser asignadas al ámbito "seguro" de lo
doméstico, su existencia será más parecida a la du una mascota que a la de una
persona con capacidad para ser independiente.
En
definitiva, el efecto que tienen los juguetes sexistas sobre las niñas es el
poder de encasillarlas en unos roles que han sido creados por la sociedad y que
son dados a priori: basta con coincidir con ciertas características
relacionadas con este tipo de rol, para que se de por supuesto que toda la
personalidad de esa niña (futura mujer) puede ser resumida por "lo
femenino". Las consecuencias de esto es, en definitiva, más sexismo y
más posibilidades d que más niñas sean encasilladas en ese estilo de vida.
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