4 pasos para sentirse mejor con uno mismo
Pautas para reparar la propia autoestima y dejar de ajustarse a expectativas demasiado rígidas.
Muchas veces
olvidamos que, si las relaciones personales ya son complicadas, a veces lo
verdaderamente difícil es relacionarse con uno mismo.
Y es que
sentirse bien con uno mismo es, para algunas personas, una meta prácticamente
inalcanzable, algo que parece incluso más improbable que aprender las
habilidades más complejas. A fin de cuentas, mientras que para aprender a jugar
al ajedrez o completar una cerrera universitaria los pasos a seguir son
bastante claros, no ocurre lo mismo con la ardua tarea de reparar
nuestra autoestima.
En este
artículo veremos una propuesta de varios pasos a seguir para sentirse
mejor con uno mismo, con ejemplos e indicaciones.
Sentirse mejor con uno mismo es posible
En el mundo
de la mente humana pocas cosas son inmutables, y los sentimientos aparentemente
más persistentes de desprecio hacia uno mismo pueden desaparecer si aprendemos
a vernos con otros ojos.
Para ello,
deberás cambiar tanto tus patrones de pensamiento como tu manera de
relacionarte con el entorno y con los demás. Esta doble vía de acción, enfocada
hacia las creencias y hacia las acciones, es la base de las terapias
cognitivo-conductuales, y aunque el hecho de no pasar por la consulta del
psicólogo hace que las posibilidades de éxito se reduzcan, sigue valiendo la
pena implementar estas estrategias en el día a día.
1. Revisa tu estilo de atribución
Las personas
con problemas de autoestima tienden a atribuir sus logros a la suerte o
a los demás; en definitiva, a elementos que no son parte del propio mérito.
Al mismo tiempo, creen que la mayor parte de las cosas malas que les ocurren sí
son su culpa, incluso aunque la relación causa-efecto no esté clara.
Así pues,
ante la pregunta de "¿cómo sentirme mejor conmigo mismo?" debes
empezar reflexionando profundamente sobre tu estilo de atribución en aquellos
casos en los que te sucedan cosas significativamente buenas o
significativamente malas. Lo ideal sería hacerlo lo más habitualmente posible,
pero como seguramente te faltará tiempo y energías para estar aplicándolo todo
el rato, es mejor ir a lo práctico y hacerlo en los casos más
especiales. Con el tiempo, automáticamente irás perdiendo la necesidad de
hacerlo.
Por ejemplo,
si te felicitan por un proyecto de universidad, es mucho más razonable que esto
sea gracias a tus méritos a que sea a causa de que le caes bien a quien evalúa
(simplemente, porque la mayoría de evaluadores hacen su trabajo). Del mismo
modo, es muy frecuente que las personas maltratadas crean que esos ataques son
su culpa, aunque esto evidentemente no sea así.
2. Practica la compasión
Si tienes
problemas para aceptarte, posiblemente estés aplicando unas expectativas muy
rígidas a esas creencias acerca de lo que deberías ser y no eres.
Por ejemplo, hay millones de mujeres que se culpan por no parecerse a mujeres
que literalmente no existen, dado que son modelos irreconocibles tras pasar por
una capa de programas de edición de imagen por ordenador.
Así pues,
del mismo modo en el que empatizas con el resto de personas, practica la
compasión contigo mismo, y acepta que no tienes por qué estar sujeto o sujeta a
condiciones tiránicas de comportamiento. No es obligatorio adaptarse
perfectamente a esos ideales que tenemos, simplemente tender a ellos, si eso es
lo que queremos. Para ello, dedica 5 minutos al día a reflexionar
acerca de si tu "Yo ideal" es razonable o no, y si tratas de
parecerte demasiado a esa persona que solo existe en tu imaginación.
3. Ama tus aparentes imperfecciones
La realidad
es demasiado compleja para poder ser dividida en "lo bueno" y
"lo malo". Por supuesto, hay situaciones en las que sí está claro que
algo está bien y su opuesto no lo está, pero esto no ocurre siempre, porque el
mundo no está hecho para encajar en categorías de pensamiento tan herméticas y
delimitadas.
Una de las
consecuencias de esto es que lo que creemos que son imperfecciones
propias no tienen por qué serlo.
De hecho,
hay quien ama esas características personales de las que otros se
avergonzarían. Por ejemplo, el carácter desinhibido de quienes no tienen
complejos pero viven en sociedades fuertemente conservadoras, o incluso las
arrugas, que en un contexto en el que la discriminación a las personas maduras es
generalizada, pueden ser vistas como un valor estético positivo, al ser un
signo de experiencia.
Del mismo
modo, hay manías y rasgos "muy propios" que pueden resultar adorables
o carismáticos si dejamos de verlos como fallos en uno mismo:
evidentemente, si nos avergonzamos de ellos, eso se nota, y el
resto de personas actuarán como si efectivamente esas características fuesen
algo malo.
4. Dedícate a lo que te gusta
Una de las
causas más habituales por las que las personas tienen dificultades para
aceptarse a ellas mismas es que creen que desperdician su tiempo. Para evitar
esto, la solución es reinventarse. Trabajar para llegar a una
situación en la que podemos dedicarnos a lo que amamos. Si hacemos esto,
incluso podemos estar orgullosos del camino que realizamos para llegar a ese
puto de la vida, aunque aún no se haya llegado a él.
Oriéntate
hacia la acción. Evita ensañarte contigo a través de los pensamientos
negativos, que a la práctica no son más que una excusa para no mejorar, y
concéntrate en dirigir tu acción a hacer cosas que realmente sientas que te
hacen crecer. Crea motivos para sentir orgullo para ser quien eres, en tu
situación y con los medios con los que dispongas.
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