Por
qué las personas que juzgan constantemente hablan desde el rencor
Quienes basan
sus vidas en criticar a los demás tienen un serio problema de autoestima.
Uno de los
aspectos de la sociedad actual es que ahora tenemos más medios para observarnos
los unos a los otros. Internet y las redes sociales han hecho que exista mucha
información publicada sobre cada persona y que sea muy fácil conocer pedazos de
ida de gente a la que ni siquiera hemos hablado nunca.
La mayoría
de las personas han aprendido a adaptarse a este cambio tratando de utilizarlo
a su favor: es decir, viéndolo como una oportunidad de llegar a más
personas, expandir amistades o buscar opciones laborales y
empresariales. Independientemente de si queremos hacer uso de esta clase de
herramientas, la opción está ahí, y en todo caso, no se busca hacerle daño a
nadie: tan solo mejorar uno mismo en algún aspecto a través del modo de
relacionarnos con los demás.
Sin embargo,
hay quien ve las relaciones sociales desde una perspectiva opuesta. En vez de
aprovechar las múltiples maneras de conectar con los demás que nos ofrece el
presente, prefieren dedicar buena parte de su tiempo libre en expresar
actitudes negativas sobre la gente que les rodea. Se trata de las
personas que juzgan y critican a los demás de manera constantey
sistemática. En este artículo hablaremos sobre por qué actúan de este modo y
cómo podemos aprender de ellas sobre cómo no enfocar nuestras relaciones
personales.
Así son las personas que juzgan a los demás
Empecemos
por lo básico: ¿cómo reconocer en el día a día a las personas que andan siempre
criticando a las demás? Entre las características y hábitos que las definen,
las más típicas son las siguientes (no se dan todas a la vez en todos los
casos, evidentemente).
1. Quieren seducir a los demás mediante la crítica
Puede sonar
contradictorio, pero el hábito de ir siempre juzgando a los demás puede servir
para establecer vínculos informales entre personas. Vínculos que
son similares a la amistad.
¿Cómo ocurre
esto? Por un lado, ir siempre contra los demás pero a la vez tener trato con
una persona da a entender la idea de que esa persona es mejor que la gran
mayoría. Por omisión, el hecho de que alguien que siempre critica a otros
tolere nuestra presencia e incluso parezca disfrutar con ella puede llegar a
hacernos sentir bien.
Por el otro,
el hecho de sentido juzgado por alguien cercano a nosotros, sumado a lo
anterior, hace que creamos que esa persona que siempre critica puede
ayudarnos a detectar nuestras debilidades, con lo cual será más fácil
vencerlas. El razonamiento es el siguiente: los demás no tienen la oportunidad
de tener cerca a alguien que las esté corrigiendo, pero nosotros sí, así que
debemos de ser unos privilegiados.
Algo que
indica que esto es una forma sutil de manipulación es el hecho de que aunque
los comentarios vejatorios o los intentos de ridiculización son frecuentes (lo
que se supone que nos tendría que ayudar a reconocer nuestros propios fallos),
resulta inimaginable la idea de que la persona que nos lanza esos puñales
también nos ayudase a superar esas supuestas imperfecciones.
2. Son incapaces de centrar una discusión en los
argumentos
Cuando toca
discutir constructivamente acerca de un tema, las personas habituadas a juzgar
tienden a dirigir sus comentarios hacia las características negativas que
supuestamente presenta el contrario como persona: la falacia ad hominem es su
perdición, incluso aunque en un principio estuviesen defendiendo la opción
correcta.
3. Utilizan cualquier excusa para ridiculizar
Un estilismo
arriesgado, una acción que se desvíe ligeramente de las convenciones sociales o
una opinión que simplemente no coincide con la propia son motivos de
mofa o de ser usados para “leer la mente” de esa persona y atribuirle
todo tipo de imperfecciones de inteligencia o personalidad.
Estos
comentarios pueden resultar más o menos ingeniosos dependiendo del caso, pero
lo que está claro es que no vienen al caso y hablan sobre características o
hechos muy poco relevantes.
4. En las redes sociales, poca sutileza criticando
En Internet,
las personas que juzgan a los demás habitualmente sienten que cuantan
con la protección extra del anonimato, por lo que aprovechan para dar
rienda suelta a su crueldad. Eso significa que dejan toda clase de comentarios
despectivos, a la vista de todo el mundo, sabiendo que el impacto negativo de
esta clase de publicaciones es más notoria: todo el mundo puede saber quién es
el blanco de las críticas, pero no queda muy claro quién las emite.
Además, como
Internet suele ser un lugar en el que evitar una discusión o debate racional no
tiene un alto coste (a diferencia de un diálogo cara a cara, en el que siempre
queda claro quién quiere dejar de intervenir) estas críticas son simples y poco
sofisticada, dado que no tienen por qué dar pie a un intercambio de
opiniones. Son poco más que insultos que se alargan a través
de varias palabras colocadas formando una frase.
¿Por qué critican tanto?
Hay muchos
motivos que pueden llevar a una persona a criticar constantemente a los demás,
pero varios de ellos son especialmente frecuentes. El principal de ellos es que
juzgar a otro de un modo superficial es una manera fácil y sencilla de
sentirse superior a alguien y, por comparación, sentirse mejor con uno
mismo.
Cuando una
de estas personas formula un pensamiento dirigido a hundir a otra persona (ya
sea pronunciándolo en voz alta o guardándoselo para sí), en realidad está
tratando de evadirse temporalmente de la ruina que es su propia autoestima.
Lo más
negativo de estas personas no es lo que ocurre cuando piensan en términos
negativos o denigrantes acerca de alguien más, ya que esta clase de ideas son
tan simples y poco elaboradas que nadie tiene por qué tomárselas en serio. Lo
más negativo es lo que está ocurriendo durante el resto del tiempo en su propia
mente, es decir, el reinado de un resentimiento que somete totalmente a
la autoestima.
Del mismo
modo en el que quienes piensan obsesivamente en una idea que les causa ansiedad
tratan de buscar distracciones de manera desesperada, como atracones de comida,
el consumo de drogas o incluso los cortes en la piel, hay quien trata de
rescatar su autoimagen por un breve instante creando la ficción de que se está
muy por encima de alguien más.
Es por eso
que, en una época en la que la lucha de egos está a la orden del día, concierne
no tomar como normal esos arranques de desprecio hacia otros con
los que algunas personas tratan de hacerse notar ante otros y ante sí mismos.
Quien necesita arrojar dardo a los demás para mantenerse a flote está mostrando
claramente que no tiene nada que ofrecer y que solo le queda pedir ayuda.