Los 3 tipos de procrastinación, y consejos para dejar de posponer tareas
Detrás del hábito de dejar las responsabilidades para mañana hay tres tipos principales de causas.
Muchas
personas dejan para mañana lo que podrían hacer hoy, o lo dejan para la semana
próxima o incluso más tarde.
La
procrastinación es el hábito de demorar nuestros compromisos de forma irracional e improductiva. Genera mucho estrés y no pocas
frustraciones.
Tal vez has
intentando, sin éxito, ser fiel a tus propósitos, pero siempre acabas
procrastinando, si a ti te ocurre esto, por favor, sigue leyendo porque este
artículo te puede ayudar. En concreto, veremos cuáles son los
diferentes tipos de procrastinación, y cómo afrontarlos.
¿Por qué
dejamos las cosas para mañana?
Procrastinamos
porque estamos divididos, nuestro cerebro es racional y esto se refleja
en la división del sistema límbico y el córtex cerebral.
Tenemos un
cerebro instintivo, rápido, enérgico y visceral que solo piensa en el ahora,
que quiere las cosas ahora y al que no le importa el mañana, y tenemos otro
cerebro, el racional, el reflexivo, el que piensa y analiza y le cuesta actuar,
es más lento y más prudente, sabe a dónde quiere llegar y piensa en el futuro.
La
procratinación es el resultado de la lucha entre cerebro emocional y el cerebro
racional y cuando la voluntad de nuestra razón cede a
los caprichos del instinto es cuando nos recreamos en la procrastinación.
Diferentes tipos de procrastinación
Este
fenómeno depende de varios factores, por lo que existen distintos tipos
de procrastinadores dependiendo del factor que mayor peso tenga en
cada persona. Principalmente:
·
Expectativa: Baja confianza en uno mismo.
·
Valor: Dependencia de la recompensa y propensión al aburrimiento.
·
Impulsividad: No puede esperar.
1. Expectativa (nivel de confianza)
El exceso de
optimismo nos lleva a la inacción, esperando
sentados que ocurra un milagro.
Este
optimismo, entendido como la dificultad atribuida a la tarea, se hace
especialmente patente a la hora de estimar el tiempo que nos llevará cumplir
nuestro objetivo (falacia de la planificación) y que finalmente suele resultar
ser mayor que en nuestras estimaciones.
Solemos
intentar calibrar el desempeño necesario para lograr el éxito con la
mínima implicación posible: queremos la mayor recompensa con el mínimo
esfuerzo. Existen procrastinadores por exceso y por defecto de optimismo, unos
se creen más capaces de los que realmente son, esto les lleva al fracaso.
Otros, y son la mayoría, más pesimistas, no son consciente de sus capacidades y
ni si quiera llegan a intentarlo.
En el
equilibrio está la clave, las tareas que resultan un desafío factible son
las que más nos motivan para la acción.
Genera espirales de éxito
Si nos
proponemos una serie progresiva de metas difíciles, pero en última instancia
asequibles, maximizaremos nuestra motivación y le daremos al logro un
significado, un reflejo de nuestra capacidad. Cada victoria laboriosamente
conseguida da un nuevo sentido de nosotros mismos y un deseo de luchar por más.
En las
primeras etapas de un proyecto complejo suele ser mejor tener metas de proceso
o aprendizaje que de producto o resultado; es decir, las metas consisten en
adquirir o refinar nuevas destrezas o pasos (el proceso) en vez de llegar a la
nota más alta (el producto).
La esencia
de la espiral de éxito es que el logro crea confianza, que a su vez se convierte en empeño que genera más logro.
Anímate con victorias vicarias:
Rodéate de
gente animosa y optimista, las actitudes se contagian. Lo que otros
creen puede influir en tu intención de actuar, no compartas tus planes con
personas aguafiestas, hazlo con gente que confíe en ti y te anime a luchar por
lo que quieres.
Las
biografías de personas que tienen vidas inspiradoras y con las que uno puede
sentirse identificado son potentes recursos que nos pueden ayudar. Mira
películas de motivación, asiste a charlas de personas que han triunfado, forma
parte de un colectivo que trata de mejorarse a sí mismo o mejorar la sociedad,
como un voluntariado o crea tu propio grupo de apoyo.
Visualízalo
La
recreación mental detallada de una actuación hace participar a las neuronas
espejo, que la graban en el cerebro casi tan hondamente como si se estuviese
realizando de verdad. No obstante, no te conformes con esto, ve más
allá, después de imaginarte vívidamente a ti mismo cruzando la línea de meta de
una carrera de 10 kilómetros haz un ejercicio de reflexión y sitúate en la
realidad, en tu situación actual.
Observa ese
contraste, dónde quieres llegar y dónde estás y piensa luego en lo primero que
debes hacer para llegar a tu meta, ¿cuál es el primer paso? ¡Da ese paso!
Prevé lo peor y espera lo mejor
Evita el
síndrome de la falsa esperanza, piensa detenidamente en qué podría salir mal,
no para caer en el catastrofismo, si no para prepararte ante posibles contratiempos.
Pedir una opinión ajena puede ayudar. Haz una lista de las formas en las que
sueles procrastinar y tenerla en el campo de visión cuando estés trabajando.
Evita
situaciones de riesgo: apaga el móvil y evita otras distracciones antes de
ponerte a trabajar. En el trabajo hay que hacer pausas para no
sobrecalentar el motor, pero parar cada rato hace que el motor se enfríe y
tenga que calentarse otra vez.
Elaborar un
plan de emergencia también puede ayudar: cuenta con alguien a quien llamar si
sientes que puedes caer en la tentación para que te anime a mantenerte fiel a
tu compromiso.
Acepta que eres adicto a la dilación
Asumir que
un solo fallo conlleva un derrumbamiento de la voluntad puede resultar útil en
algunas personas, como en el caso de alcohólicos anónimos. Sigue estas pautas:
·
Regístralo: Reflexiona sobre las veces que te has alejado del objetivo y anótalo.
·
Reconoce que la voluntad nos
traiciona con autoengaños del tipo: “solo será esta
vez”.
·
Ten presente que la primera dilación te
permitirá justificar todas las demás.
2. Valoración (propensión al aburrimiento)
Ante este
tipo de procrastinación, hay que hacer que las tareas se vuelvan motivadoras.
Convierte tus tareas en un juego, establece metas
Las tareas
que odiamos están entre las que más tendemos a posponer, especialmente
aquellas tareas repetitivas, monótonas y que son muy sencillas.
Conviértelo
en un juego: haz que lo aburrido se vuelva difícil, debes lograr un equilibrio
entre tu propia capacidad para desempeñar la tarea y la dificultad de la tarea
en cuestión y así generar un estado de flow: un estado de máxima concentración
e implicación en lo que estás haciendo.
Si te
resulta demasiado difícil puedes frustrarte y abandonar, si es demasiado fácil te aburrirás y querrás dejarlo.
Crea una
cadena de pequeños objetivos que sirvan para conseguir un fin a largo plazo,
este fin debe ser algo motivador de manera que te resulte fácil pasar de
eslabón a eslabón de la cadena. Resulta más sencillo barrer el comedor si esto
forma parte de un plan más ambicioso: montar una fiesta en casa.
Fija los
objetivos en positivo, reformula las metas de evitación en metas de
acercamiento:
·
No te centres en lo que no quieres que pase, sino
lo que se deseas. Esto motiva más.
·
Lograr un ascenso (acercamiento) es mejor que
conseguir que no te echen (evitación).
Distribuye bien tu energía
El cansancio
nos hace procrastinar, nos cuesta empezar si no tenemos energías, el
autocontrol y la automotivación generarán desgaste. Reconocer que nuestras
energías son limitadas nos ayudará a distribuirlas mejor.
No pases
hambre, procura hacer las cinco comidas al día, lleva una dieta sana y
equilibrada. Si te alimentas a base de chatarra no rendirás, tendrás poca
energía y serás un blanco fácil de la procrastinación. Los frutos secos y los
carbohidratos de cadena larga son tus mejores aliados, pero no olvides el resto
de alimentos y beber agua.
Haz
ejercicio cardiovascular, es imprescindible para mantenerte sano, enérgico y
vital. Aumentará la eficacia de tu sistema inmune, no te enfermarás tan a
menudo, te sentirás vigorizado y aunque puedas pensar que no tienes tiempo para
eso basta con media hora tres veces a la semana y tu productividad (y tu salud)
se verán muy beneficiados. Lo que cuesta es empezar, una vez lo conviertes en
rutina lo difícil es dejarlo. Además, programa las tareas más pesadas
cuando tengas el pico de energía (normalmente la mañana y mediodía).
Duerme las
horas necesarias, normalmente los adultos dormimos entre 7 y 8 pero
eso depende del caso de cada uno. Lleva una buena higiene del sueño, respeta
horarios de ir a la cama y despertarse.
Respeta tus
límites. Si después de todo lo anterior sigues sintiéndote cansado reduce tu
exigencia o busca ayuda para cumplir con todo, pero no te excedas.
Si vas a procrastinar, hazlo bien
Muchas
personas se ponen a limpiar la casa, ordenar el trastero o hacer todo tipo de
cosas útiles pero que les distraen de lo que realmente deberían estar
haciendo. En mi adolescencia tenía un compañero que su cuarto estaba
especialmente ordenado en época de exámenes, porque en vez de estar estudiando,
que es lo que debía hacer, se ponía a ordenar todo.
Fíjate en
aquella tarea que deberías estar haciendo pero estás eludiendo (ej// estudiar).
Establece otras tareas que, aunque no son tan importantes, también son
necesarias y te apetece más hacerlas (ej// ordenar el escritorio mientras
escuchas música).
Encuentra el
equilibrio entre distraerte con estas tareas menos importantes y más agradables
y aquella tarea principal de la que te estás escabullendo. Finalmente
acabarás haciéndola, pero date un respiro haciendo otras tareas que te
resultan más agradables.
Combina tareas desagradables con pequeños premios
Los
procrastinadores no se premian a si mismos después de terminar su
trabajo. Darse mensajes de elogio a uno mismo y palabras de ánimo es
una técnica llamada "diligencia aprendida" también ayuda,
incorpora esto en tu vida.
Haz una
lista de pequeños premios que puedes darte: ir de compras, darte un desayuno
digno de un rey, salir de marcha... lo que a ti te motive.
Prométete
uno de estos premios cuando termines la tarea de la cual te estás escabullendo. Piensa en maneras de hacer que las tareas aburridas puedan ser más
llevaderas: analizar la actualidad política tomando tu café favorito, hacer la
colada escuchando música o estudiar álgebra en compañía de un amigo.
Haz de tu pasión tu vocación
No todo el
mundo tiene el privilegio de dedicarse a aquello que realmente le apasiona, lo
cual es una lástima, pues pasamos muchas horas de nuestra vida trabajando. Hay
quienes no pueden elegir, por múltiples factores, pero si tú tienes la
oportunidad de conjugar tu pasión con tu vocación no lo dudes, lánzate.
Si puedes dedicarte
a hacer aquello que hace que todos los días te levantas de un salto de la cama
para ponerte a trabajar sin duda acabarás triunfando en ese campo.
Además,
sigue estos consejos:
·
Elabora una lista de aquellas profesiones en las
que se hacen actividades que a ti te entusiasman.
·
Sé honesto contigo mismo: descarta aquellas que exceden tus posibilidades o que requieren
capacidades que no tienes y/o no estás dispuesto a adquirir.
·
Clasifica las que aún no has
descartado según la demanda del mercado laboral.
Si tienes
dificultades en todo lo anterior ponte en contacto con un servicio de
orientación laboral que sepa valorar eficazmente tus aptitudes, que
sepan dirigirte hacia aquello en lo que eres bueno y tienes mayores
probabilidades de triunfar.
3. Impulsividad (el elemento central de la procrastinación)
Todo lo
anterior resulta útil pero lo que realmente nos sabotea es nuestra
impulsividad, es la potencia de ese cerebro instintivo, que es más rápido e
indómito que nuestro cerebro racional. Por eso, cuando pensamos “no debería
haberme comido ese pastel” ya es tarde, porque el cerebro emocional es como un
caballo encabritado que tiene mucha fuerza.
Aquí
aprenderemos a valernos de ese otro caballo más bien adiestrado, nuestra razón,
para que el carro se dirija hacia donde nosotros queremos y no hacia donde nos
llevan nuestros impulsos.
Precompromiso: comprometerse ahora para prevenirte de las tentaciones.
Descubre
cuáles son tus tentaciones (lo que te despista del objetivo y te hace perder
tiempo). Haz una lista. Pon estas tentaciones fuera de tu alcance: pon el
teléfono en modo avión cuando estás estudiando, instala un software que bloquee
el acceso a Internet a ciertas horas del día...
No permitas
que tus necesidades alcancen cierto límite, si necesitas echar una partida
antes de ponerte a estudiar hazlo, la cuestión es que tu trabajo no se
vea interrumpidoporque de repente ya no puedes soportarlo más y tienes que
jugar.
Añade
desincentivos a tus tentaciones para hacerlas repelentes, si por ejemplo
prefieres quedarte en casa dormitando antes que ir al gimnasio entonces
comprométete con un amigo a enviarle una fotografía de tu camiseta empapada
después de la sesión de entrenamiento o de lo contrario le pagas una suma
acordada.
Utiliza tu atención en tu beneficio
Aprende a
manejar las distracciones, neutralizando sus efectos en tu
voluntad. Para ello puedes valerte de tu atención:
Imagina
consecuencias catastróficas si das rienda suelta a tus tentaciones, cuanto más
vívidamente te imagines el desastre más repelente se hará y más fácil te
resultará evadirlas. A esto se le llama sensibilización encubierta, si por
ejemplo estás pensando en dejar de fumar puedes imaginar a tu familia llorando
desconsolada alrededor de tu féretro en el tanatorio. Sí, es muy extremo, pero
la cuestión es que te ayude a lograr lo que tú deseas.
Cuando
aparezca una tentación céntrate en los aspectos más abstractos. Es más probable caer ante una hamburguesa con carne jugosa, queso
fundido y pan crujiente que si te fijas en sus atributos más abstractos como la
forma, el peso que crees que puede tener, etc.
Elimina,
especialmente en tu puesto de trabajo, cualquier incitación que sea una
alternativa de distracción y sustituye esas incitaciones por mensajes
cargados de significado para ti, que te vinculen con tus valores o con el
motivo por el cuál trabajas. La fotografía de tu familia o del próximo destino
de vacaciones al cual quieres ir pueden ser buenos ejemplos.
Separa tanto
como sea posible el lugar donde trabajar del lugar haces tus actividades de
ocio. Si, por ejemplo, no tienes dos ordenadores, al menos crea dos perfiles
con distintos fondos de pantalla, eso le dará la señal a tu cerebro de “hora de
trabajar” u “hora de jugar”.
Fíjate objetivos concretos
Esta es el
arma definitiva contra la procrastinación. Define tus objetivos de forma
concreta, sabiendo con precisión ¿qué debes hacer? y ¿para cuándo?
Fragmenta
las metas a largo plazo en metas a corto plazo. Si tienes que estudiar un
manual de anatomía humana empieza por el capítulo que más te motive, primero
uno, luego otro... no veas la meta en su conjunto, descomponla en
pequeños objetivos.
Cuando te
cueste mucho arrancar con un objetivo en concreto, proponte algo que sirva para
“romper el hielo”, por ejemplo, si te propones ir al gimnasio pero te da una
pereza terrible proponte únicamente ponerte el chándal, calzarte las deportivas
e ir con la bolsa hasta la puerta del gimnasio, nada más. Una vez ahí puedes
darte vuelta, pero cuando hayas dado el paso de salir de casa todo será cuesta
abajo.
Organiza tus
objetivos en forma de rutinas que se realicen regularmente, siempre en le mismo
tiempo y lugar, así el hábito y la familiaridad con el espacio jugarán a tu
favor.
Conclusión
La
procrasstinación es un fenómeno complejo pues
hay muchos factores implicados, nos vemos constantemente sumidos en una lucha
interna entre el deseo y el deber y a veces nos saboteamos. “Conoce a tu
enemigo”, conoce cómo funciona la procrastinación y las formas para vencerla y
esto te ayudará a cumplir tus metas.
No lo dejes
para mañana, pon en práctica estos consejos hoy mismo.
https://psicologiaymente.net/psicologia/tipos-de-procrastinacion
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