miércoles, octubre 31, 2018

Disfunciones sexuales


Disfunciones sexuales: qué son, qué tipos hay 
y cómo se tratan
Un resumen de las principales características de esta clase de problemas en la vida y en la pareja.
Las disfunciones sexuales son todas aquellas situaciones en las que la satisfacción sexual o la respuesta sexual se ven afectadas y ello impide participar en una relación sexual deseada. Afectan tanto a hombres como a mujeres y no tienen por qué ir asociadas a la edad o a la orientación sexual.
Nuestra sexualidad es valorada, aunque sea de forma privada e íntima, como uno de los aspectos más importantes de nuestra vida. Sin embargo, de todas y todos es sabido que a lo largo de la historia, la sexualidad humana ha sido nido de tabúes, prejuicios y censura.
La represión de la sexualidad, nada buena, el freno del deseo y la ignorancia generalizada sobre el tema provoca no solo que no podamos conocer, expresar y disfrutar al máximo nuestra sexualidad, sino que en no pocas ocasiones provocan la aparición de dificultades más graves que nos impiden ese goce y que perjudican nuestras relaciones, tanto de pareja, como a nivel social, ya que dañan la autoestima y la satisfacción general con la vida.
Prevalencia

Aunque las estadísticas son confusas, debido al desacuerdo que suele haber en la clasificación de las disfunciones sexuales, indican una prevalencia bastante alta. Masters y Johnson, pioneros en la investigación de la sexualidad humana en la década de los 60, indicaron que el 50% de parejas heterosexuales presentaba alguna disfunción sexual.
Actualmente, según el Instituto Andaluz de Sexología y Psicología (2002) la disfunción sexual por la que más se consulta es la disfunción eréctil, que abarca el 48% de las consultas. La eyaculación precoz le sigue con un 28,8% y después, el deseo sexual hipoactivo (8%), la anorgasmia femenina (7,4%), el vaginismo (1,6%) y trastornos del orgasmo masculino (0,4%).
¿Cómo puedo saber si padezco alguna disfunción sexual?
En el momento en que sientas malestar o insatisfacción en lo relacionado con tu conducta sexual. Para mí, la disfunción comienza cuando es la propia persona la que no está a gusto en sus relaciones, no cuando el cuerpo no responde como la sociedad dicta que debería responder (Ej.: “Un hombre de verdad aguanta más de X tiempo”, si tú estás satisfecho con tu tiempo de eyaculación y tu pareja también, no hay disfunción sexual que valga). Es decir, es una percepción subjetiva.
Cómo interfiere en la calidad de vida

Nuestro cuerpo es un medio para el placer. Si este no funciona como nos gustaría ese placer se va a ver invadido, ¿no proporciona el placer calidad de vida en todos los sentidos? Si nuestras relaciones sexuales no nos proporcionan satisfacción vamos a dejar de mantenerlas, cuando numerosos estudios dicen que una de las variables que está asociada a la satisfacción sexual es la frecuencia con la que se tienen, tanto para hombres como para mujeres.
Además, como es evidente, no solo se van deteriorando la relación de pareja en la cama, sino también la confianza en una/o misma/o, la autoestima se ve deteriorada y en caso de tener pareja estable, la comunicación con esta y la satisfacción en general con la relación también va en detrimento.
Como es habitual, pero no por ello la mejor elección, los problemas sexuales se suelen vivir en silencio. Esto solo genera serios conflictos internos (y con la pareja), mermando consecuentemente la calidad de vida.
Por qué es importante el tratamiento

Las disfunciones sexuales suelen convertirse en un círculo vicioso. Se empieza teniendo un episodio en el que nuestro cuerpo no ha reaccionado como nosotros queríamos (se ha perdido o no se ha conseguido una erección, de repente no apetece tener relaciones sexuales, no consigo llegar al clímax o eyaculo antes de lo que me gustaría).
A la siguiente relación sexual ya se va con cierta ansiedad anticipatoria en el cuerpo por miedo a que vuelva a pasar; esa ansiedad es la que hace que el cuerpo no vuelva a funcionar. Así, hasta que se deja de intentar (“total, no voy a disfrutar” o “total, ¿para qué lo voy a intentar si no voy a conseguir?” o “soy un inútil” o “quiero satisfacerle/a y no puedo”). En fin, entras en un bucle del que es muy difícil salir y para el que se necesita, en la gran mayoría de los casos, de ayuda terapéutica.
Hablar de los problemas relacionados con la sexualidad produce emociones muy complejas como la culpa, la vergüenza o el fracaso. Por eso, a muchas personas y parejas les cuesta muchísimo dar el paso para acudir a terapia.
Sabemos que cuesta mucho, en primer lugar, aceptar que tienes un problema que por lo general da vergüenza admitir ante uno mismo y ante los demás, y en segundo lugar, atreverse a pedir ayuda. Muchas parejas pasan una media de 3 años sin hablar de solucionar el problema y pasan 5 hasta que acuden a terapia.
La razón primordial por la que es importante tratarlas es porque los problemas en la cama producen dolor emocional (y físico en algunas disfunciones) que puede afectar a la autoestima y a tu calidad de vida en general. Es importante que no dejes que las emociones de las que hablábamos antes te invadan y no te dejen ponerle fin a ese círculo vicioso, ya que son precisamente ellas las que lo alimentan.
Referencias bibliográficas:
·         Toquero de la Torre, F., Zarco Rodríguez, J., Cabello-Santamaría, F., Alcoba Valls, S., García-Giralda Ruiz, L. and San Martín Blanco, C. (2004). Guía de buena práctica clínica en disfunciones sexuales. Madrid: Organización Médica Colegial.

·         por UPAD Psicología y Coaching


lunes, octubre 29, 2018

Cómo discutir con tu pareja de manera constructiva


Cómo discutir con tu pareja de manera constructiva: 8 consejos


Varias ideas para encarar las discusiones sin dejar que los sentimientos negativos la obstaculicen.

Las discusiones de pareja son algo prácticamente inevitable. Tarde o temprano, en una relación amorosa aparecen momentos en los que hay conflictos de intereses o de expectativas, o bien surgen malentendidos.
Así pues, el problema no es si discutir o no hacerlo, sino cómo hacerlo. En este artículo veremos algunas ideas claves acerca de cómo discutir con tu pareja del modo más constructivo posible.
Cómo discutir con tu pareja gestionando bien la comunicación
Está claro que las discusiones son frecuentes, y prácticamente todo el mundo ha pasado por ellas. Sin embargo, también es cierto que tendemos a asociar la palabra “discusión” con momentos de gran enfado en los que dos o más personas se gritan y expresan su frustración, a pesar de que esto no es así.
En realidad, discutir solo significa tratar un problema y las razones a favor o en contra de dos maneras de abordarlo, independientemente de si hay sentimientos de enfado o no.
Por supuesto, cuanto más personal e íntima sea una relación personal, más delicadas son las discusiones, por lo que conviene saber gestionarla. Y el ámbito de la pareja es uno de los ejemplos de esto.
Así pues, veamos varios consejos sobre cómo discutir con tu pareja de manera constructiva y orientada a la resolución de conflictos mediante el diálogo.

1. Detectad el problema fundamental a tratar
Este es el primer paso necesario para discutir de manera constructiva. Es algo que debe ser hecho entre los dos miembros de la pareja, y que ayuda a encarrilar la discusión y a dar herramientas para no dejar que se cambie de tema.
2. Afronta la discusión como un asunto comunicativo
Hay quienes se sienten tentados de convertir las discusiones en una batalla en la que deben quedar vencedores y vencidos. Esta lógica frentista es totalmente contraria a la naturaleza de las discusiones constructivas, que son abordadas como un fenómeno comunicativo.

3. Distingue los sentimientos de los hechos
Es fundamental que en una relación amorosa se distinga entre lo que se siente y lo que se hace, puesto que solo lo segundo puede ser conocido por el otro a partir de hechos objetivos.
Así, si en una discusión aparecen quejas sobre lo mal que uno se siente en ciertas circunstancias relacionadas con la vida amorosa en común, hay que entender que eso en sí mismo no es algo que la otra persona ha hecho. Lo que sí se puede tratar atribuyendo responsabilidades es aquello que ha sido hecho por la otra persona y que ha podido facilitar el surgimiento de esas emociones.
4. Hay que saber utilizar las pausas
En los momentos en los que parezca que alguna de las personas involucradas en la discusión de pareja empieza a sentirse visiblemente frustrada y enfadada, hay que dejar una breve pausa que sirva para bajar el tono y relajarse. Esto puede ser comunicado de manera explícita, dado que es un motivo perfectamente válido para postergar unos minutos o segundos el intercambio de argumentos.
5. No saques a discusión viejos conflictos
Otro de los asuntos relacionados con la renuncia a las discusiones como contextos en los que “vencer” al otro es la renuncia a usar estos momentos para desahogarse y querer acusar al otro por cualquier tema que no venga al caso, utilizando cualquier excusa.
Cualquier intento de cambiar de tema para sacar a relucir viejas rencillas personales debe ser visto como una bandera roja, motivo en sí mismo para no dar explicaciones sobre ese tema y redirigir la discusión hacia el tema tratado.
6. No interrumpáis

Algo tan sencillo como esencial. Si no se respeta este principio, de manera natural el tono de la voz va a ir elevándose, haciendo que también cambie el tipo de implicación personal que se imprime sobre la discusión y entrando en la lógica competitiva por ser quien tiene la última palabra.
7. Reformulad lo que el otro dice
En momentos clave en los que ambos habéis expuesto vuestras ideas fundamentales, es bueno intentar explicar con las palabras de uno mismo lo que el otro ha dicho. Esto sirve tanto para mostrar respeto hacia las ideas del otro como para ayudar a comprender mejor a la otra persona, al darle la oportunidad de corregirnos.
8. Practicad la asertividad
Los excesos relacionados con la ira y el enfado no es el único problema a prevenir en una discusión de pareja. Además, existe el riesgo de que una de las partes involucradas no diga todo lo que piensa al respecto del tema tratado, ya sea por inseguridad o por la adopción de una actitud pasivo-agresiva.
Referencias bibliográficas:
·         Harvey, J. H., Ormarzu, J. (1997). "Minding the close relationship". Personality and Social Psychology Review. 1: pp. 223 - 239.
·         Tennov, Dorothy (1979). Love and Limerence: the Experience of Being in Love. Nueva York: Stein and Day.
·         Townsend, J. (1998). "What Women Want, What Men Want" Oxford University Press, United Kingdom.
·         por Arturo Torres


martes, octubre 23, 2018

“Uno de nuestros hallazgos reciente más importantes



“Uno de nuestros hallazgos reciente más importantes es que la seguridad es un prerrequisito esencial para sanar el cerebro y generar una recuperación exitosa.
Solamente cuando el cerebro se siente seguro, puede reconstruirse óptimamente a sí mismo. Necesita saber que está siendo comprendido y empatizado.
Los adictos y los coadictos tienen característicamente un problema para sentirse seguros. Muchos fueron abusados sexual, física, o emocionalmente, otros vivieron durante años en entornos de temor, trauma o tensión continua. Tales entornos hacen que el cerebro produzca neuroquímicos potentes conocidos como cortisol y endorfinas. Cuando estos se generan repetitivamente a través del tiempo, el cerebro puede volverse adicto a ellos. Es por esto que adictos y codependientes son frecuentemente atraídos por el drama, la intensidad, la tensión y el miedo: estos hacen que el cerebro genere cortisol y endorfinas. El adicto sexual que visita una prostituta, el esposo codependiente intentando controlar la manera de beber de su esposa… Estas situaciones crean cortisol y endorfinas en el cerebro. Estos químicos se convierten así en dos de los principales impulsores de la adicción”.

Dr. Patrick Carnes, PHD




lunes, octubre 22, 2018

Las 6 hormonas del estrés y sus efectos en el organismo

te quiero invitar al taller Manejo del ESTRÉS que se llevará a cabo el dia sabado 27 de Octubre a las 4pm Impartido por el Dr. William Torres Psicologo y el Coach Juan Camilo Torres.

Quiero que participes y disfrutes de este magnífico evento.
Espero te comuniques al 320-4918648

Las 6 hormonas del estrés y sus efectos en el organismo


Estos son los tipos de hormonas que más influyen en nuestra respuesta ante situaciones estresantes.
Son diversas las maneras en las que una persona puede responder frente a una situación estresante, puesto que esta constituye una respuesta subjetiva y personal que dependerá de cómo la persona perciba y experimente dicha situación.
Sin embargo ,existen una serie de procesos y reacciones fisiológicas comunes a todas las personas. Estas reacciones vienen desencadenadas por una serie de efectos producidos por las hormonas relacionadas con el estrés."
¿Qué es el estrés?
Cuando una persona experimenta un estado de tensión y ansiedad durante un período de tiempo continuo está viviendo lo que se conoce como estrés. Este estado puede originar todo un abanico de afecciones físicas así como una molesta sensación de pesadumbre en la persona que lo sufre.
Por lo tanto, las dos características principales de los estados de estrés son:
·         Origen psicológico del estrés, por el cual un elemento percibido como estresante por la persona induce una serie de cambios en la actividad física y orgánica.
·         Intervención de las distintas hormonas relacionadas con el estrés, las cuales son las responsables de dichas alteraciones físicas.
Estas hormonas son liberadas desde el cerebro hasta todos los rincones de nuestro cuerpo, provocando, tal y como se comenta, un gran número de cambios físicos y fisiológicos.
Alteraciones hormonales

La principal estructura relacionada con los estados y respuestas de estrés es el sistema neuroendocrino, el cual se activa ante la aparición de acontecimientos o situaciones estresantes acelerando el funcionamiento de las glándulas adrenales.
Esta activación provoca una serie de reacción en cadena en la que las distintas hormonas, siendo el cortisol la hormona con más peso dentro de estas reacciones y la cual altera en mayor medida el funcionamiento corporal.
No obstante, existen diversas hormonas implicadas en los procesos de estrés, las cuales se ven afectadas por la acción del cortisol.
Hormonas relacionadas con el estrés
Como se menciona anteriormente, las hormonas implicadas en la respuesta de estrés actúan sobre otras hormonas modificando su acción sobre el cuerpo.
1. Cortisol
El cortisol se ha establecido como la hormona del estrés por antonomasia. La razón es que el cuerpo, ante circunstancias estresantes o de emergencia, produce y libera grandes cantidades de esta hormona, la cual sirve como detonante para responder a dicha situación de forma rápida y hábil.
En circunstancias de normalidad la energía que genera nuestro cuerpo va dirigida a ejecutar las diferentes tareas metabólicas que mantienen el equilibrio de las funciones corporales. Sin embargo, ante la aparición de un evento estresante el cerebro genera una serie de señales que viajan hasta las glándulas adrenales, las cuales comienzan a liberar grandes cantidades de cortisol.

Una vez liberado el cortisol, este se encarga de la descarga de glucosa en sangre. La glucosa genera una gran cantidad de energía en los músculos, los cuales pueden moverse con mayor rapidez y ofrecer una respuesta al estímulo mucho más inmediata. Cuando el elemento estresante desaparece, los niveles de cortisol se restauran y organismo vuelve a la normalidad.
Esta respuesta no es para nada perjudicial para la persona, en tanto en cuanto no se mantenga en el tiempo. Cuando esto ocurre comienzan a aparecer síntomas causados por una desregulación hormonal. Entre estos síntomas se encuentran:
·         Irritabilidad
·         Cambios de humor
·         Fatiga
·         Cefaleas
·         Palpitaciones
·         Hipertensión
·         Bajo apetito
·         Afecciones gástricas
·         Dolor muscular
·         Calambres
2. El glucagón
La hormona llamada glucagón se sintetiza mediante las células del páncreas y su principal foco de actuación se centra en el metabolismo de los hidratos de carbono.
El cometido principal de esta hormona se basa dejar que el hígado libere glucosa en los momentos en los que nuestro cuerpo la necesita, bien por una situación estresante con el objetivo de activar los músculos o bien porque los niveles de glucosa en sangre sean bajos.
Ante una situación de emergencia o estrés, el páncreas libera grandes dosis de glucagón al torrente sanguíneo para cargar de energía nuestro cuerpo. Este desequilibrio hormonal, aunque útil en situaciones de amenaza puede resultar peligroso en personas que padecen algún tipo de diabetes.
3. Prolactina
A pesar de que esta hormona sea conocida por su implicación en la secreción de la leche durante el periodo de lactancia, los niveles de prolactina pueden verse seriamente afectados ante situaciones de estrés que se prolongan en el tiempo, llegando a provocar hiperprolactinemia.
Tal y como su propio nombre indica, la hiperprolactinemia se refiere a un incremento de los niveles de prolactina en sangre. Esta mayor presencia de prolactina en sangre inhibe, mediante diferentes mecanismos, la liberación de hormonas hipotalámicas encargadas de la sintetización de estrógenos.
Como consecuencia, la inhibición de las hormonas sexuales femeninas acarrean en la mujer la reducción de los estrógenos, alteraciones menstruales e, incluso, falta de ovulación.
4. Hormonas sexuales
Ante circunstancias estresantes, las hormonas sexuales conocidas como testosterona, estrógenos y progesterona ven perturbado su funcionamiento normal.
4.1. Testosterona y estrés
La testosterona, hormona sexual masculina por mérito propio, es la encargada del desarrollo de las características sexuales masculinas, así como de la respuesta sexual.
Cuando la persona experimenta niveles de estrés altos durante largos periodos de tiempo, la producción de testosterona disminuye, ya que el cuerpo prioriza la liberación de otras hormonas como el cortisol, más útiles ante situaciones de estrés o peligro.
Fruto de este sometimiento prolongado a los efectos de la inhibición de la testosterona, la persona puede experimentar problemas sexuales como impotencia, disfunción eréctil o falta de deseo sexual.
Oros síntomas vinculados con la reducción de los niveles de testosterona son:
·         Cambios de humor.
·         Fatiga y cansancio constante.
·         Problemas para conciliar el sueño e insomnio.
4.2. Estrógenos
Como se menciona anteriormente, los altos niveles de estrés disminuyen la liberación de estrógenos, perturbando el funcionamiento sexual normal de la mujer.
No obstantela correspondencia entre estrógenos y estrés se produce de forma bidireccional. De forma que los efectos del estrés contribuyen a la reducción del nivel de estrógenos y al mismo tiempo estos ejercen una función protectora ante los efectos del estrés.
4.3. Progesterona
La progesterona se elabora en los ovarios y entre sus muchas funciones se encuentra la de ajustar el ciclo menstrual e intervenir en los efectos de los estrógenos, con la finalidad de estos no sobrepasen su estimulación de crecimiento celular.
Cuando una mujer se ve sometida a situaciones o contextos estresantes durante mucho tiempo, la producción de progesterona disminuye, causando una gran cantidad de efectos y síntomas tales como fatiga extrema, aumento de peso, cefaleas, alteraciones en el humor y falta de deseo sexual.
Conclusión: un nexo entre la psicología y la fisiología
La existencia de las hormonas del estrés muestra hasta qué punto el sistema endocrino está vinculado a nuestros estados mentales y a nuestros estilos de comportamiento. La liberación de uno u otro tipo de hormona es capaz de producir cambios medibles tanto en las dinámicas neurobiológicas del organismo como en la frecuencia de aparición de ciertas acciones.
Así pues, constatamos una vez más que la separación entre los procesos fisiológicos y los psicológicos es una ilusión, algo que utilizamos para comprender la compleja realidad del funcionamiento del ser humano, pero que no se corresponde necesariamente con una frontera presente de manera natural en la biología de nuestros cuerpos.

por Isabel Rovira Salvador




viernes, octubre 19, 2018

¡Estrés en el adolescente!!




¡Estrés en el adolescente!!


Muchos estudios psicológicos, mencionan que la transición desde la infancia al ser adulto es muy complicada. Sobre todo, porque empiezan a vivir situaciones propias de una persona mayor, sin tener todavía los recursos necesarios para superarlas con éxito.
¿Qué es el Estrés a nivel físico?

El hipotálamo envía señales a las glándulas adrenales para que produzcan más adrenalina y cortisol y envíen estas hormonas al torrente circulatorio. Estas hormonas aumentan la frecuencia cardíaca, la frecuencia respiratoria, la presión arterial y el metabolismo. Los vasos sanguíneos se ensanchan para permitir una mayor circulación sanguínea hacia los músculos, poniéndolos en alerta. Las pupilas se dilatan para mejorar la visión. El hígado libera parte de la glucosa almacenada para aumentar la energía del cuerpo. Todos estos cambios físicos preparan a la persona para reaccionar rápidamente y eficazmente cuando siente tensión emocional.

Cuando funciona como es debido, esta reacción es la mejor forma para que la persona funcione bajo presión. Pero la respuesta al estrés también puede causar problemas cuando es extrema.


Factor importante del estrés

Un estudio llevado a cabo por un grupo de científicos de la Universidad de Michigan Ann Arbor, una tercera parte de los adolescentes experimentan estrés motivado por “las enormes expectativas de sus padres y la sociedad” y dos tercios experimentan síntomas del estrés al menos una vez a la semana.
Situaciones agobiantes si continúan por largo tiempo:

Ser víctima de intimidación o estar expuesto a violencia.

Tristeza ocasionada por un corazón roto.

Conflictos familiares.

Conflictos en la escuela por falta de atención.

Sobre carga de actividades.

Síntomas

Ansiedad o ataques de pánico.

Presión, irritabilidad y melancolía.

Dolores de cabeza.

Problemas estomacales.

Problemas de sueño.

Beber o comer en exceso.

Fumar.

Uso de drogas.

Mantén el estrés bajo control

No te sobrecargues con actividades.

Se realista.

Duerme bien.

Aprende a relajarte.

Cuida tu cuerpo (ejercicio, alimentos).

Cuida tus pensamientos (siempre positivos).


Es importante que como padres participemos en las actividades, situaciones y vida cotidiana de nuestros hijos, enseñándoles que cada cosa tiene solución y si en su defecto no la tuviera; no pasa nada la perciban como aprendizaje, como lección de vida y sigan adelante con sus sueños de una manera tranquila. Ya que con estresarse no solucionaran nada.

En ocasiones los hijos se acercan a los padres buscando una palabra de consuelo o simplemente ser escuchados y los padres estamos tan metidos en nuestros problemas que no escuchamos. Pon atención a cualquier señal de tu hijo tal vez para ti esa situación que presenta tu hijo no tenga importancia, pero recuerda que para el sí. No quieras poner atención cuando ya sea demasiado tarde.

www.psico.org/articulos/estres-en-el-adolescente/




jueves, octubre 18, 2018

Diferencias entre estrés y ansiedad


William Torres te invita a su próximo evento.Manejo del ESTRÉS 27 de Octubre 2018 
Más información 3204918648

Diferencias entre estrés y ansiedad


El estrés es un proceso psicológico complejo que implica actividades tanto emocionales como motivacionales. Este proceso habitualmente ha sido mal definido, por parcializarle e indiferenciable de otros procesos emocionales, como por ejemplo de la ansiedad, la ira, la hostilidad, etc.

El estrés fue definido, en primer lugar, por Hans Selye (o János Selye en húngaro, como gustaba de usar) un estudiante de segundo de medicina de la Universidad de Praga, que buscaba un diagnóstico diferencial para ciertos pacientes que presentaban una misma serie de respuestas o síndrome -pérdida de apetito, reducción de la fuerza muscular, elevación de la presión arterial y carencia de iniciativa-, ante diferentes situaciones e indiferentemente del trastorno que padecieran, llegando a definir once años después este síndrome como estrés, aunque en ese primer momento simplemente lo definió como el “síndrome de sólo estar enfermo”. El desarrollo del estrés se produjo espectacularmente coincidiendo con las grandes contiendas, así durante la segunda guerra mundial se estudió bajo la perspectiva del rendimiento en el combate y la vulnerabilidad a las lesiones, durante la guerra de Corea se realizaron importantes estudios sobre las secreciones hormonales asociadas al estrés, y durante la guerra de Vietnam se realizaron importantes estudios sobre los efectos psicológicos y psicofisiológicos de éste.

En la actualidad, este interés se mantiene desde el campo de la psicología del trabajo, siendo una derivación directa de parte de los trabajos militares; el interés por el estudio de los trastornos psicofisiológicos desde la psicología de la salud, trastornos que son consecuencia del propio estrés; el interés desde la psicología clínica y en especial de la modificación de conducta por actividades preventivas, para alguna de las cuales el modelo sindromático del estrés, de la cual carece la modificación de conducta, le da un marco conceptual adecuado; y, por último, se produce un interés en la psicología por el proceso en sí mismo, independientemente de los campos de aplicación.

Diferenciación entre estrés y ansiedad


El estrés y la ansiedad presentan muchos aspectos comunes, que hace que en determinadas ocasiones aparezcan como procesos indiferenciados, incluso en la literatura más especializada. Por ello intentaremos en primer lugar delimitar las principales diferencias entre ambos conceptos, al tiempo que así perfilamos el propio concepto de estrés.

El primer punto de diferenciación entre el estrés y la ansiedad lo encontramos en el diferente origen de ambos conceptos, así el concepto de estrés surge en el campo médico trasladándose posteriormente al campo de la psicología de la salud, donde se desarrolló ampliamente y, por último, llega al campo de la psicología de la motivación y la emoción. Por contra, el concepto de ansiedad surge en el seno de la propia psicología, dentro del campo de la psicología clínica, inscribiéndose posteriormente dentro de los procesos psicológicos generales. Sin embargo, al mismo tiempo la psicología existencial superponía ambos conceptos, creando una confusión entre ambos aún hoy no superada.

Los niveles de análisis tanto del estrés como de la ansiedad, se han realizado en función de sus consecuencias sobre la conducta manifiesta, los procesos cognitivos y la actividad psicofisiológica. En niveles extremos, ambos procesos presentan un patrón de respuesta equivalente, lo que lleva a equivocarlos, sin embargo en niveles bajos y moderados, los efectos de ambos se gradúan de forma diferencial en el tiempo, así en el caso del estrés los primeros efectos que aparecen son de tipo psicofisiológico (los que se reflejan en el cuerpo), mientras que en la ansiedad los primeros en aparecer son los cognitivos (se reflejan a modo de pensamientos y preocupaciones) y los últimos los psicofisiológicos. La relación entre niveles de estrés y efectos psicofisiológicos es prácticamente lineal, a mayor nivel de estrés mas activación psicofisiológica; mientras que en el caso de la ansiedad las consecuencias psicofisiológicas solo aparecen de forma súbita coincidiendo con niveles extremadamente altos de ansiedad.

Por último, el estrés puede considerarse una emoción bidireccional, es decir, se comporta como una emoción positiva bajo ciertas condiciones (lo que llamamos eustres) y lo hace de forma negativa cuando se sobrepasa un determinado nivel óptimo (lo que conocemos como distres). Además, el estrés, actúa al mismo tiempo como una motivación energetizando y direccionando el comportamiento. Por contra, la ansiedad es tan solo una emoción y exclusivamente negativa, de tal manera que sus efecto son siempre indeseados y se producen desde el primer momento en que aparece este proceso.

FASES ESTRES


El concepto de estrés
Actualmente el estrés se describe dentro de un proceso dinámico, multidimensional e interactivo de varios procesos, donde los aspectos implicados en el estrés son principalmente los sucesos estresantes o estresores (condiciones ambientales, sucesos reales o imaginados), la valoración cognitiva del sujeto, la respuesta de estrés (mecanismo fisiológico de mediación) y las consecuencias de tal actuación.

El estrés no puede entenderse solo desde su perspectiva negativa, ni desde la positiva. El estrés implica la mayor parte de las veces una combinación de ambos tipos de efectos. Es primariamente positivo, puesto que es un proceso adaptativo, que actúa como energizante y motivador para una amplísima gama de actividades humanas. Y secundariamente sería negativa, como excepción a la regla anterior o como efectos secundarios no deseables.

Pero cuales son las condiciones específicas que hacen en una situación concreta que los factores negativos pesen más que los positivos o cuales son esas excepciones a la regla general de estrés como proceso adaptativo. A la luz de la revisión realizada podríamos concretar estas condiciones que potencian los factores negativos en los siguientes puntos:

A.- El mantenimiento de las condiciones estresoras o la frecuente activación del proceso lleva a las fases de resistencia y agotamiento, pero este mantenimiento y activación depende de la capacidad psicológica de tolerancia al estrés, más que del tiempo de presencia del propio

B.- Los altos niveles de intensidad del estresor, de nuevo está mas relacionado con procesos psicológicos, tales como la valoración y la capacidad para afrontarle, más que la propia intensidad física del estresor.

C.- Las esterotipias en la activación psicofisiológica (formas particulares de responder al estrés) , también responden más a procesos psicológicos, además de otras condiciones biológicas, y no a las condiciones desencadenantes de la respuesta de estrés.

D.- Las esterotipias en el patrón temporal de reacción al estrés, responde al efectos de acumulación psicológica.


E.- El distres o estrés desagradable, que depende del grado de control que la persona pueda ejercer sobre el estresor y de la dificultad que le plantee el ejercicio de tal control.

F.- El estilo de afrontamiento (maneras en que valoramos una situación como estresante) , que responde a una sobregeneralización de estrategias de afrontamiento al estrés y a condiciones socioculturales y no al proceso mismo.

G.- Las reaciones afectivas negativas desencadenadas en los procesos de valoración, dependen totalmente de las experiencias anteriores, de las creecias, valores y de su propia autoestima

H.- La fatiga inherente a los procesos psicológicos de afrontamiento, que dependen totalmente de las capacidades psicológicas de la persona y no del proceso.

Así pues, podemos concluir que el estrés es un proceso psicológico positivo, que puede ir acompañado de efectos negativos, pero que estos efectos negativos no son en ningún caso inherentes al propio estrés, sino que provienen de los propios procesos psicológicos movilizados por la persona.


Extraido de: “Modelos explicativos del estrés”, Enrique G. Fernández Abascal, Catedrático de Psicología Básica en la UNED