Terapia Familiar
¡Terapia familiar: aprender a gestionar el conflicto!
¿Qué es la familia?
Todas las personas sabemos qué
es la “familia”, así como que existen diferentes
tipos de estructuras familiares: nuclear, extensa, monoparental,
etc. sin embargo, no resulta un concepto
fácil de definir. Algunos autores hacen referencia al vínculo biológico y genético;
otros se centran en aspectos socioculturales (p.ej. la “fuerza de trabajo” en
determinadas tribus); y ciertos profesionales priorizan las dinámicas
intrafamiliares… sea cual sea el abordaje,
existe un acuerdo unánime en el factor más importante: el sentimiento de amor.
El amor a la
familia, no tiene porqué conllevar un apego seguro (vínculo
de intimidad, confianza, cariño…), circunstancia que puede parecer paradójica:
si un sentimiento es tan intenso… ¿cómo puede alguien no sentirse unido a
determinado/s miembro/s familiar/es?
La mayoría de los conflictos
familiares son cotidianos (y superados con éxito), sin embargo, ante
determinadas dificultades vitales, el enfrentamiento puede encallarse,
generando emociones intensas (y, en ocasiones, contradictorias) que desembocan
en la separación de la unidad familiar (en distinto grado y temporalidad).
Es importante aclarar que las crisis familiares (y personales) no sólo no son
negativas, sino que son necesarias: “crisis” es una palabra proveniente
del griego que significa “cambio”/ “decisión”; y son precisamente estas dos palabras las que
definen la reconducción y superación exitosa de un conflicto: adaptarse al
desarrollo personal (miembro familiar) y grupal (familia), utilizando
diferentes estrategias, previamente exitosas, o generando nuevas respuestas si
estas no solucionan el problema.
El obstáculo más frecuente a
la hora de abordar desavenencias familiares, es repetir una y otra vez las
mismas tácticas fallidas u obsoletas de resolución de problemas, lo que implica
un fracaso en la solución del conflicto. Es por esto que, uno de los objetivos
del psicólogo familiar, consistirá en aportar herramientas alternativas para la
reconducción de las disputas.
Para solventar bretes
familiares, es indispensable considerar las siguientes nociones básicas:
Definición de roles: todos los miembros de un
grupo familiar tienen una serie de “papeles” que pueden ser designados tanto
directa (p.ej. el “cocinero”), como indirectamente (p.ej. “el mediador”, “el
conflictivo”, el “responsable”) y que guían la conducta tanto del individuo
hacia la familia, como de la parentela hacia esa persona.
Asunción de compromisos: cada miembro familiar ha de
adquirir y respetar determinadas responsabilidades (adecuadas a su edad y
capacidad). Sobreproteger o, por el contrario, proporcionar una libertad
excesiva, no favorece la aceptación de las obligaciones.
Espacio de cada miembro y espacio común: no
respetar los límites personales y familiares, conlleva conflictos de diversa
índole e intensidad: dependencia emocional Vs agresividad, desconfianza,
deslealtad, etc.
Favorecer el crecimiento: las
personas cambian, tratar de ubicarlas en una misma categoría ignorando su
evolución, es entorpecer la autorrealización personal.
Favorecer la adaptación grupal: ante determinadas
circunstancias, la familia puede modificarse drásticamente (p.ej. un
fallecimiento). Los integrantes deberán hacer esfuerzos por encaminarla, siendo
conscientes de que tendrán que readaptar los roles familiares.
Refuerzo positivo y refuerzo negativo: ser demasiado estricto o excesivamente crítico,
no es la mejor manera de fomentar la motivación hacia la tarea o la autoestima
personal. El estilo educativo punitivo, genera inseguridades y deteriora el auto
concepto. La familia ha de ser fuente de: potenciación, valoración y orgullo,
criticando de forma dosificada y adecuada a las circunstancias.
Gestión del emocional: la función principal de la
familia es el sustento emocional. Poder contar con los seres queridos, tanto en
situaciones favorables, como en las más dolorosas.
Afrontar conflictos externos: otra de las funciones
principales de la familia es la protección de los miembros que la conforman.
Este apoyo es genuino, y genera confianza y seguridad, sentimientos básicos
necesarios para el bienestar emocional.
Cuando los conflictos se
agravan y son difíciles de reconducir, los psicólogos nos encargamos de:
orientar, mediar e intervenir, mejorando las relaciones interpersonales y la
comunicación intrafamiliar.
“No importa lo pobre que sea una persona, si tiene familia: es
rica”(Anónimo)
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