Terapia familiar: tipos y formas de
aplicación
Este
tipo de intervención psicológica ayuda en los conflictos y las dinámicas
sociales negativas.
Cuando pensamos en alguien haciendo terapia, solemos
imaginar una sesión individual en que una persona interactúa con el psicólogo. Puede que también concibamos la posibilidad
de una sesión en grupo, con personas diferentes con un mismo tipo de
problema.
Pero existe también un tipo de terapia que se aplica sobre
un grupo familiar, la llamada terapia
familiar, en el que se tratan aspectos conflictivos entre miembros de una
misma familia. En este artículo os indicamos qué es y para qué se utiliza.
¿Qué este tipo de intervención psicológica?
Se entiende por terapia familiar aquella modalidad de
terapia centrada en la familia como objeto de intervención. El objetivo es
fortalecer y dotar de recursos a la familia para que puedan actuar de manera
colaborativa gracias a ello dirimir disputas y conflictos que puedan tener
entre ellos o bien problemas propios de un único individuo.
La familia es entendida como elemento base en el desarrollo
del ser humano, al representarse el elemento fundamental que permite que el infante
adquiera un modelo respecto a cómo ver, actuar, relacionarse y comunicarse con
el mundo. Se trata un elemento imprescindible a la hora de aprender aspectos
emocionales y relacionales, con gran influencia en el desarrollo.
Es por ello que en este tipo de tratamiento se intenta involucrar a dos o más miembros
de una misma familia de cara a observar y, en caso necesario, modificar,
los patrones de interacción entre los miembros de la familia.
Se concibe que el problema interno de un individuo va
antecedido por la presencia de conflictos interpersonales, los cuales al
interiorizarse pueden provocar síntomas. Lo patológico se vincula a la no
aceptación de nuevos roles en uno de los individuos, estando los roles y la
comunicación en la base de la existencia de numerosas problemáticas mentales y
sociales.
La terapia familiar y la perspectiva sistémica
Una de las principales corrientes y la que está más
vinculada a este tipo de terapia es la corriente sistémica. Desde esta
perspectiva se concibe a la familia como un sistema, conjunto de elementos cuya
suma genera un resultado mayor a la simple adición de cada uno de ellos,
naciendo de su interacción nuevos elementos, propiedades y características.
Para la perspectiva sistémica el comportamiento y estado de
uno de los componentes de la familia no puede entenderse separadamente del
sistema, influyendo el sistema en cada individuo y viceversa. La familia sería
un sistema abierto, receptor de información proveniente del medio, viéndose
afectada por el entorno e intercambiando información con él de cara a poder
adaptarse y subsistir. Cada uno de los miembros se ve, pues, afectado por el
medio.
Cambiar las dinámicas de comportamiento
Desde el modelo sistémico no se pretende modificar
directamente la conducta problemática, sino a cambiar las dinámicas familiares
y el patrón de que la provocan, facilitan o le dan utilidad o sentido. Se busca
un camino más indirecto para llegar un mismo fin, a la vez que se provoca una
mejora y potenciación de las dinámicas familiares positivas y de las fortalezas
tanto del sistema como de cada uno de sus componentes.
Algunos de los aspectos claves de la terapia familiar
sistémica son los procesos de comunicación (en el que se trabajan estilos
comunicativos incongruentes a nivel analógico o digital, la afectividad y
emoción expresadas o la presencia de rigidez), la asignación de roles y la
necesidad de cambio de éstos, la estructura clara o difusa de la familia y los
límites entre las personas que pueden permitir o cohibir el proceso de creación
de una identidad propia y autónoma, la negociación en los conflictos o el
establecimiento de relaciones de poder entre los miembros de la familia.
Existen multitud de escuelas y técnicas incluso dentro de
una misma perspectiva. La escuela de Milán, la escuela estructuralista de
Minuchin o la escuela de Palo Alto son ejemplos de diferentes perspectivas
dentro de la corriente sistémica. En cuanto a técnicas concretas, se emplea la
prescripción de tareas, la desequilibración (aliarse temporalmente con uno de
los componentes del sistema para cambiar los límites familiares), la
dramatización, la redefinición de los síntomas de un modo positivo, la
intención paradójica o la instigación.
Las propiedades del sistema de la familia
Dentro del sistema se dan diferentes propiedades:
1.
Causalidad circular
El comportamiento de un miembro del sistema está influido
por el de los demás, así como el propio influye al resto del sistema. Si uno
grita el resto tendrá una reacción, a la vez que la reacción generará una respuesta
en el primero.
2.
Totalidad
El sistema genera respuestas propias debido a la
interacción, siendo más que la mera suma de sus partes.
3.
Equifinalidad
Diferentes personas pueden llegar al mismo punto a través
de diferentes caminos. De este modo dos personas pueden llegar a despertar
ansiedad (por ejemplo) a partir de diferentes estimulaciones.
4.
Equicausalidad
Lo contrario que la equifinalidad. Un mismo punto de
partida puede llevar a diferentes conclusiones. Así, un suceso será vivido de
forma diferente por diferentes personas.
5.
Homeostasis
El sistema tiende a intentar encontrar un estado de
equilibrio. Esto provoca que sean necesarios cambios profundos con el fin de
que se mantengan en el tiempo, o de lo contrario podría volverse al estado
original. Por otro lado, si se logra un cambio consistente que se integre en el
sistema este puede ser mantenido en el tiempo.
La terapia familiar desde otras perspectivas
Cuando hablamos de terapia familiar, generalmente estamos
asociándolo a un tipo de tratamiento vinculado a la corriente sistémica. Sin
embargo, y a pesar de que el desarrollo de la terapia familiar está muy
vinculado a esta corriente de pensamiento, a lo largo de la historia han sido
múltiples las perspectivas teóricas que han trabajado con este tipo de terapia.
En este sentido podemos encontrar que, además de la perspectiva sistémica, esta
forma de terapia ha sido entre otras trabajada desde las dos que puedes ver a
continuación.
Perspectiva
psicodinámica
Algunas corrientes del psicoanálisis han aplicado también
aspectos de la terapia familiar, especialmente aquellas seguidoras de la teoría
de las relaciones objétales. Desde esta perspectiva se ve el síntoma de un
paciente como indicativo del fracaso en la resolución de la secuencia de
desarrollo de uno o ambos progenitores.
Los conflictos existentes hacen que la emoción del infante
se vea reprimida, lo que por un lado provoca que el padre en conflicto recuerde
y reviva su falta de resolución del desarrollo y por el otro que este refleje
sus conflictos en el trato a su hijo. La terapia se centra en visualizar y
trabajar con las relaciones de transferencia y contratransferencia con tal de
ayudar al conjunto de la familia a resolver sus secuencias de desarrollo.
Perspectiva
cognitivo-conductual
Desde esta perspectiva, la terapia se centra en la
resolución directa de un problema concreto presentado por la familia o uno de
sus miembros, siendo el objetivo bastante específico.
La terapia de pareja, el entrenamiento para padres o la
psicoeducación son algunas modalidades que se han tratado desde esta
perspectiva. En algunos casos puede llegar a emplearse a la familia como
coterapeuta, si el objetivo es modificar la conducta de uno de los miembros.
Pero también puede servir para solucionar aspectos disfuncionales de la propia
familia.
Aplicaciones de este tipo de terapia
La terapia familiar se ha venido empleando desde sus
orígenes para ayudar a solventar diversos tipos de problemáticas. Entre ellas
pueden encontrarse las siguientes.
1.
Crisis familiares
La existencia de problemas intrafamiliares que no pueden
ser resueltos por los medios tradicionales han sido frecuentemente motivos de
consulta para la terapia de familia. Una situación difícil, aspectos vinculados
al ciclo vital como el nacimiento de hijos o la llegada de su emancipación, una
muerte cuyo duelo no ha sido elaborado o algún conflicto latente entre sus
miembros son ejemplos válidos.
2.
Terapia de pareja
La terapia de pareja es uno de los subtipos de terapia
familiar que hay. La superación de problemas en la pareja como falta de
comunicación, agotamiento, infidelidad o incompatibilidad en algunos aspectos
de la vida son algunos de los motivos de consulta más frecuente.
3.
Problemas de conducta o trastornos mentales en uno de los miembros
Especialmente cuando el sujeto en cuestión es uno de los
hijos, no es extraño que los progenitores deciden intentar ponerle remedio. En
muchos casos, puede emplearse a los progenitores o familiares como coterapeutas
que puedan facilitar el mantenimiento de los cambios y el seguimiento de programas
establecidos por el terapeuta.
Asimismo, en otros casos los problemas presentados pueden
verse fuertemente influenciados por los patrones de comunicación de las
familias (por ejemplo, hogares desestructurados o parejas que discuten
continuamente pueden contribuir a causar problemas emocionales y de conducta).
4.
Tratamiento de adicciones y otros trastornos
En el tratamiento de diversas adicciones e incluso de otros
trastornos psicológicos puede ser de gran utilidad integrar a los familiares
más cercanos, de manera que éstos puedan ayudar al sujeto a mantenerse alejado
de estímulos que eliciten la respuesta del consumo. También pueden participar
en hacer ver al sujeto la necesidad de continuar con el tratamiento y las
ventajas de dejar de consumir, así como de reforzar las conductas que
favorezcan su recuperación.
5.
Psicoeducación
La psicoeducación con las familias puede ser fundamental de
cara a ayudar a entender al entorno de una persona su situación, que puede
esperarse, que pueden hacer para ayudarle o los pasos que es necesario que dé.
6.
Entrenamiento para padres
El entrenamiento para padres supone una gran ventaja para
aquellos progenitores que tienen hijos con problemas de conducta o que
desconocen cómo hacer frente a situaciones concretas que se estén
experimentando a lo largo de su desarrollo. Se enseña cómo hacer frente a
conductas desadaptativas a través del moldeamiento y de una estimulación
positiva que permita la adaptación del menor.
La
posición del terapeuta
Dentro de la terapia familiar, el terapeuta tiene un papel
particular. Si bien depende de la perspectiva desde la que se aplique la
terapia familiar, por norma general el profesional ha de permanecer en una
posición equidistante entre todos los miembros de la familia presentes en la terapia,
sin tomar partido por ninguno de sus miembros. Ha de procurar que todos los
miembros puedan dar su opinión y que ésta sea escuchada y valorada por los
demás participantes.
Dependiendo del caso y la modalidad de terapia familiar,
ocasionalmente sí que puede establecer alianzas temporales con alguno de los
miembros por tal de focalizar la atención del grupo en determinados aspectos,
pero más adelante se ha de volver a una posición neutra y/o.
En algunos casos habrá de permanecer como un elemento externo
y frío que se limite a señalar los patrones de funcionamiento familiar,
mientras que en otros casos puede ser necesario que represente el papel de un
familiar más con tal de introducir un nuevo elemento en la terapia y ayudar a
hacer ver los diferentes puntos de vista.
Referencias
bibliográficas:
• Almendro,
M.T. (2012). Psicoterapias. Manual CEDE de Preparación PIR, 06. CEDE: Madrid.
• Minuchin,
S. (1974). Familias y terapia familiar. Gedisa: México.
• Ochoa, I.
(1995). Enfoques en terapia familiar sistémica. Herder: Barcelona.
• psicologiaymente.net/clinica/terapia-familiar