¿Debemos aceptar entonces lo que hace la gente a pesar de que nos afecte?
No, una cosa es comprender y aceptar y otra, muy diferente, es resignarse y aguantar. Comprender es ponerte en los zapatos del otro, estar consciente de que nadie puede desilusionarte, ofenderle, abandonarte, sólo tú mismo. Aceptar es reconocer que todos tienen el derecho de buscar la felicidad en la forma que crean conveniente. Por otro lado, aguantar los comportamientos de otro que te afectan, o resignarte a vivir en una relación que no te hace feliz, es jugar a la víctima. Hacerte el mártir y eso va en contra de tu propia naturaleza.