Una
solución que guste a las dos partes
El conflicto es un
hecho natural en nuestra vida. Hay conflictos entre padres e hijos, parientes
políticos, jefes y subalternos, compañeros de trabajo, socios, amigos...
¿Quién no ha tenido experiencia de lo que es un conflicto? Se habla de
personas conflictivas y de situaciones conflictivas, pero el conflicto es la
esencia misma de la vida. Nos lo encontramos a cada momento. Ahora bien, se
convierte en un problema cuando se convierte en norma o hábito, cuando
caracteriza el conjunto del comportamiento. Si el conflicto ocupa una parte tan
importante de nuestra vida, la habilidad que mostremos en gestionarlo reviste
una gran importancia para nuestro equilibrio personal e incluso para nuestra
calidad de vida.
La palabra conflicto en su origen significa choque
Hasta en las
relaciones más amistosas y placenteras surgen ocasionalmente los choques. Hay
un conflicto interpersonal cuando alguien encuentra en el comportamiento de los
demás un obstáculo que se interpone para el logro de los propios objetivos. En
la medida en que las personas tenemos historias personales diferentes y, por lo
tanto, deseos, opiniones y necesidades diferentes es normal que haya
comportamientos diferentes y por tanto choques, debates y colisión de
intereses.
En esas situaciones hacemos valer nuestras necesidades e intereses
del mismo modo que las otras personas hacen valer los suyos. La fuerza de esos
intereses es la que determina la intensidad del conflicto y que la posición sea
conciliable o no.
¿Cómo nacen los conflictos entre personas?
- Por la subjetividad de la
percepción.
Las personas captamos las situaciones de una forma muy diferente. Por
mucho que pretendamos ser objetivos, la distorsión es difícilmente
evitable.
- Por una información incompleta. Hay juicios y opiniones que se emiten conociendo sólo una parte de los hechos.
- Por fallos en la comunicación interpersonal. Porque el emisor no emite en condiciones, porque el código (palabras, gestos...) no es el adecuado o porque el receptor no sabe, no puede o no quiere descifrar el mensaje. Y, además, casi siempre las palabras son insuficientes para transmitir los pensamientos.
- Por diferencias de caracteres.
- Por la pretensión de las
personas de igualar a los demás con uno mismo. Esa dificultad que se
suele tener de aceptar a las personas como son, sin juzgarlas. Dificultad
simplemente para "dejarlos ser".
Thomas Gordon, en una obra titulada "La docena sucia" expone
algunas de las actitudes que provocan conflictos:
- Ordenar, dirigir, mandar,
imponer. Lo
cual produce en las otras personas miedo, resistencia, rebeldía o
actitudes defensivas. A menudo los individuos se sienten rechazados si sus
necesidades personales han sido ignoradas y se sienten humillados si tales
conductas se dan delante de los demás.
- Amonestar, amenazar. Pueden lograr que el otro
obedezca pero será sólo por temor
- Moralizar, sermonear, crear
obligación. Su
intención es que el otro se sienta culpable, obligado y atado. Las
personas sienten la presión de tales mensajes y frecuentemente se resisten
y desatienden.
- Aconsejar, dar soluciones. No es verdad que la gente
siempre quiere un consejo. El consejo, la advertencia, implican
"superioridad" y pueden provocar que el otro se sienta
inadecuado o inferior. El consejo puede hacer al otro un ser dependiente,
no promueve su propio pensamiento creativo.
- Persuadir con lógica,
argüir, sentar cátedra. La persuasión frecuentemente hace que el otro defienda su propia
posición con mayor fuerza. El hecho de tener la lógica de nuestro lado no
trae siempre consigo una mayor obediencia o un asentimiento de los demás.
- Juzgar, criticar, censurar. Más que ningún otro mensaje,
éste hace que la persona se sienta incómoda, incompetente o tonta.
- Ridiculizar, avergonzar. Tales mensajes tienen un
efecto devastador porque destruyen la imagen que el otro tiene de sí
mismo.
- Interpretar, analizar,
diagnosticar.
Decirle al otro qué es lo que realmente está sintiendo, cuáles son sus
verdaderos motivos o por qué está actuando de tal manera, puede ser muy
amenazante. Hacer el papel de psicoanalista con los demás es peligroso y
frustrante para ellos. Las interpretaciones frenan la comunicación porque
desaniman al otro a expresar más de sí mismo.
- Preguntar, interrogar,
sondear. La
respuesta de las personas al sondeo o interrogatorio es a menudo sentirse
en el banquillo de los acusados. Muchas personas sienten que el
interrogador es un entrometido. Las preguntas restringen de forma drástica
la cantidad de información que podrían dar los demás si solamente se les
animara a que hablaran de forma espontánea.
- Distraer, desviar, hacer
bromas. En
general somos muy serios cuando hablamos de algo personal. Cuando nos
responden bromeando esto puede hacernos sentir heridos o rechazados. Y la
consecuencia es el silencio y el bloqueo.
¿Qué repercusiones tiene el conflicto?
El conflicto puede generar tanto consecuencias negativas como positivas.
- Cuando el conflicto se
enquista y es duradero se almacena presión que puede ser fuente de
violencia.
- En la medida que origina
frustración produce hostilidad y resentimientos contra el otro.
- Puede llegar ser la causa de
aumento de la ansiedad y de múltiples síntomas psicosomáticos, como
dolores de cabeza, insomnio, etc.
- El conflicto estimula
defensas individuales y por eso aumenta la capacidad de los individuos
para afrontar situaciones.
- Ayuda a que se consolide el
realismo en las personas en la medida que a lo largo de la vida se va
percibiendo que la realidad es terca y los choques van colocando a cada cual
en su lugar, de tal manera que se terminan estableciendo los propios
límites y el respeto a los derechos ajenos.
- Cuando los conflictos son de un grupo contra otro, los grupos se cohesionan internamente.
http://revista.consumer.es/web/es/20040301/interiormente/68165.php