CODEPENDENCIA.
CONTAGIO FAMILIAR
Una persona codependiente es alguien que
ha permitido
que la conducta de otro la afecte
al punto de obsesionarse por controlar su
conducta.
Melody Beattie
Aunque en nuestro medio seamos las mujeres en su
gran mayoría las que sufrimos con mayor frecuencia de este desequilibrio
emocional, cada vez más hombres se hacen codependiente de sus parejas
alcohólicas debido a los nuevos roles que la mujer ha ido desempeñando en
nuestra sociedad en donde el alcohol es ingrediente importante a la hora de
divertirse, hacer negocios o hacer nuevos amigos.
Así como es importante conocer de primera mano todo
lo relacionado con el alcoholismo, para comprender mejor las características de
la enfermedad, también es importante comenzar a recopilar información sobre
este estado emocional llamado codependencia.
Los que padecemos de ella por contagio del
alcoholismo, desarrollamos un comportamiento obsesivo por la persona
alcohólica, tratando de controlar su forma de beber. Queremos evitar a toda
costa escenas que nos hacen sentir avergonzados, mentimos por ellos para evitar
que los despidan, buscamos afanosamente por toda la casa aquella botella
escondida, regamos licor en los fregaderos, nos enojamos cada vez que llega
ebrio y juramos que será la "última vez" que los ayudamos, sentimos
que es nuestra culpa su forma de beber y tratamos de hacer cada vez más cosas
para evitarle disgustos para ver si de esa forma "ya no bebe más".
Tenemos el control de los hijos, las finanzas, las relaciones con los amigos y
en general todo lo que tiene que ver con la familia. Nos sentimos grandes, capaces
de solucionarlo todo y tenemos la falsa idea de que sin nosotros, los que están
a nuestro alrededor no podrían vivir. No
aceptamos que tenemos un problema entre manos porque ocultamos nuestros
sentimientos y creemos con firmeza que vamos a encontrar por nuestros propios
medios y con nuestra inteligencia, la solución que al fin nos dará la paz y la
felicidad que tanto anhelamos.
Un codependiente es aquella persona que un adicto
necesita cerca para que pueda propiciar su adicción. Es aquel que paga las
cuentas, compra el licor para la fiesta o sale a la madrugada a comprarlo para
que pueda seguir bebiendo y así "evitar problemas", soporta insultos
verbales, maltrato psicológico y muchas veces agresiones físicas y no hace nada
al respecto porque si lo hace "me deja y yo lo amo mucho".
Su idea de amor está basada en el control y en la
obsesión. Sin darse cuenta se convierte en la persona que a veces hace más daño
en la familia, porque agrede, insulta, descalifica, se enoja con mucha
facilidad, grita para que los hijos le hagan caso, ofende con sus comentarios,
es irónica y sarcástica y todo eso lo hace sin tomarse un solo trago ni haber
consumido ninguna sustancia.
Un codependiente sufre más por lo que imagina que
por lo que realmente sucede. Fabrica películas de lo que hará o de lo que no
hará, de lo que le dirá o no le dirá, de lo que le gustaría vivir si no tuviera
esa familia, pero no lleva ninguna de sus opciones a la práctica. Da por hecho
situaciones que supone son ciertas y cualquier indicio es una prueba firme de
que su ser querido ha vuelto a tomar.
Un codependiente le tiene miedo a todo y a todos.
El miedo lo paraliza y le impide llevar a cabo cualquier mejora en su vida. Su
autoestima ha sido lastimada porque ha sido objeto de abusos pero el miedo no
lo deja tomar acción. Tiene problemas de merecimiento, no acepta los cumplidos,
siempre le da lo mejor a los demás y se relega al último lugar y en general se
olvida de sí mismo para que los demás puedan ser felices.
El éxito del codependiente es el éxito de los hijos
o de los más cercanos. Su bienestar es el bienestar de los otros. Su vida gira
en torno al estado de ánimo del bebedor y en todo lo que hace y de todos los
que se encuentran a su alrededor.
No es extraño entonces, que con semejante carga
emocional, un codependiente sufra serios daños en su salud. Su sistema
nervioso, su sistema digestivo, el corazón y los músculos resultan afectados,
ocasionándole enfermedades severas por el alto nivel de estrés que maneja,
porque no se alimenta a horas ni adecuadamente, trasnocha con frecuencia
esperando a que llegue su ser querido y en general descuida su salud por estar
pendiente del alcohólico y de todos los demás.
La codependencia es progresiva y mortal al igual
que el alcoholismo. En estado de celos e intenso apego, han ocurrido muchas
muertes y aquella frase que dice "si no es para mí, no es para
nadie", cobra vida y se convierte en tragedia. O aquella que a veces decimos con bastante
ligereza "sin ti no puedo vivir", se convierte en la razón de que
cada vez más la cifra de suicidios "por amor" vaya en aumento.
El hecho de vernos en apariencia normales, sin
síntomas aparentes de enfermedad o desequilibrio, sin olores extraños ni días
de resaca, hace que sea mucho más difícil de notar nuestro nivel de
codependencia. Eso sumado a la actitud de la sociedad en la que alaba el hecho
de meterse en asuntos que no nos corresponden, por aquello de que es "tan
servicial" y de que se vea como virtud "sacrificarse" por el
otro, hace que no nos demos cuenta que nuestro problema es tan o más grave que
el que vive el alcohólico y nos impida buscar ayuda.
A veces recurrimos a un Programa de Doce Pasos para
que nos ayuden a ayudar a nuestro ser querido. Pero no nos damos cuenta de que
somos nosotros lo que necesitamos ayuda. De que nuestra vida no está en
nuestras manos y que estamos afectando con nuestro comportamiento a todos los
que nos rodean.
Necesitamos encontrarnos. Saber quiénes somos, qué
queremos, amarnos intensamente, conocernos por dentro y por fuera, poner
límites para que no nos sigan haciendo más daño, decir sí, cuando queremos
decir sí y decir no, cuando queremos decir no, liberarnos de la culpa, el
miedo, la angustia, la vergüenza y la ira que nos carcome el cuerpo. En una
palabra, hacernos cargo de nosotros. Solo entonces tendremos material
suficiente y la fuerza necesaria para ayudar a otro. Jamás podré dar de lo que
no tengo, ni enseñar algo que no sé. El cambio empezará por mí y ya llegarán
los otros. Nunca es afuera. Siempre es adentro. Y solo cuando yo logre un
equilibrio sano, seré ejemplo para que los que viven conmigo empiecen a pensar
en el cambio.
Los libros de Melody Beattie son la literatura de
los grupos de CODA. Allí hay suficiente información sobre la codependencia para
ir despejando e identificando algunos de los síntomas de esta enfermedad.
"Ya no seas codependiente" es uno de sus libros de codependencia por
excelencia.
Robin Norwood con su libro "Las mujeres que
aman demasiado" ha sido también la fuente para el grupo de Doce pasos de
las Mujeres Adictas a las Relaciones.
Walter Riso tiene títulos como "Amar o
depender", "Ama y no sufras", "Si sufres cuando amas",
que nos muestra más detalladamente la codependencia en las relaciones de
pareja.
"Como ayuda Al-Anon a familiares y amigos de
alcohólicos" de Al-Anon muestra cómo los codependientes por alcoholismo
sufren de los mismos síntomas del alcohólico: Obsesión, angustia, ira, negación
y culpa.
Si bien los libros nos dan ejemplos y nos narran
situaciones en las que nos vemos reflejados, es importante resaltar de ellos la
parte que nos ayuda. Todos ellos ofrecen opciones y sugerencias para poner en
práctica y empezar a mejorar nuestra reacción codependiente. Es allí donde se
deben hacer los mejores esfuerzos y no quedarnos en la mera identificación con
el problema. Seguir alimentando el
problema no nos va a ayudar. Solo poniendo en práctica las soluciones veremos
resultados. Escribir esas sugerencias en un cuaderno nos ayudará para que sean más
fáciles de recordar y de traer al presente cuando necesitemos de su aplicación.
Tomado de:
http://pasodoce.blogspot.com.co