sábado, octubre 07, 2017

CODEPENDENCIA. CONTAGIO FAMILIAR

CODEPENDENCIA. CONTAGIO FAMILIAR



Una persona codependiente es alguien que ha permitido
que la conducta de otro la afecte
al punto de obsesionarse por controlar su conducta.
Melody Beattie


Aunque en nuestro medio seamos las mujeres en su gran mayoría las que sufrimos con mayor frecuencia de este desequilibrio emocional, cada vez más hombres se hacen codependiente de sus parejas alcohólicas debido a los nuevos roles que la mujer ha ido desempeñando en nuestra sociedad en donde el alcohol es ingrediente importante a la hora de divertirse, hacer negocios o hacer nuevos amigos.

Así como es importante conocer de primera mano todo lo relacionado con el alcoholismo, para comprender mejor las características de la enfermedad, también es importante comenzar a recopilar información sobre este estado emocional llamado codependencia.

Los que padecemos de ella por contagio del alcoholismo, desarrollamos un comportamiento obsesivo por la persona alcohólica, tratando de controlar su forma de beber. Queremos evitar a toda costa escenas que nos hacen sentir avergonzados, mentimos por ellos para evitar que los despidan, buscamos afanosamente por toda la casa aquella botella escondida, regamos licor en los fregaderos, nos enojamos cada vez que llega ebrio y juramos que será la "última vez" que los ayudamos, sentimos que es nuestra culpa su forma de beber y tratamos de hacer cada vez más cosas para evitarle disgustos para ver si de esa forma "ya no bebe más". Tenemos el control de los hijos, las finanzas, las relaciones con los amigos y en general todo lo que tiene que ver con la familia. Nos sentimos grandes, capaces de solucionarlo todo y tenemos la falsa idea de que sin nosotros, los que están a nuestro alrededor no podrían vivir.  No aceptamos que tenemos un problema entre manos porque ocultamos nuestros sentimientos y creemos con firmeza que vamos a encontrar por nuestros propios medios y con nuestra inteligencia, la solución que al fin nos dará la paz y la felicidad que tanto anhelamos.

Un codependiente es aquella persona que un adicto necesita cerca para que pueda propiciar su adicción. Es aquel que paga las cuentas, compra el licor para la fiesta o sale a la madrugada a comprarlo para que pueda seguir bebiendo y así "evitar problemas", soporta insultos verbales, maltrato psicológico y muchas veces agresiones físicas y no hace nada al respecto porque si lo hace "me deja y yo lo amo mucho".
Su idea de amor está basada en el control y en la obsesión. Sin darse cuenta se convierte en la persona que a veces hace más daño en la familia, porque agrede, insulta, descalifica, se enoja con mucha facilidad, grita para que los hijos le hagan caso, ofende con sus comentarios, es irónica y sarcástica y todo eso lo hace sin tomarse un solo trago ni haber consumido ninguna sustancia.

Un codependiente sufre más por lo que imagina que por lo que realmente sucede. Fabrica películas de lo que hará o de lo que no hará, de lo que le dirá o no le dirá, de lo que le gustaría vivir si no tuviera esa familia, pero no lleva ninguna de sus opciones a la práctica. Da por hecho situaciones que supone son ciertas y cualquier indicio es una prueba firme de que su ser querido ha vuelto a tomar.

Un codependiente le tiene miedo a todo y a todos. El miedo lo paraliza y le impide llevar a cabo cualquier mejora en su vida. Su autoestima ha sido lastimada porque ha sido objeto de abusos pero el miedo no lo deja tomar acción. Tiene problemas de merecimiento, no acepta los cumplidos, siempre le da lo mejor a los demás y se relega al último lugar y en general se olvida de sí mismo para que los demás puedan ser felices.
El éxito del codependiente es el éxito de los hijos o de los más cercanos. Su bienestar es el bienestar de los otros. Su vida gira en torno al estado de ánimo del bebedor y en todo lo que hace y de todos los que se encuentran a su alrededor.

No es extraño entonces, que con semejante carga emocional, un codependiente sufra serios daños en su salud. Su sistema nervioso, su sistema digestivo, el corazón y los músculos resultan afectados, ocasionándole enfermedades severas por el alto nivel de estrés que maneja, porque no se alimenta a horas ni adecuadamente, trasnocha con frecuencia esperando a que llegue su ser querido y en general descuida su salud por estar pendiente del alcohólico y de todos los demás.

La codependencia es progresiva y mortal al igual que el alcoholismo. En estado de celos e intenso apego, han ocurrido muchas muertes y aquella frase que dice "si no es para mí, no es para nadie", cobra vida y se convierte en tragedia.  O aquella que a veces decimos con bastante ligereza "sin ti no puedo vivir", se convierte en la razón de que cada vez más la cifra de suicidios "por amor" vaya en aumento.

El hecho de vernos en apariencia normales, sin síntomas aparentes de enfermedad o desequilibrio, sin olores extraños ni días de resaca, hace que sea mucho más difícil de notar nuestro nivel de codependencia. Eso sumado a la actitud de la sociedad en la que alaba el hecho de meterse en asuntos que no nos corresponden, por aquello de que es "tan servicial" y de que se vea como virtud "sacrificarse" por el otro, hace que no nos demos cuenta que nuestro problema es tan o más grave que el que vive el alcohólico y nos impida buscar ayuda.

A veces recurrimos a un Programa de Doce Pasos para que nos ayuden a ayudar a nuestro ser querido. Pero no nos damos cuenta de que somos nosotros lo que necesitamos ayuda. De que nuestra vida no está en nuestras manos y que estamos afectando con nuestro comportamiento a todos los que nos rodean.

Necesitamos encontrarnos. Saber quiénes somos, qué queremos, amarnos intensamente, conocernos por dentro y por fuera, poner límites para que no nos sigan haciendo más daño, decir sí, cuando queremos decir sí y decir no, cuando queremos decir no, liberarnos de la culpa, el miedo, la angustia, la vergüenza y la ira que nos carcome el cuerpo. En una palabra, hacernos cargo de nosotros. Solo entonces tendremos material suficiente y la fuerza necesaria para ayudar a otro. Jamás podré dar de lo que no tengo, ni enseñar algo que no sé. El cambio empezará por mí y ya llegarán los otros. Nunca es afuera. Siempre es adentro. Y solo cuando yo logre un equilibrio sano, seré ejemplo para que los que viven conmigo empiecen a pensar en el cambio.

Los libros de Melody Beattie son la literatura de los grupos de CODA. Allí hay suficiente información sobre la codependencia para ir despejando e identificando algunos de los síntomas de esta enfermedad.

"Ya no seas codependiente"  es uno de sus libros de codependencia por excelencia.

Robin Norwood con su libro "Las mujeres que aman demasiado" ha sido también la fuente para el grupo de Doce pasos de las Mujeres Adictas a las Relaciones.

Walter Riso tiene títulos como "Amar o depender", "Ama y no sufras", "Si sufres cuando amas", que nos muestra más detalladamente la codependencia en las relaciones de pareja.

"Como ayuda Al-Anon a familiares y amigos de alcohólicos" de Al-Anon muestra cómo los codependientes por alcoholismo sufren de los mismos síntomas del alcohólico: Obsesión, angustia, ira, negación y culpa.

Si bien los libros nos dan ejemplos y nos narran situaciones en las que nos vemos reflejados, es importante resaltar de ellos la parte que nos ayuda. Todos ellos ofrecen opciones y sugerencias para poner en práctica y empezar a mejorar nuestra reacción codependiente. Es allí donde se deben hacer los mejores esfuerzos y no quedarnos en la mera identificación con el problema.  Seguir alimentando el problema no nos va a ayudar. Solo poniendo en práctica las soluciones veremos resultados. Escribir esas sugerencias en un cuaderno nos ayudará para que sean más fáciles de recordar y de traer al presente cuando necesitemos de su aplicación.



Tomado de:

http://pasodoce.blogspot.com.co