Los 8 tipos
de conflictos familiares y cómo gestionarlos
Las discusiones y las disputas en la
familia pueden llegar a ser una gran fuente de malestar.
El término familia comprende a un grupo de personas
integrado por personas unidas por relaciones filiales, es decir, padres,
hijos y hermanos o por vínculos de pareja. Este sistema es comprendido como
una totalidad abierta, en la que todos los componentes están estrechamente
relacionados.
Debido a esta estrecha e íntima relación, la conducta de
cualquiera de ellos puede afectar a la dinámica de la familia. Como es
natural, las disputas y conflictos familiares forman parte de estas
dinámicas. Sin embargo, existen diferentes tipos de conflicto familiar;
según el tipo de vínculo entre las personas o según la causa que lo origine.
Discusiones y disputas en la familia
Los conflictos o disputas constituyen un elemento
inseparable del hecho de vivir en sociedad, dado esta está compuesta por
muchos y diferentes individuos con diversas opiniones y formas de pensar.
Además, un conflicto bien gestionado se establece como un medio para la el
desarrollo y progreso, por lo que es necesario afrontarlo para poder aprender
de él.
Evidentemente, el conflicto familiar es algo natural, puesto
que en la convivencia de los miembros de una unidad familiar, con diferentes
edades, pensamientos y formas de ver la vida el conflicto es algo inevitable.
No obstante, lo fundamental no es evitar el conflicto a toda costa, puesto que
eso es imposible, sino evitar la escalada de agresividad y manejarlo de forma
inteligente y asertiva.
En el momento en el que en una familia o unidad familiar
aparece un conflicto, aparece también una inestabilidad que puede
acarrear frustraciones y preocupacionesdesmesuradas en algunos miembros.
Además, pueden comenzar a resurgir antiguos problemas que no fueron
solucionados y que solamente contribuyen a hacer la bola del conflicto más
grande.
Cualquier clase de crisis familiar requiere de la
cooperación de todos los integrantes, así como de una transformación y
adaptación a una nueva situación; puesto que durante una disputa familiar las
reglas impuestas en el contexto familiar se vuelven inciertas y es necesario
volver a trabajar en ellas.
Tipos de conflictos familiares
Existen varias formas de categorizar los diferentes tipos de
conflictos familiares. Esta categorización puede ir en base al tipo de relación
que existe entre los agentes implicados en la disputa o en base al foco o causa
del conflicto.
1. Tipos de conflictos familiares según el tipo de
relación
Dependiendo del tipo de relación o parentesco que exista
entre los miembros de la familia se pueden diferenciar cuatro tipos de
conflictos familiares.
1.1. Conflictos de pareja
Es irremediable que surjan disputas o crisis en el contexto
de pareja; sin embargo, si las personas son capaces de manejarlos de manera
adecuada estos conflictos pueden servir para favorecer el refuerzo del
vínculo de pareja.
Habitualmente estas dificultades surgen de forma natural a
raíz de problemas de comunicación o de malos entendidos. Las causas más comunes
de los conflictos cotidianos en la pareja son:
- Problemas
de comunicación: expresiones incorrectas, reproches, discurso
emocional, insultos, etc.
- Sensación
de pérdida de libertad y autonomía por parte de uno de los miembros de la
pareja.
- Tratar
de cambiar la manera de ser de la otra persona.
- Falta
de habilidades de resolución de problemas.
1.2. Conflictos entre padres e hijos
Según la etapa del desarrollo en la que se encuentren cada
uno de las partes implicadas en el conflicto se pueden subdividir en tres
categorías:
- Conflictos
durante la etapa infantil: los conflictos suelen girar en torno al
desarrollo de la autonomía del niño. En estos casos o bien los padres no
tiene claro cómo conceder esa autonomía, o bien no creen que el
hijo se esté orientando hacia la dirección que ellos creen correcta.
- Conflictos durante la adolescencia: es la etapa en la que mayor número de conflictos surgen. Estos aparecen cuando los hijos tienen entre 12 y 18 años y vienen dados por las fluctuaciones o altibajos emocionales propios de este período.
- Conflictos
con hijos adultos: cuando los hijos alcanzan la mayoría de edad supone el
comienzo de la convivencia entre personas ya adultas. Las cuales suelen
tener diversas maneras de pensar y de entender cómo vivir u organizar su
vida, por lo que esta época también es susceptible de provocar
algunos conflictos familiares.
1.3. Conflictos entre hermanos
Este tipo de conflictos son de los más habituales y los que
más perduran independientemente de la etapa vital en la que se encuentren cada
uno de ellos. Estos altercados suelen mantenerse durante muy poco tiempo y la
mayoría de las veces no es obligatoria la intromisión de los padres.
La cara positiva de este tipo de conflictos es que
constituyen un preludio de los conflictos que pueden aparecer en la edad
adulta, y por lo tanto sirven de iniciación y aprendizaje para la vida
adulta.
1.4. Conflictos con la tercera edad
Cuando una persona adulta ingresa en la etapa de la tercera
edad los cambios que experimenta son sumamente trascendentales. Tanto a nivel
biológico, cuando la persona advierte el propio deterioro corporal; como a
nivel social, en el que aparecen acontecimientos como la jubilación, la
pérdida de amistades o seres amados, etc.
Este conjunto de cambios pueden ser experimentados de manera
muy dramática por la persona, dando lugar a conflictos con el resto de
componentes del núcleo familiar.
2. Según el foco del problema
Estos conflictos se categorizan según la fuente o foco del
problema, y aunque se describen de forma separada pueden darse más de un tipo
al mismo tiempo.
2.1. Crisis propias del ciclo vital
Cada cambio o salto de una etapa del ciclo vital a otra suele
venir acompañado de algún conflicto, esto es debido una serie de
factores como nuevas responsabilidades, asimilación de nuevos roles o
acontecimientos como matrimonios, jubilaciones o defunciones.
Si estos conflictos intentan ser neutralizador o son gestionados
de forma poco perspicaz, pueden llegar a transformarse en auténticas crisis
familiares.
2.2. Crisis externas
El origen de estas crisis se encuentra en la aparición
repentina de un acontecimiento inesperado**. Estos acontecimientos abarcan desde
la pérdida de un empleo, alguna clase de accidente, el fallecimiento de
una persona querida, etc.
Lo que suele caracterizar a estas crisis es la
búsqueda de culpables por parte de la persona más afectada, en vez de
procurar acostumbrarse a las nuevas circunstancias.
2.3. Crisis estructurales
En esta clase de dificultades se repiten y renuevan antiguas
crisis o sucesos, haciendo que los conflictos reaparezcan entre los miembros de
la familia.
2.4. Crisis de atención
Estas crisis son propias de unidades familiares en las que
residen personas dependientes o desvalidas. En estos casos los conflictos
aparecen cuando las personas encargadas de su cuidado ven limitadas o
restringidas sus actividades habituales o sus libertades.
Consejos para manejar los conflictos familiares
Es necesario comprender que en una situación de conflicto
familiar no todo es negativo. Un conflicto puede suponer una ocasión perfecta
para aprender nuevas formas de resolver problemas. Antes que nada hay que
identificar las causas concretas del conflicto para así poder trabajar los
posibles cambios sobre ellas.
Algunas tácticas o estrategias para manejar las disputas de
forma eficaz son:
1. Practicar la escucha activa
Atender plenamente a aquello que el otro está intentando
trasladar, así como asegurarse de haber entendido sus demandas y de que la otra
persona sea consciente de que se le ha entendido.
2. Vigilar la forma de hablar
Utilizar un lenguaje cuidado y unas expresiones correctas
son esenciales para mantener una buena comunicación.
Una buena forma de expresar los sentimientos de una forma
adecuada es reemplazando los reproches por manifestaciones de lo que se está
sintiendo o de aquello en que la persona se siente lastimada o dolida.
Asimismo, es necesario plantear o sugerir soluciones alternativas a los
problemas que han causado la crisis.
3. Permitir la intervención de todos los implicados
Es muy frecuente que en cualquier tipo de disputa las
personas implicadas se quiten la palabra entre ellas, o que no quieran que
algunos de los otros implicados intervengan en la solución del problema.
No obstante, este es un grave error. Puesto que no se debe
priorizar a ninguna de las partes implicadas y todas ellas tienen el derecho y
obligación de intervenir al mismo nivel.
4. Manifestar afecto
A pesar de estar experimentando una situación de conflicto
que puede resultar estresante, es importante continuar expresando
muestras de cariño y afecto; ya que estas rebajan los niveles de
tensión en las relaciones.
5. Encontrar el lugar y momento idóneo
Debido al componente emocional de los conflictos familiares,
en muchas ocasiones las personas tienden a discutir en cualquier momento y
lugar. Sin embargo, es mejor posponer la discusión para cuando
los ánimos estén más calmados y el contexto acompañe y facilite el diálogo.