La ironía y el sarcasmo
El uso continuado de la ironía, lejos de ser un rasgo de
elegante ingenio, puede llegar a ser en realidad un arma de doble filo con la
que minar nuestra autoestima. Bien es cierto que en ocasiones, este recurso
puede parecernos muy original, y que quienes lo utilizan, pueden a veces darnos
una falsa imagen de sutil atractivo y sentido del humor.
En el mundo del cine, las series de televisión e incluso en
la literatura, nos encontramos a menudo con este tipo de personajes tan hábiles
en el uso de la ironía y el sarcasmo. Ahora bien ¿Qué hay en realidad detrás de
sus personalidades? Individualismo, algo de prepotencia y un peculiar talento
para despreciar a quienes están a su alrededor.
El creador de la “ironía mala” suele lanzarnos comentarios
que buscan en realidad, ponernos en evidencia de algo. Y para ello, no dudan en
usar el sarcasmo para atacarnos del modo más sutil y particular posible, pero
aún así, sigue siendo una ofensa. ¿Has recibido en alguna ocasión este tipo de
frases malintencionadas? Hablemos hoy sobre ello y aprendamos también a
defendernos.
Los límites
de la ironía
A menudo suele decirse que para fomentar la felicidad
cotidiana, nunca está de más practicar el sentido del humor e incluso el
burlarnos de nosotros mismos. Es quizá un modo de relativizar las cosas y de ser
también, algo más humildes.
Nunca viene mal destensar un poco una situación con una
frase irónica. Es un rasgo ingenioso y nos ayuda a sonreír. Esto es lo que
llamamos sin duda “ironía positiva”, ésa que no hace daño y que no busca atacar
a nadie. No obstante, no podemos pasar por alto esa otra que pretende,
“conscientemente”, hacer daño a quien se
tiene en frente.
Pensemos en esas relaciones tóxicas de pareja donde uno de
los miembros ejerce el control sobre la otra persona. El uso continuado de la
ironía o el sarcasmo es un modo de dominar a la vez que de humillar, de subestimar
nuestra valía, de desmotivarnos y de quitarnos día a día la energía.
El psicólogo argentino Bernardo Stamateas, nos explica que
el recurso de la ironía y el sarcasmo es muy habitual en los perfiles de las
personas tóxicas. Ya sean nuestras parejas, compañeros de trabajo e incluso
nuestros familiares, la finalidad siempre es la misma: minar lentamente nuestra
motivación y el valor que tenemos de nosotros mismos. “Si tú disminuyes, si tú
te ves cada vez más pequeño y frágil, ellos adquirirán poder y tendrán más
control sobre tu persona”
Los artesanos de esta ironía malintecionada, tienen muchas
máscaras, y aunque es posible que bajo ellas se esconda una baja autoestima o
una falta de seguridad en sí mismos, debes ir con cuidado para saber poner límites.
Para lograr que no te destruyan por dentro.
Cómo defendernos
de la ironía negativa
Si en tu entorno personal o laboral, existe una persona
habituada a utilizar el recurso de la ironía desde su vertiente más negativa,
debes saber que hay que ponerle unos límites determinados lo antes posible. De
no hacerlo, de permitir que se nos vulnere y ataque, es posible que día a día
“su arte” vaya a más y que le permitamos tener más poder.
Un recurso puntual puede convertirse en hábito, y el hábito
en dominación cuando perciben que tienen éxito y que consiguen humillarnos. No
lo permitas, no dejes que te hieran con el ese tipo de ironías en ninguna
ocasión.
Te explicamos de modo sencillo como defenderte.
1. Recibimos un
comentario irónico. ¿Qué es lo primero que debemos hacer? Piensa y analiza
lo que te han dicho, no te precipites a decir lo primero que te venga a la
cabeza. Hay personas muy hábiles con el recurso del sarcasmo, así que es
posible que no haya ningún ataque sobre tu persona. Guarda silencio y mantén la
tranquilidad mientras analizas las palabras que te han dirigido.
2. ¿Te han atacado? ¿Han vulnerado tu autoestima? Lo último que debes hacer es devolverle
otra ironía, porque de hacerlo, entramos en su mismo juego. Un juego
cobarde donde no se dicen las palabras directas y con sinceridad. Tú eres una
persona íntegra y no necesitas jugar con los términos ni con las personas para
decir lo que piensas.
3. Ahora di en voz
alta lo que ha querido decir esta persona en cuestión, sin utilizar ironías:
¿Me estás llamando cobarde? ¿Me estás diciendo que yo no soy capaz de hacer
esto? ¿Piensas que soy menos válido/a que tú? Expón la ofensa en toda su
crudeza para que la otra persona reaccione y la argumente, hazlo de forma
tranquila y con aplomo, esperando que quien tengas delante, pueda argumentarse.
La ironía, lejos de un escenario teatral, siempre suele ser
dañina. Nunca permitas que ironicen sobre tu persona o sobre tus capacidades.