Saber perder
No saber perder es montar en cólera cuando pierdes, con
reacciones de frustración exageradas. No saber perder es aceptar
cualquier medio para el fin de ganar, renunciando a valores como la honestidad,
la humildad y la integridad. No saber perder es culpabilizarte
demasiado por haber cometido un error y no ser compasivo para perdonarte por tu
equivocación y seguir adelante. No saber perder es no arriesgarte por miedo a
fracasar, no tomar riesgos por pánico a que las cosas salgan mal. No saber
perder es no aceptar que otro pueda ser mejor que tú, estar más preparado que
tú o simplemente pueda haber tenido más suerte que tú. No saber perder es
sentirte humillado por la derrota, avergonzado y con ganas de desaparecer. No
saber perder también es humillar a otros cuando tú ganas y reírte de ellos.
Se aprende a perder desde pequeños, con el juego como
experiencia para aprender a frustrarse, como primer contacto con la competición
y a través de la socialización con otros niños. Jugando, aprendemos a
frustrarnos, a desarrollar nuestra disciplina y concentración mientras
afrontamos sin rendirnos algo que nos está costando y que no sale a la primera
tal y como queríamos. Los adultos educamos a los niños para que acepten
perder como parte del juego, sin que se sientan perdedores por perder. “Si
no sabes perder, es mejor que no juegues” es un buen mensaje a un niño que se
enoja cuando pierde. Se educa bien a los niños cuando se les enseña la
diferencia entre tener una sana autoestima y el hecho puntual de ganar y
perder. La victoria y la derrota no son la medida de la autoestima, sólo miden
el ego. La autoestima, de niño y de mayor, es el amor incondicional hacia uno
mismo.
Son mensajes que también son útiles para los adultos. Perder
no es ser un perdedor, lo que te convierte en un perdedor no es una derrota
sino tu actitud hacia ella. La actitud del perdedor es no valorar el
esfuerzo y la pasión puesta en lo que uno hace, centrándose sólo en el
resultado. También es rendirse pronto, abandonar precipitadamente porque no se
gana cuando uno querría, sin aceptar que cada proceso tiene su tiempo. La
actitud del perdedor es no agradecerse la experiencia de aprendizaje en la
derrota. También es enfadarse con el ganador, restarle mérito y no felicitarle.
Quien te ha ganado también tiene derecho a ganar. La actitud del perdedor es
culpar a factores externos incontrolables por tu derrota. Culpar a un árbitro,
a un compañero de trabajo, a un cliente, a cualquiera en definitiva que sirva
de excusa para no asumir la responsabilidad propia.
Perder es un proceso más en el juego de la vida. Perder
es un buen maestro, da lecciones de vida que no olvidarás. Perder hace que
valores más la victoria, apreciando los momentos de esfuerzo y frustración como
parte de tu crecimiento personal. Perder, en definitiva, es la mejor señal de
que estás jugando el partido de tu vida. Como decía Henry Ford, los que renuncian
son más numerosos que los que fracasan.
Original tomado de : http://www.parentepsis.com/aprender-a-perder/
Original tomado de : http://www.parentepsis.com/aprender-a-perder/