LA ANSIEDAD Y LA SALUD
A nadie le gusta experimentar
ataques de estrés o de ansiedad. Cuando esto ocurre de forma crónica, su impacto
puede quedarse en una simple molestia o llegar a ser un grave peligro para la
salud. Si has padecido alguna situación aislada de alto estrés, tu reacción
física a la emoción puede afectarte más de lo que creías. Sigue leyendo si
quieres descubrir cómo la ansiedad puede cambiar tu cuerpo, ya sea mediante una
reacción inmediata al estrés o a través de una larga batalla.
Cuando el cuerpo empieza a sufrir
ansiedad, puedes experimentar...
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Problemas de garganta. Esa voz ronca que parece haber poseído a tus cuerdas vocales es una
reacción inmediata a situaciones de estrés. Cuando tienes ansiedad, los fluidos se desvían
hacia zonas fundamentales del cuerpo, lo que provoca espasmos en los
músculos de la garganta. Esto produce tensión y rigidez, que resecan la
garganta y dificultan el hecho de tragar.
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Reacciones del hígado. Cuando el cuerpo pasa por épocas de estrés y ansiedad, el sistema
suprarrenal produce una cantidad excesiva de la hormona del estrés llamada
cortisol. Al generarse dicha hormona, el hígado produce más glucosa, el
azúcar energético de la sangre que se ocupa de las reacciones naturales de
nuestro cuerpo. Para la mayoría de personas, esta cantidad extra de azúcar en
la sangre puede reabsorberse sin mayor problema. En cambio, para los que tienen
riesgo de sufrir diabetes, este azúcar adicional podría provocar
problemas de salud.
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Reacciones cutáneas. Ese sudor frío o el enrojecimiento de mejillas, consecuencias de un
cambio en el flujo sanguíneo, son respuestas inmediatas del cuerpo ante una
situación de estrés. Cuando experimentamos ansiedad, el sistema nervioso
simpático envía más sangre a los músculos. Esto podría acelerar el
envejecimiento de la piel. Entre otras reacciones, también se
incluyen la transpiración y
hasta un aumento de la histamina,
que puede dar lugar a inflamaciones. Según el Centro Médico de la Universidad
de Maryland, el estrés severo y la ansiedad también pueden provocar eccemas.
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La actividad del bazo. La ansiedad no solo afecta a órganos tan obvios como el cerebro o el
corazón, sino también al bazo e incluso a las células sanguíneas. Con el fin de
distribuir más oxígeno en el cuerpo ante una situación de estrés, el bazo libera glóbulos rojos y
blancos adicionales. El flujo sanguíneo también se incrementa
entre un 300 y un 400% durante
este proceso para preparar al resto del cuerpo frente a las necesidades
añadidas.
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Tensión en los músculos. Cuando empiezas a sentir la ansiedad, el cuerpo se tensa de forma
natural, creando presión en los grupos musculares más amplios. El estrés y la
ansiedad crónicos suelen exacerbar esta tensión, que puede dar lugar a dolores de cabeza, rigidez en los hombros, dolor de cuello e
incluso migrañas. La
gente en un estado constante de estrés también tiene más riesgo de sufrir trastornos osteomusculares crónicos.
Después de un tiempo, la ansiedad
crónica puede afectar a…
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Tu corazón. Las personas que padecen ansiedad y estrés crónicos tienen más riesgo de sufrir problemas
cardiovasculares debido al aumento constante del ritmo
cardíaco, a la elevada presión sanguínea y a la sobreproducción de cortisol.
Según la Asociación Americana de
Psicología, el estrés a largo plazo también está relacionado con la
hipertensión, la arritmia, los derrames y los ataques al corazón.
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Los pulmones. Hay estudios que han
demostrado el vínculo entre la ansiedad y el asma. Las personas
que padecen asma también tienen más probabilidades
de experimentar ataques de pánico. De acuerdo con una investigación dirigida
por la Universidad de Sao Paulo, también podría existir una relación
entre la ansiedad, el asma y la capacidad de mantener equilibrio.
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El cerebro. La reacción más común ante la ansiedad es la respuesta psicológica a
dicha condición. La ansiedad y el estrés crónicos pueden afectar a determinadas
áreas del cerebro que influyen en la memoria a largo y corto
plazo y en la elaboración de sustancias químicas, lo que puede dar lugar a un
desequilibrio. Además, el estrés crónico puede activar de forma constante el sistema
nervioso, que a su vez puede afectar a otros sistemas del cuerpo,
generando reacciones físicas, como la fatiga y el desgaste entre otras.
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Las personas con ansiedad a menudo tienen problemas
de sueño provocados por el hecho de dar demasiadas vueltas a las cosas.
Aproximadamente el 54% de la gente afirma que el estrés y la ansiedad
afectan a su capacidad para quedarse dormidos y a más del 50%
de los hombres y del 40% de las mujeres les cuesta concentrarse
al día siguiente, según la Asociación Americana de la Ansiedad y la
Depresión.
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Sistema inmunitario. La exposición al estrés puede causar estragos en el
sistema inmunitario, debilitando sus funciones. Algunos estudios han
descubierto que cuando estás estresado, también tienes más posibilidades
de acatarrarte y eres más susceptible a las
infecciones y a la inflamación.
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Tu estómago. Cuando tu cuerpo experimenta estrés, no regula bien la digestión. El
estrés crónico y extremo también puede tener efectos a largo plazo en los
intestinos y en la absorción de nutrientes, lo que puede
provocar ardores, hinchazón, diarrea y
a veces incluso la pérdida del control de
los esfínteres.
El estrés y la ansiedad a largo plazo también
pueden alterar el metabolismo, lo cual puede derivar en sobrepeso e incluso
obesidad. Un estudio descubrió
que la liberación constante de cortisol en el flujo sanguíneo puede reducir la
sensibilidad a la insulina, y en otra investigación reciente se
descubrió la relación entre la ansiedad y las úlceras diagnosticadas por
especialistas.
Original tomado de : http://www.huffingtonpost.es/2014/06/16/consecuencias-ansiedad_n_5471756.html