viernes, agosto 18, 2017

EL ESTRÉS Y EL SEXO

El estrés y el sexo: cuando la mente y el cuerpo nos juegan en contra


“Te juro que es la primera vez que me pasa”; “hoy no, me duele la cabeza”… Excusas muchas veces dichas, negativas muchas veces escuchadas. La respuesta sexual es instintiva, pero entre los humanos se halla condicionada por la conciencia, la voluntad y la cultura. ¿Qué pasa cuando la sangre, en vez de circular hacia la zona genital, se queda trabajando en el cerebro tratando de resolver un problema laboral?
Una vez que no llegue al orgasmo, una vez que no consiga la erección… Son fallas, sí, pero nada grave, nada de qué preocuparse. Aunque no estaría de más analizar si estos pequeños traspiés coinciden con alguna demanda estresante, considerablemente distractiva, debe dárseles la importancia –ninguna- que se merecen.


¿Qué son las disfunciones sexuales humanas?
Son las dificultades que afectan repetidamente alguna o algunas de las etapas de la respuesta esperable. Cada una de ellas puede ser accidental o crónica –aunque después de un par de “accidentes” tienden a instalarse-, de origen físico, emocional o anímico, estar o no vinculada con las otras y permitir distintos grados de reversibilidad, pero en síntesis se trata de:
-Anafrodisia (ausencia de deseo).
-Ausencia o insuficiencia de la erección del pene o de la secreción vaginal, vaginismo o eyaculación precoz relacionados –o no- con la anafrodisia.
-Anorgasmia, imposibilidad o seria dificultad de alcanzar el orgasmo.
Algunas veces, la disfunción proviene de daño orgánico (ya sea local o sistémico, curable o incurable)  pero en todos los casos el factor psicológico es determinante del problema y, sobre todo, de su reiteración: una experiencia de eyaculación precoz, de falla eréctil o de dolor vaginal frente a la penetración, cualquiera sea su causa, con seguridad va a obstaculizar los siguientes intentos, aún en ausencia del motivo original.   

El estrés “en” el sexo
Un enemigo mortal del ejercicio pleno de la sexualidad es el mal estrés, ya sea por sus manifestaciones propias (tensión, mal humor, cansancio, desinterés, irritabilidad, impaciencia) como por su incidencia negativa en la salud general. La entrega que requiere un acto sexual satisfactorio es difícil, si no imposible, con un malestar físico o un estado de ánimo negativo. Por otra parte, des de un ángulo puramente fisiológico, durante la respuesta adaptativa a otras demandas, se produce una baja de los niveles de andrógenos y estrógenos.
Las manifestaciones del estrés no se limitan a la tensión nerviosa o a la gastritis. De hecho, una de las más características es, precisamente, la disfunción sexual. Cuando alguien tiene en claro que la situación –económica, afectiva, laboral- lo desborda, incluso es preferible que no intente tener una relación; el riesgo va más allá de una falla accidental porque, como sabemos, ésta misma es desencadenante de otras y capaz de instalar la idea de un problema insuperable.
Ni pensar en “usar” el sexo como sustituto de otras carencias, porque lo más probable es que conduzca al fracaso. Hacer el amor consuela, anima, relaja y muchas cosas más, pero no si se practica a la fuerza, sin hacer prevalecer el deseo.
Ninguno de los elementos que suelen estar presentes en un cuadro distrés (depresión, ansiedad, angustia) es, precisamente, un motor de la libido. Ni hablar de los malestares corporales que suelen acompañar al estrés o la presencia de síntomas de pánico o burnout.

El estrés “del” sexo
A su vez, el sexo es factor de estrés, por ausencia o presencia. Por un lado, la abstinencia, aún la elegida, implica una sobrecarga de impulsos insatisfechos, por más que se procuren canalizar hacia otros objetivos.
En cuanto a la práctica sexual, también suele ser agente estresante. En realidad –y por suerte- si se considera la acepción extensa de la palabra “estrés”, siempre lo es. En efecto, la aceleración de los latidos del corazón, el cosquilleo en el estómago, el rubor, la emoción, la energía adicional que el deseo y el amor ponen en marcha forman parte del “estrés” más delicioso y ambicionado de la especie.
Sin embargo, experiencias de cambio sexual (la primera vez con una pareja), la rutina, la presión, el apuro y la ansiedad y el miedo son factores que, desde el sexo, estresan.

Original tomado de: https://www.clarin.com/pareja-y-sexo/sexo-estres_0_ryhTd2YPXg.html