Esfuerzo comunitario.
Un
caballero estaba admirando desde afuera una hermosa Catedral Construida hacia muchísimos
años. Parada junto a él una niñita de seis o siete años le dijo.
“Señor, ¿le gusta
esta Iglesia?”
“Si,
mi querida niña” respondió el caballero, “pienso que es muy hermosa”
“Bien,
señor”, dijo la niña, “me alegro que le guste porque yo ayude en su construcción”.
“¿Tu?,
¿Tu ayudaste a construirla? le pregunto el caballero lleno de asombro. La niña
dijo que sí.
“Pero,-continuó
el caballero- Tu eres solamente una niñita. ¿Cómo hiciste para ayudar a
construirla?”,
“Mi
papa es ladrillero” contestó la chiquilla “y el trabajo en esa iglesia desde
sus comienzos y cada día yo le traía su almuerzo”.
Muchos
queremos hacer grandes cosas y nos olvidamos que cada granito de arena cuenta.
Todos somos como la niña del cuento y debemos sentirnos orgullosos, como ella,
de hacer contribuido a hacer del mundo en que vivimos un mundo mejor.
Original tomado de: Reflexiones por padre Miguel La Fay, O. Carm