Miedo escénico: qué es, síntomas y cómo superarlo
El respeto que produce el hecho de tener mucha gente
mirándonos puede ser un obstáculo.
Cada vez es más evidente que el factor psicológico tiene un
peso determinante en el desempeño de todas aquellas actividades que impliquen alcanzar un nivel de rendimiento o una
evaluación externa. En la práctica deportiva, artística o incluso
laboral o académica, un estado mental óptimo puede ayudar, mientras que uno
deficiente siempre nos limitará.
La influencia de la psicología aquí es tan evidente que
intuitivamente hemos creado ciertas expresiones coloquiales para referirnos a
estos fenómenos: llenarse de balón, salir enchufados, ser una piña, estar en
racha… o el famoso miedo escénico.
¿Qué es el miedo escénico?
El miedo escénico es un estado de alta activación
fisiológica que se produce antes de una actuación, o cualquier tipo de
actividad que implique
la presencia o la valoración de un público. Hay artistas que
aseguran que es imposible hacer una buena representación sin ese “miedo”, y es
que, es cierto que se requiere de cierto nivel de activación para llevar a cabo
cualquier tarea. Es decir que, a más activación, mejor rendimiento hasta cierto
punto, donde el rendimiento empieza a disminuir si sigue aumentando esta
activación, dibujando una U invertida si se representara gráficamente.
Este punto se conoce como nivel óptimo de activación, y es
diferente para cada artista. Dicho de otra forma, habrá quien dé la mejor
versión de sí mismo a una activación de 80 sobre 100, y quien necesita no pasar
de 65. Para acotar este nivel de activación, existen diferentes técnicas de
relajación y activación, dependiendo de cuál sea la necesidad a cubrir.
Técnicas de relajación a usar
La técnica de relajación más útil en estos casos es la respiración. Ejecutando
una respiración controlada podemos reducir esas pulsaciones de más
que pueden arruinar nuestra representación, o hacernos no disfrutar del
desempeño de la misma. Además, atendiendo a las fases de dicha respiración y
los movimientos de los distintos órganos implicados en la misma, prevenimos la
ansiedad cognitiva, e impedimos a nuestra atención dirigirse a pensamientos
anticipadores o culpabilizadores (“me voy a equivocar”, “siempre me sale mal
esta parte, etc.”).
Entrenar en respiración en ambientes controlados (ensayos,
en casa…) nos ayudará a automatizar esta técnica, pudiendo ponerla en práctica
de forma rápida en cualquier momento que lo pudiéramos necesitar, como antes de
dar un concierto o de disputar un partido importante.
Sin embargo, aunque el exceso suele ser la causa más común
de los problemas de la activación, merece la pena insistir que un defecto de la
misma puede ser igual de perjudicial (ante una pieza que siempre hemos dominado
perfectamente, o ante un partido contra el último de la tabla), por lo que
conviene tener en cuenta la existencia de técnicas de activación, quizás más
rudimentarias pero igual de necesarias.
Sin embargo, y haciendo honor al nombre coloquial de este
mal, no debemos dejar de atender al componente más emocional del mismo: el
miedo.
El papel del miedo
El miedo, como buena emoción que es, no es malo en sí
mismo. Es adaptativo, seleccionado para intervenir en la supervivencia de la
especie, permitiéndonos huir o luchar ante amenazas para nuestra vida. Sin
embargo, en nuestra especie se ha dado una selección cultural que convive con
la natural, y ahora el miedo se dispara ante situaciones para las que no fue
diseñado. Una entrevista de trabajo, un examen, una actuación…
Es por ello que, aunque las técnicas de relajación ayudan,
normalmente es bueno ir más allá, desentrañar qué pensamientos, qué ideas
preconcebidas mantienen ese miedo. El miedo a fallar puede estar relacionado con el propio
autoestima, o puede tener una función social (miedo a ser juzgado, a
ser rechazado) en cuyo caso es recomendable reestructurar esas ideas, romper
las relaciones entre el propio autoestima y el rendimiento de una tarea
concreta, entre dicho rendimiento y nuestro lugar en la sociedad.
https://psicologiaymente.com/coach/miedo-escenico