La pereza puede llegar a provocar baja autoestima y depresión
Vagancia,
holgazanería, pereza... analizamos los efectos de este pecado capital.
Qué gran lucha la que nos toca enfrentar a muchos de nosotros contra la pereza. Ese deseo de dejar para
mañana (o pasado) lo que tenemos que hacer hoy (fenómeno que se conoce con el
nombre de procrastinación). Y qué envidia me
provocan, lo confieso, aquellos que son capaces de no desfallecer, de mantener
el rumbo firme hacia su objetivo.
Acabo de asumir que me dominan al menos dos pecados
capitales, pero en realidad casi nadie se escapa. A todas las edades y en todas
las épocas de nuestra vida ahí está la pereza, agazapada y acechándonos
dispuesta a dominarnos.
Pereza, flojera,
vagancia, holgazanería… muchos sinónimos para un mismo estado de ánimo
Da igual si lo que nos ocupa es escribir, trabajar, hacer
una dieta, dejar de fumar, estudiar para un exámen o ir al gimnasio, no
importa, la pereza se nos colgará de
la espalda en cualquier momento para tratar de que abandonemos nuestras
“labores”.
Su objetivo no es otro que el de empujarnos en todo momento
hacia el placer; un placer inmediato que nos evade del deber, que nos salva
temporalmente de lo que no nos apetece hacer. Se trata del binomio inacción
frente a movimiento, entropía frente a expansión.
Por qué debemos
liberarnos de la pereza
Vencer la pereza produce satisfacción interna, sube la
autoestima; mientras que dejarse arrastrar por ella nos la baja y puede
terminar por deprimirnos. ¿Cómo ocurre esto? ahora lo entenderás.
Pongamos por caso que mi objetivo es perder peso. En esta situación la pereza aparecerá como una invitación
constante a regalarme un momento de placer, por ejemplo abriendo un
paquete de patatas fritas para escapar temporalmente de los sufrimientos a los
que la disciplina dietética me obliga.
Pasado el momento de disfrute, una vez las primeras papas
hayan pasado más allá del paladar, la vocecita (o el vozarrón) de mi Padre
interno, ése que nos regaña por dentro haciéndonos sentir culpables, volverá su
furia contra mí a modo de castigo: “¡Eres
incapaz de mantener un mínimo de disciplina! ¡Nunca adelgazarás! ¡Nadie te va a
querer así! ¡Estarás toda la vida hecho una foca!”, etc.
La retahíla de lindezas que somos capaces de decimos
internamente debería estar penada por la ley.
Abandonarnos al placer inmediato baja nuestra autoestima
El abandono del deber por el placer inmediato trae
automáticamente consigo el reproche interno. Nos convertimos en críticos de
nosotros mismos, crueles y despiadados en muchas ocasiones, hasta llegar a
odiarnos. Y por si fuera poco activamos la
comparación con los demás, a quienes desde el sesgo psicológico que supone no
estar en la cabeza del otro, juzgamos como mejores que nosotros,
como más capaces.
De esta manera, el efecto negativo que tienen la pereza y
el consiguiente autoreproche no es otro que el de afectar a nuestra autoestima:
al nivel de valoración y de amor que sentimos hacia nuestra propia persona. La pereza hace que me quiera menos, que baje la consideración que
tengo por mí.
Y cuanto menos me enfrento a ella, más poder tiene sobre
mí. Es como una bola de nieve colina abajo, su fuerza es cada vez mayor a
medida que avanza. En este caso la bola está formada por la pereza, el
autorreproche y la baja autoestima que a medida que van ganando
fuerza dentro nosotros deprimen nuestro estado de ánimo.
Una reflexión para afrontar la pereza y superarla
En el fondo, todo es cuestión de actitud, por eso los hay
decididos a enfrentarse a ella con tesón y los hay (me incluyo ahí) que a veces
ganan y otras muchas pierden. Y en este asunto de la vida no hay más que receta
que la de luchar.
Superar la pereza, hacer lo que sabemos que hemos de hacer
nos sube la autoestima, nos alegra el espíritu y nos aleja de la depresión.
Para ello no hay más que cambiar
el chip y asumir el sufrimiento que conlleva ir a por nuestro objetivo
echándole un par de narices. Insisto, es sólo cuestión de actitud y
hábito. Optar por evadirme o por afrontar. Quizás ahora, que sabes que el
asunto también implica a tu autoestima y a tu salud psíquica te lo pienses
mejor antes de dejarte arrastrar hacia el placer inmediato.
por Manuel Fernández
Antón