¿Por qué incumplimos las normas?
William Torres Psicólogo Clínico y de Familia
Dale clic y Chatea conmigo en Whatsaap 3204918648
Junto con la pandemia de Covid-19 llegó una nueva estructura de normas establecidas por el gobierno de los países de todo el mundo, en Colombia se firmó el decreto 990, en el cual se estipula las normas que debe cumplir la ciudadanía con el fin de mitigar el riesgo de contagio dentro del territorio nacional. Pero aun así seguimos viendo en las noticias personas que están saliendo sin el uso de medidas de bioseguridad, personas reuniéndose en grandes grupos, hasta personas las cuales invitan a promover el virus o los cuales no creen que exista el virus.
La
razón fundamental de la existencia de las normas obedece a la necesidad,
ineludible, de regular la conducta humana, de encauzarla, de dirigirla. Bicchieri
distingue entre normas “morales” y “sociales”.
·
Las
normas sociales están condicionadas por terceros, nuestras
propias acciones pueden tener alguna consecuencia sobre los demás o, mirado
desde la perspectiva contraria, los efectos de las acciones de otros pueden
tener conciencias sobre nosotros mismos. Al tener una naturaleza social (siendo
así imposible vivir fuera de la sociedad humana), resulta claro que las
acciones de unos influyen sobre otros, motivo por el cual, hay ciertas
conductas que no pueden ser toleradas, en pro del bienestar de este grupo del
cual necesitamos. Puesto que no podemos dejar de ser seres sociales, hay que
llegar a algún tipo de regulación de nuestra conducta para permitir la
subsistencia de dicha sociedad.
·
Las
normas morales, a diferencia de las sociales, son
incondicionales. Seguimos las normas morales independientemente de lo que hagan
o piensen otros. Las seguimos porque contamos con buenas razones independientes
para hacerlo. Las expectativas o las preferencias de los demás no proporcionan
una buena razón para seguir una norma moral. Seguimos normas morales porque
consideramos que son buenas en sí mismas, la razón para obedecer una norma de
este tipo, por tanto, reside en el contenido de la norma misma.
Por
ejemplo, usted puede pensar que reciclar las basuras es algo bueno y puede que,
por tanto, se encuentre motivado o motivada para hacerlo. Pero puede que no
esté usted dispuesta a ser la única que se esfuerce en reciclar la basura mientras
que el resto de sus vecinos se abstienen de cooperar y convierten en inútil su esfuerzo.
Si esto es así, puede que usted se encuentre motivada por una norma social. Si,
por el contrario, tiene usted una personalidad kantiana y sigue reciclando sus
basuras independientemente de lo que hagan sus vecinos, puede que esté usted
siguiendo una norma moral. En definitiva, por su naturaleza, las normas morales demandan un compromiso
incondicional.
La pregunta obvia que surge ante la definición de norma es: ¿y por qué es necesario dirigir o encauzar la conducta humana? La respuesta obliga a comparar la conducta humana con la conducta animal. Hemos visto que en el caso de los animales y lo mismo podría decirse respecto de las plantas, sus conductas se encuentran, por decirlo de algún modo, ya programado, ya establecido. Es por eso que su forma de proceder es siempre la misma, generación tras generación. En el caso de los animales, se ha descubierto que sus conductas están determinadas por sus instintos, motivo por el cual se habla de “unidireccionalidad”.
El hombre al contrario posee inteligencia
o razón que le permite conocer el mundo que lo rodea de modo mucho más profundo
que un animal; que le permite trazar planes para su futuro, que es siempre
cambiante, que nunca está quieto e incluso le permite tener conciencia de su
propia existencia, esto es, darse cuenta de que está vivo, acompañado de voluntad; la capacidad de querer o no
querer aquello que la inteligencia le muestra, estos dos conceptos razón y
voluntad dan origen a lo que usualmente se llama libertad. Lo que no convierte en seres con “pluridireccionalidad”.
Por eso, las normas sólo pueden ser aplicadas a un ser libre; únicamente el hombre puede ser regulado por ellas, porque intentar aplicarlas a otros seres es un sinsentido. De hecho, ellos con su obrar no cumplen ni violan una norma; sencillamente, actúan según lo que son según su naturaleza, estructura o forma de ser. En cambio, el hombre sí puede violar una norma, de ahí que podría decirse que la norma es una especie de “invitación” a hacer un uso mejor de nuestra libertad, invitación que podemos seguir o no, pero de cuyos efectos no podemos escapar.
En cuanto a su
estructura, una norma tiene dos aspectos o partes fundamentales: una primera
parte está constituida por lo que dice la norma, por su mensaje, o según se ha visto, por lo que ella prescribe. Una
segunda parte está constituida por la
sanción, esto es, la consecuencia que deviene por el incumplimiento de lo
que ella prescribe.
William Torres Psicólogo Clínico y de Familia
Dale clic y Chatea conmigo en Whatsaap 3204918648
La importancia de las normas desde la familia.
En la familia los seres humanos hemos aprendido las maneras de ser regional, los gustos, el habla y el temperamento. En forma definitiva, la familia ha trazado el destino de cada individuo, pero también de nuestra estructura social; tanto en las pequeñas poblaciones como en las grandes ciudades.
Para Minuchin es
muy importante para el funcionamiento de una familia el establecimiento de
límites. Estos los constituyen las reglas, las cuales definen quiénes
participan y de qué manera. La función de los límites es proteger la
diferenciación de los integrantes del grupo familiar y el funcionamiento
adecuado de la familia. Por ello, deben ser claros y han de definirse de la
manera más precisa. En sus estudios de familia observaba que aquellas que
funcionaban adecuadamente y se mantenían juntas era porque llegaban a un
acuerdo de las relaciones que aceptaban, establecían límites y aceptaban
diferencias que se daban en las relaciones.
El
establecimiento de normas y límites en el contexto familiar supone uno de los
factores de protección más significativos para reducir la probabilidad de
aparición de conductas de riesgo, tanto en la infancia como en la adolescencia.
El abanico de
posibilidades a la hora de inculcar esas normas en nuestros hijos abarca desde
la total permisividad hasta un control absoluto.
Los límites y las normas son fundamentales porque:
•
Otorgan a los hijos
sentimientos de seguridad y protección.
•
Los hijos van creando sus
propios referentes y van adquiriendo unas pautas de lo que es y no es válido,
lo cual les ayudará a ir conformando su propia escala de valores.
•
Ayudan a lograr una convivencia
más organizada y promueven el sentido del respeto hacia los demás y hacia uno
mismo.
•
Preparan a los hijos para la
vida en una sociedad que se rige por restricciones y obligaciones, que deberán
aprender a cumplir, por el bien de todos.
•
Ponen restricciones y límites
al comportamiento de los hijos y les ayudan a desarrollar, de forma progresiva,
la tolerancia a la frustración, es decir la capacidad para poder asimilar el
sentimiento de frustración que provocará el hecho de que no siempre les salgan
las cosas como les gustaría.
El espacio de libertad en el que pueden
moverse los hijos, está condicionado por dos aspectos fundamentales:
•
La edad: a medida que los hijos
crecen madurativamente, el margen de libertad ha de ser mayor.
•
El comportamiento: Conforme los
hijos se comporten de forma responsable y tomen decisiones adecuadas es preciso
ampliar el espacio de libertad. Por el contrario, éste ha de restringirse
cuando las decisiones no sean las correctas o cuando el niño/a se muestre
irresponsable.
Cuando los hijos son todavía pequeños, la indicación de las pautas ha de ser directiva, porque en este periodo la moral es básicamente externa. Inicialmente el niño cumple la norma, no porque la vea razonable, sino porque es impuesta. Aprende que es algo que hay que hacer si quiere conseguir su objetivo (alabanzas, sonrisas…) pero lo hace porque se lo mandan, no porque lo considere conveniente.
Sin embargo, es
aconsejable comenzar desde edades tempranas a explicar “el porqué” de cada
norma, para que progresivamente comprendan su significado social. Al principio
del aprendizaje de una conducta se debe reforzar positivamente de manera
constante y, a medida que se va consolidando el comportamiento, disminuye la
necesidad de premiar.
William Torres Psicólogo Clínico y de Familia
Dale clic y Chatea conmigo en Whatsaap 3204918648
Cuando los hijos
aprenden a hacer cosas que se consideran adecuadas dentro y fuera de la convivencia
familiar, se les debe hacer saber que actúan correctamente. Felicitar por
conseguir objetivos intermedios es muy importante para conseguir el
comportamiento principal. A medida que los hijos van creciendo se debe tratar
de llegar a un acuerdo sobre las normas, que satisfaga tanto a padres como a
hijos, pero en el caso de que no sea posible alcanzar un acuerdo, es
fundamental señalar que siempre prevalecerá el criterio adoptado por los
padres.
Características y tipos de normas
Para favorecer
el cumplimiento de las normas que se establecen en la familia, debemos tener en
cuenta que éstas deben ser:
•
Realistas: las normas han de
ser posibles de cumplir y estar ajustadas a la realidad, la edad, habilidades y
grado de maduración de los hijos.
•
Claras: las normas han de ser
entendidas para poder ser cumplidas. Los hijos deben saber exactamente qué es
lo que se espera de ellos y qué clase de consecuencias pueden esperar en caso
de no cumplirlas.
•
Consistentes: la aplicación de
las normas debe ser aproximadamente la misma, independientemente del estado de
ánimo, de la presencia de otra persona, de las ocupaciones de ese momento.
•
Coherentes: las normas han de
ser coherentes entre sí. Los distintos miembros de una familia tienen
diferentes funciones y, por otro lado, también diferentes normas, pero todas
deben poder integrase dentro de un mismo sistema. Los padres deben tener muy
claras cuáles son las normas que consideran oportunas y necesarias, así como la
importancia que éstas tienen para ellos.
La responsabilidad
supone la toma de conciencia e interiorización de las obligaciones y
compromisos contraídos, así como la capacidad para responder a las
consecuencias de los actos realizados. Esto requiere un conjunto de estrategias
y habilidades que la persona va desarrollando a lo largo de su vida.
Ser responsable supone:
•
Conocer y practicar las normas
familiares.
•
Tener suficientes habilidades
de autocontrol.
•
Disponer de autonomía
suficiente para tomar decisiones propias, conociendo las consecuencias tanto
positivas como negativas de las mismas.
•
Plantearse objetivos estables,
concretos, bien delimitados y asequibles.
•
Estar motivados para conseguir
los objetivos que cada uno se propone.
Por último, la
familia puede favorecer el desarrollo de la responsabilidad a través de las
siguientes estrategias:
•
Facilitar a los hijos las
máximas oportunidades para tomar decisiones desde que son pequeños.
•
Crear un adecuado ambiente
familiar en el que se anime a que el niño tome decisiones. Cuando se toman
decisiones correctas se tiene la sensación de control sobre ciertas situaciones
concretas, lo que contribuye a elevar el autoconcepto y la autoestima.
•
Proporcionándoles apoyo y
seguridad.
•
Informándoles de los límites
que existen en el comportamiento.
•
Recompensándoles la iniciativa
del ejercicio de responsabilidades.
William Torres Psicólogo Clínico y de Familia
Dale clic y Chatea conmigo en Whatsaap 3204918648
Información
recolectada de :
http://www.scielo.org.co/pdf/rups/v12n2/v12n2a24.pdf
https://www.redalyc.org/pdf/679/67940023003.pdf
http://biblioteca.clacso.edu.ar/Peru/grade/20170417011412/normassociales_MJ_35.pdf
https://www.uss.cl/wp-content/uploads/2018/03/Documento-de-trabajo-n%C2%B0-23.pdf
http://revintsociologia.revistas.csic.es/index.php/revintsociologia/article/view/407