Hipnosis Ericksoniana
En casi todas las culturas, y en diferentes épocas, se ha venido usando el trance como medio visionario para la sanación. En algunos rituales es el curandero o sacerdote quien entra en trance y, en otros, es el paciente quien lo hace.
Hoy en día, el trance hipnótico se sigue induciendo como forma de acceso a esa “otra mente” que se esconde por detrás de la consciencia, el subconsciente, tanto para obtener información de ella, como para reorganizar viejas creencias, hábitos o apegos.
Actualmente, se considera que la hipnosis es un conjunto de procedimientos por los que una persona que se designa hipnotizador, sugiere a otra llamada paciente, que experimente como reales algunos cambios sensitivos, cognitivos o motores. El sujeto hipnotizado suele vivir esos cambios como producidos “sin esfuerzo” o de forma involuntaria.
Origenes de la Hipnosis
En casi todas las culturas, y en diferentes épocas, se ha venido usando el trance como medio visionario para la sanación. En algunos rituales es el curandero o sacerdote quien entra en trance y, en otros, es el paciente quien lo hace.
Hoy en día, el trance hipnótico se sigue induciendo como forma de acceso a esa “otra mente” que se esconde por detrás de la consciencia, el subconsciente, tanto para obtener información de ella, como para reorganizar viejas creencias, hábitos o apegos.
En el año 2001, el Comité de Asuntos Profesionales de la Sociedad Británica de Psicología encargó una investigación sobre la Hipnosis y sus aplicaciones. Para ello se formó una comisión de trabajo, cuyo informe final titulado The Nature of Hypnosis se encuentra en la web de la Sociedad Británica de Psicología (http://www.bps.org.uk/), es de libre acceso y tiene permiso explícito de reproducción. Dicho informe establece que “la Hipnosis es un tema válido para el estudio e investigación científicos, y es, además, una herramienta terapéutica de eficacia probada”.
Podemos afirmar que, en Occidente, el primero en usar la hipnosis tal y como hoy la conocemos fue Franz Anton Mesmer, médico austríaco interesado en estudiar los efectos del magnetismo sobre los planetas y los seres vivos. En 1773 logró curar en Viena a una paciente que sufría convulsiones, aplicándole unos imanes en su vientre, lo cual le dio una importante notoriedad. Luego viajó hasta París, en aquel entonces el centro del mundo moderno, y allí continuó investigando los efectos de los imanes. Creó unas “cubetas sanadoras”, consistentes en unas varillas sumergidas en agua imantada, a las cuales los pacientes se amarraban. Pasados unos minutos de tensa expectación, Mesmer hacía entrada en la sala vestido con llamativas túnicas y, mediante histriónicos “pases magnéticos” -gestos efectuados sobre el paciente-, este empezaba a convulsionar liberando todas sus tensiones.
La espectacularidad del magnetismo de Mesmer atrajo numerosos clientes de la alta nobleza y aristocracia francesa, incluida la mismísima María Antonieta, lo que despertó la inquietud del rey Luis XVI, quien decidió erigir una comisión investigadora sobre tales prácticas. De forma que, en 1784, la Academia de Ciencias decretó que “así como la imaginación sin magnetismo puede producir convulsiones, no se comprueba que el magnetismo sin imaginación lo logre. De tal hecho se deduce que el magnetismo por sí solo no produce nada”.
Desacreditado y humillado, F. A. Mesmer abandonó París dejando tras de sí una estela mezcla de curiosidad, glamur, envidia y escepticismo. Pero pronto otros protagonistas tomaron su relevo. El marqués de Puységur imitó sus prácticas, descubriendo que no eran necesarios los imanes para obtener interesantes fenómenos como la “clarividencia” o el “sonambulismo”. O el padre Faria, quien llegó a la conclusión que esos efectos eran producidos por lo que llamó “fascinación”, y no por influjos magnéticos.
Durante el siglo XIX, varios cirujanos británicos usaron estas prácticas para operar sin dolor en un tiempo en que todavía no estaba descubierta la anestesia. Destacó James Braid, quien acuñó el término Hipnosis, proveniente de Hypnos (Ύπνος), que significa sueño, ya que el paciente adoptaba un aspecto como de dormido.
A finales del s. XIX se crearon en Francia dos importantes escuelas de hipnosis de reputación mundial: la escuela de Nancy, liderada por Bernheim y Lièbault, quienes defendían que la hipnosis se daba por “sugestión”; y la Salpêtrière en París, dirigida por el neurólogo Charcot, quien afirmaba que era fruto de la histeria, trastorno que consiste en padecer una enfermedad imaginaria que imita a una enfermedad real.
Jean-Martin Charcot enseñando a sus alumnosYa en los cambios de siglo, el entonces jovencísimo Sigmund Freud se interesó por la hipnosis, y viajó hasta la Salpêtrière para aprender con Charcot. Pero 3 años más tarde, el propio Freud afirmaba que no es necesaria la presencia de un estado patológico como la histeria, y que la hipnosis puede reactivar los recuerdos reprimidos. Esto le hizo pensar que hay una parte de la mente no explorada, fuera del alcance de la consciencia, que llamó “inconsciente”, y a partir de aquí, sentó las bases del Psicoanálisis. Más tarde fue abandonando la práctica de la hipnosis, aunque siempre conservó el uso del diván, y la costumbre de colocar su mano en la frente del paciente, así como fomentar la asociación libre de ideas.
Cuando Freud se apartó definitivamente de la hipnosis, esta pareció volver a caer en desuso, aunque varios premios Nobel la aplicaron, como el español Ramón y Cajal, o el francés Richet.
Los vaivenes de la historia hacen que, con la Primera y Segunda Guerras Mundiales, se reactive de nuevo el interés por la hipnosis. Y así, los ejércitos norteamericano y británico investigan sus aplicaciones sobre los soldados afectados de traumas de guerra.
En aquellos años se conocían ya las investigaciones sobre “reflejo condicionado” de Pavlov, así como los métodos de autohipnosis de Schultz y de Jacobson. El francés E. Coué había formulado sus famosas leyes sobre la sugestión, y numerosos estudios sobre neurofisiología habían detallado los pormenores de los fenómenos obtenidos bajo trance hipnótico. En este contexto, el norteamericano Milton Erickson inicia una nueva forma de hipnotizar: la que no requiere un ritual formal de trance; la que no implica autoritarismo, sino que se basa en la creencia que el subconsciente del paciente contiene todos los elementos necesarios para el cambio y la mejoría; que cree que basta sugerir para despertar las respuestas inconscientes, y que todos tenemos capacidad para entrar en trance y activar nuestros propios recursos. A esta nueva forma de proceder, se le ha llamado posteriormente hipnosis ericksoniana, objeto del presente artículo.
Milton Erickson
Doctorado en Medicina y Psiquiatría en la Universidad de Wisconsin, Milton H. Erickson fundó en 1957 la American Society of Clinical Hypnosis. Esta entidad y su revista -la American Journal of Clinical Hypnosis, de la que será director durante la primera década de su existencia- han sido los trampolines definitivos para la consideración de la hipnosis como una herramienta terapéutica oficialmente aceptada en los ámbitos académicos y científicos actuales.
Erickson subrayaba que cada persona tiene necesidades individuales, y requiere maneras originales de abordaje en vez de estilos ortodoxos doctrinarios y poco creativos. Promovía la flexibilidad y la singularidad, por lo que su intervención variaba con cada paciente. Su modelo terapéutico no responde a ninguna escuela de terapia reconocida, autoexcluyéndose de la influencia del psicoanálisis, del conductismo y de la terapia cognitiva, aunque a menudo utilizaba metodología de todas ellas, y de otras orientaciones.
Nacido en Nevada en 1901, al poco tiempo se trasladó junto con sus padres y hermanos a una granja rural de Wisconsin. A los 17 años sufrió un ataque de poliomielitis que lo obligó a guardar cama y a permanecer en casa durante muchos meses. Ello le permitió observar bien a sus siete hermanas y un hermano, dándose cuenta que podía leer en sus expresiones faciales, en sus palabras y en sus gestos. Seguramente esta capacidad de observación contribuyó en gran medida a ser uno de los mejores psicoterapeutas de la historia, pero además le volcó hacia la observación del más mínimo movimiento en su propio cuerpo, lo cual le permitió recuperar progresivamente su motricidad. En menos de un año lograba caminar y se matriculó en Medicina.
Milton EricksonEn 1923, el joven universitario asistió a unas demostraciones sobre hipnosis que impartía Clark Hull, y quedó tan fascinado, que nunca más dejó de realizar sus propios experimentos hipnóticos.
Su fama pronto empezó a aumentar, y en los años cuarenta, la revista "Life" publicó sus métodos. Algo más tarde trabaja para Margaret Mead, quien buscaba un experto que le ayudara a explicarse los trances de los bailarines balineses. Durante la Segunda Guerra Mundial trabaja junto con ella para el Consejo Militar de Reclutamiento, investigando el carácter japonés y los efectos de la propaganda nazi. En los años cincuenta le confiaron la redacción de la entrada sobre Hipnosis para la Enciclopedia Británica, y colaboró con Aldous Huxley, quien exploraba los mecanismos de la creatividad por medio de la hipnosis, e investigaba sobre los recuerdos precoces .
En 1949 se traslada a Arizona por problemas alérgicos, donde acepta el puesto de Director Clínico del Hospital de Phoenix. Allí crió a los tres hijos de su primer matrimonio, y a los cinco que tuvo con su segunda esposa. Además, establece consulta particular en un pequeño despacho en su propia casa.
En 1952 sufre una segunda crisis de poliomielitis, que le lleva a vivir en constante dolor y limitación de sus movimientos.
En 1953, Jay Haley y John Weakland iniciaron sus visitas semanales a Phoenix para su investigación sobre las paradojas en la comunicación.
Milton EricksonHaley fue el primer gran difusor de las técnicas ericksonianas, pero a él le siguieron otros tantos célebres alumnos.
Entre las décadas de los 50 y 60 colabora con el grupo de Palo Alto, en particular con el proyecto de estudio sobre la comunicación que dirigió Gregory Bateson. Ya en la década de los 70, forma a profesionales de todo el mundo, y se inicia la sistematización de sus métodos por parte de dos modélicos investigadores: Ernst L. Rossi y Jeffrey Zeig.
En sus últimos años de vida, Erickson se vio obligado a hacer largos ejercicios de autohipnosis que le permitieran controlar el dolor y seguir atendiendo a pacientes y alumnos. Finalmente fallece en 1980, y en diciembre de ese mismo año, su discípulo Jeffrey Zeig organiza el Primer Encuentro Internacional de Hipnosis de Influencia Ericksoniana, al que asistieron 2.000 participantes.
A fecha de agosto de 2010, la Fundación Milton Erickson cuenta con 135 centros distribuidos por todo el mundo, y los encuentros internacionales llegan a juntar a 7.000 congresistas.
Conceptos de la Hipnosis
Actualmente, se considera que la hipnosis es un conjunto de procedimientos por los que una persona que se designa hipnotizador, sugiere a otra llamada paciente, que experimente como reales algunos cambios sensitivos, cognitivos o motores. El sujeto hipnotizado suele vivir esos cambios como producidos “sin esfuerzo” o de forma involuntaria.
En 1955 la British Medical Association la definió como: "Un estado transitorio de modificación de la atención, que puede ser producido por otra persona o por uno mismo –autohipnosis-, en el que diversos fenómenos llamados hipnóticos pueden aparecer espontáneamente o en respuesta a los estímulos aplicados. Estos fenómenos comprenden un cambio en la conciencia y la memoria, una mayor susceptibilidad a la sugestión, la aparición de ideas que no le son familiares en su estado anímico habitual, así como fenómenos corporales como la anestesia, parálisis, rigidez muscular y modificaciones vasomotoras".
Milton Erickson y Ernest Rossi defendían la existencia de lo que denominaron “Trance Cotidiano Común”, un estado de abstracción o ensimismamiento que aparece periódicamente a lo largo del día, como una forma natural de descanso y renovación de la mente. En este estado contactamos involuntariamente con nuestro mundo interno, accediendo a emociones, vivencias e ideas profundas que facilitan la aparición de intuiciones o insights -episodios de revelación, de “darse cuenta”, o de profundo entendimiento-. Estos trances siguen los ciclos ultradianos, apareciendo intermitentemente durante unos minutos cada pocas horas, por lo que los citados autores proponen aprovechar esta ventana natural hacia el inconsciente como forma de acceso terapéutico.
De ahí que la hipnosis ericksoniana sea naturalista, ya que él consideraba el trance como una alteración natural de la consciencia, ya sea de aparición espontánea, o inducida por un hipnólogo o por sí mismo.
Otras características del legado de este psiquiatra norteamericano que distancian la hipnosis ericksoniana de la clásica son:
Adaptarse al estilo del paciente, lo que significa evitar la clasificación clínica (diagnóstico psiquiátrico), observar a la persona, y acompasar su forma de expresión verbal y no verbal. Ello implica escuchar abiertamente al paciente para entender su esquema de valores, la visión del mundo, y cómo supera los obstáculos a su manera.
Revisar el pasado no es la clave para solucionar el conflicto. Según él, el pasado no se puede cambiar, y aunque se puedan encontrar explicaciones, lo que se vive es el hoy y el mañana, y eso es lo que debe atenderse.
Buscar un cambio progresivo, y trazar objetivos concretos para futuros próximos. Mas no es el terapeuta quien dirige la vida del paciente, sino que es este mismo quien sabe lo que mejor le conviene.
Crear situaciones en las que las personas puedan darse cuenta de su propia capacidad para modificar su manera de pensar, su conducta, o su emoción. Para Erickson era fundamental facilitar que el paciente reconociera sus propios recursos, y motivarle para que ejerciera el cambio más adecuado para sí mismo. Por ello enfatizaba el descubrimiento del lado positivo (más que del negativo) para producir el insight en el paciente.
Indicaciones de la Hipnosis
¿Qué profesional puede realizar un tratamiento con hipnosis? La Sociedad Británica de Psicología (SBP) especifica que “Quien utilice la hipnosis con un propósito terapéutico, debe limitar su aplicación a aquellos trastornos que esté profesionalmente cualificado para tratar”. Así que un buen consejo sería sólo aplicar la hipnosis para el tratamiento de aquellas cuestiones que uno estaría cualificado para tratar sin la utilización de la hipnosis.
Por ello, quien tenga un problema médico o psicológico deberá ante todo consultar a un profesional sanitario cualificado. Este especialista será quien mejor podrá asesorar al paciente si la hipnosis es aconsejable para su problema y cómo incluirla en su tratamiento si es el caso.
El informe de la SBP de 2001 afirma que “Hay suficientes estudios que demuestran que los procedimientos hipnóticos pueden ser beneficiosos para el tratamiento de un amplio rango de problemas, tanto del campo de la medicina como de la psiquiatría o la psicoterapia”.
Está demostrada su efectividad en el manejo y alivio del dolor agudo y crónico. También en la prevención del dolor y del estrés asociados a procedimientos médicos, odontológicos y obstétricos, incluido el parto.
Mejora significativamente la ansiedad general, la tensión o el estrés, reduce el insomnio, y proporciona alivio en enfermedades psicosomáticas como la cefalea tensional o las migrañas, el asma, síndromes gastrointestinales como el colon irritable, y afecciones cutáneas como verrugas, eccema, psoriasis o urticaria.
Además, la hipnosis se ha mostrado al menos tan efectiva como otros métodos en la deshabituación tabáquica, y su inclusión en programas de reducción de peso puede mejorar significativamente sus resultados.
Suelen aplicarse dos tipos de procedimientos hipnóticos:
- Sugestiones para estimular los cambios deseados, ya sean cognitivos (creencias), conductuales (comportamientos), o sensitivos (tratamiento del dolor, acúfenos, parálisis, etc.)
- Técnicas de imaginería guiada para explorar los posibles conflictos que subyacen al síntoma o queja, y sus creativas formas de resolución.
Por: Esther Costa
Más: http://www.saludterapia.com