AUTONOMÍA Y RESPONSABILIDAD
La autonomía es un concepto de la filosofía y la psicología
evolutiva que expresa la capacidad para darse normas a uno mismo sin influencia
de presiones externas o internas. Se opone a heteronomía.
Autonomía se refiere a la regulación de la conducta por normas que surgen del propio individuo. Autónomo es todo aquél que decide conscientemente qué reglas son las que van a guiar su comportamiento.
Tener autonomía quiere decir ser capaz de hacer lo que uno cree que se debe hacer, pero no sólo eso. También significa ser capaz de analizar lo que creemos que debemos hacer y considerar si de verdad debe hacerse o si nos estamos engañando.Somos autónomos cuando somos razonables y consideramos qué debemos hacer con todos los datos a nuestra disposición. Dicho de otro modo: somos verdaderamente autónomos cuando usamos nuestra conciencia moral.
Precisamente cuando hacemos esto, nos fijamos en la conexión
causal entre las acciones y los efectos que producen. La conciencia de esa
conexión nos lleva al concepto de responsabilidad. Sólo cuando somos libres en
el sentido positivo de la palabra -es decir, autónomos, conscientes-, nos damos
cuenta de la repercusión de nuestras acciones y podemos ser responsables.
La responsabilidad es un valor que está en la conciencia de
la persona, que le permite reflexionar, administrar, orientar y valorar las
consecuencias de sus actos, siempre en el plano de lo moral. Una vez que pasa
al plano ético (puesta en práctica), persisten estas cuatro ideas para
establecer la magnitud de dichas acciones y afrontarlas de la manera más
prepositiva e integral, siempre en pro del mejoramiento personal, laboral,
social, cultural y natural.
Si enseñamos a un niño/a a ser autónomo/a, también le estamos
ayudando a ser responsable, a tener mayor seguridad en sí mismo, a tener fuerza
de voluntad, a ser disciplinado y a estar tranquilo. Aspectos todos
importantísimos para que un niño/a crezca feliz.
El sentido de responsabilidad se adquiere a través de la experiencia y la práctica, ya que la persona deberá tomar decisiones en conciencia, ponderando el valor de lo que se quiere conseguir y las consecuencias que puede acarrear, asumiéndolas .
El ser humano aprende a responsabilizarse, o a no hacerlo, desde la primera etapa de su vida. Las pequeñas tareas y obligaciones de la vida cotidiana tendrán que ir estando a adaptadas a la edad del niño. El sentido de la responsabilidad se pondrá en juego desde las más sencillas situaciones de la vida cotidiana y en el trato diario que el niño tenga con sus padres, sus maestros y sus iguales. En la primera infancia necesita motivaciones externas como premios, refuerzos positivos, o castigos proporcionados.
Un niño/a es autónomo y responsable sí…
• Realiza sus tareas normales sin que haya que recordárselo
en todo momento.
• Ha adquirido hábitos personales (asearse, vestirse, atarse
los zapatos, comer….) en función de la edad que tenga.
• Puede razonar lo que debe hacer.
• Presenta fuerza de voluntad en la ejecución de las tareas.
• Se plantea nuevos retos y objetivos.
• No demanda sobreprotección.
• No echa la culpa a los demás ni busca excusas
sistemáticamente.
• Es capaz de elegir entre diferentes alternativas.
• Puede jugar, hacer sus deberes y estudiar a solas sin
problemas.
• Puede tomar decisiones distintas de las que otros toman en
el grupo en que se mueve (amigos, pandilla, familia, etc.), que sean para él o
ella adecuadas, aunque sean diferentes de la opinión de los demás.
• Respeta y reconoce los límites establecidos por los
padres, aunque en ocasiones pueda discutirlas o incluso llegar a una
negociación (de acuerdo con la edad del hijo/a)
• Puede concentrar su atención en tareas complicadas
(dependiendo de su edad) durante cierto tiempo, sin llegar a situaciones de
frustración y abandono.
• Lleva a cabo lo que dice y en lo que se compromete.
• Reconoce sus errores sin necesidad de complicadas
justificaciones.
• Se conoce a sí mismo
• Intenta conquistar y mantener un equilibrio emocional