El
proceso de adicción
El proceso de adicción
La palabra adicción
proviene del latín addicere, que significa condenar. Una persona adicta
se encuentra de alguna manera condenada a una serie de condiciones de
servilismo involuntarias, obligada a cumplir las exigencias de su dependencia.
El proceso
por el que una persona desarrolla una adicción es complejo, multideterminado y
variable. Se inicia con
pequeños consumos que favorecen la compulsión de seguir consumiendo (efecto
priming) y la aparición de una necesidad imperiosa de consumo o craving. Cuando
este abuso, se hace crónico, se produce en el cerebro una neuroadaptación que
produce los efectos de tolerancia y abstinencia.
En este vídeo
podemos ver de manera simbólica como se desarrolla un proceso de adicción y
algunas de sus consecuencias:
• Uso,
abuso y dependencia
El proceso de
adicción se caracteriza por tres frases: uso, abuso y dependencia. Por uso
se entiende aquella fase en la que no hay consecuencias negativas para la
persona o ésta no las aprecia (ej. consumos esporádicos). En la fase de abuso,
el consumo es de manera continuada a pesar de las consecuencias
negativas. Y la dependencia surge cuando el consumo es excesivo
teniendo implicaciones negativas para la persona durante un largo período
de tiempo, tanto de manera continua, como intermitente o solo los fines de
semana.
Por lo tanto,
la conducta adictiva no se manifiesta de golpe, sino que ésta reviste un
proceso formado por una lógica interna de encadenaciones y aproximaciones, que
conlleva con el paso del tiempo un abandono existencial de la persona, la cual,
en sus inicios niega que la sustancia o
actividad constituye un problema que no puede controlar y que las consecuencias
o efectos derivados de ella, guarden alguna relación. La
línea entre el abuso y la adicción es muy corta, y en ocasiones inadvertida.
En un primer
lugar, se suele buscar la vivencia de una nueva experiencia o la búsqueda de
nuevas sensaciones para compartir con otros. Cuando ya se conocen los efectos,
se intenta llegar a conseguir alguno en especial, pudiendo incluso utilizar el
consumo de sustancias para el afrontamiento de situaciones que de otra manera
la persona se ve sin recursos, generando cada vez un mayor nivel de
dependencia.
Una
característica común en las conductas adictivas, es la pérdida de control.
La persona que presenta una adicción no tiene control sobre esa conducta,
produciéndole dependencia, síndrome de abstinencia, tolerancia y consecuencias
negativas en su vida, que puede que le lleven a buscar tratamiento o incluso, le
fuercen a buscarlo.
El mayor
problema de la adicción no son solo los efectos a corto plazo, sino aquellos
que se producen a medio y largo plazo.
La
adicción tiene consecuencias físicas, psicológicas y sociales
• Neurobiología
de la adicción
–Circuito de
Recompensa y neurotransmisores
El circuito
de recompensa o circuito del placer, desempeña un papel clave en el
desarrollo del proceso de dependencia a una sustancia, tanto en el inicio,
como en el mantenimiento y recaída. El circuito de recompensa se compone de la
vía mesolímbica y la vía mesocortical, los núcleos de Rafe y la amígadala. Es
un sistema primitivo básico para la supervivencia, ya que de él dependen varias
actividades placenteras como la reproducción, la alimentación, etc. Su fin último
consiste en perpetuar las conductas que al sujeto le produzcan placer.
Siendo una vía común de reforzadores, tanto naturales como artificiales
(Damasio, 1994; Verdejo y Bechara, 2009).
El consumo de sustancias
incrementa la dopamina, el neurotransmisor básico de este circuito,
apareciendo amplificado el efecto hedónico. Siendo esta sensación placentera la
que hace que la persona vuelva a consumir.
Un estímulo
placentero, supone la liberación de dopamina. Por lo que el consumo de
sustancias supone un incremento de este neurotransmisor, el cual, produce una
intensificación del placer. Pero el consumo crónico, no produce una mayor
cantidad de dopamina, sino alteraciones en los receptores de este
neurotransmisor. Esto se manifiesta en la tolerancia, la necesidad de dosis
cada vez mayores para intentar alcanzar un mismo efecto. Proceso que tiene como
consecuencia el aumento del consumo para mantener constante el grado de
estimulación.
Además,
encontramos otros neurotransmisores involucrados como la serotonina, los
opiáceos, el GABA y la noradrenalina, que actúan regulando diversas estructuras
del circuito de recompensa.
Y la
participación, de los sistemas hormonales, en concreto el eje
hipotálamo-hipofisis-adrenal (HHA), que facilitaría el mantenimiento de la
adicción, deteriorando el estado físico e inmunológico.
Las adicciones
pueden ser una salida equivocada a la necesidad de buscar placer y anestesiar
de esta manera el dolor, de olvidar las frustraciones de la vida, evadirse o
negar los conflictos internos y/o
alterar la conciencia para escapar y huir de la angustia existencial. Por lo
tanto,
TODA ADICCIÓN IMPLICA LA HUIDA DE UNO MISMO. Huida provocada por la vivencia de una existencia vacía
de sentido.
Bibliografía
utilizada:
-Becoña, E.
(2008). Drogodependencias. En A. Belloch, B. Sandín y F. Ramos (Eds.), Manual
de psicopatología,
edición
revisada, vol. 1 (pp. 375-402). Madrid: McGraw-Hill.
-Bobes, J.,
Casas, M. y Gutiérrez, M. (Eds.) (2011). Manual de trastornos adictivos.
Madrid: Adamed.
-Fernández, E.
(2002). Bases neurobiológicas de la drogadicción. Revista de Neurología, 34,
659-664.
-Tirapu, J.,
Landa, N. y Lorea I. (2004). Cerebro y adicción. Una guía comprensiva.
Pamplona: Ediciones
Gobierno de
Navarra. Departamento de Salud.