jueves, enero 21, 2016

RELACIONES DESTRUCTIVAS

¿Qué es una relación destructiva?

La relación destructiva se caracteriza por la presencia constante de agresión emocional, psicológica y física que conlleva el menosprecio de la persona afectada.
El componente principal en la relación destructiva es la agresividad y esta queda evidente a través de:

Agresión Física:
· Empujones
· Forcejeos
· Apretones
· Golpizas brutales
· Supuestas caricias fuertes con mala intención (nalgadas por ejemplo)
Agresión Emocional:
· Insultos
· Infidelidad
· Burla y/o sarcasmo
· Control físico
· Control económico
Agresión Psicológica:
· Descalificación de lo que hace la persona. (Menosprecio)
· Crítica sobre su aspecto
· Critica sobre su familia
· Desprecio de sus actividades
· Malos comentarios ante otras personas
· Gestos y actitudes de descalificación.

Al ver que son tantos los factores que están presentes en las relaciones destructivas, podemos decir, que casi siempre se presentan una combinación de los mencionados o algunos otros factores que en este artículo no mencionamos. Pero siempre aparece la pregunta siguiente:

¿Por qué razones se permanece en una relación destructiva y se permite el maltrato?

Muchas personas permanecen en relaciones destructivas, ya que desde pequeños en las familias se ha visto repetidamente el abuso, y en virtud de que los hogares disfuncionales siempre presentan estos patrones y las personas que son educadas en estas familias, llegan a ver como “normal" o como parte de la vida el abuso. Quiere decir que ya están acostumbrados a este patrón y por lo tanto es un ejemplo para seguir en la vida o imitar aun de manera inconsciente.

Estas personas no han podido cubrir sus necesidades más básicas desde el punto de vista emocional puesto que sus padres, los seres que deberían darles protección, respeto y cariño han estado ausentes física o emocionalmente, y en muchas ocasiones incluso dando la violencia y mal trato.

Estos comportamientos son más agudos en las mujeres porque así es la enseñanza. A la mujer se le educa para hacerse responsables por sus relaciones de pareja, lo que significa en muchos casos aguantar lo que sea, hasta abusos físicos en lugar de liberarse de ese sentimiento de culpa y reconocer que no deben conformarse y aspirar a relaciones sanas y mejores, es la famosa metáfora de “cargar con la cruz de su parroquia”.

Una razón más para estar en este tipo de relaciones, es porque hay personas con baja o ausencia de autoestima. Este tipo de personas consideran que no merecen la felicidad, ya que no tienen valor alguno para poder encontrar una persona que en realidad las valore y las quiera, ya que, ni siquiera ellas mismas se quieren y valoran y tienden a pensar que el valor como persona depende de la pareja o los hijos. Generalmente son personas que les aterra la soledad o el abandono, consideran que es necesario aguantar cualquier cosa para no terminar una relación, así sean engaños, infidelidades, maltratos, menos precios, etc.
Las relaciones destructivas generan patrones de dependencia muy parecidos a las adicciones y eso hace todavía más difícil el manejo de la salud física, emocional y psicológica de la pareja. Ya que a pesar de que la persona se da cuenta que está mal no logra dejar la relación y siempre encuentra una justificación, aunque sea absurda, para seguir en la relación o para quererla mantener.

En relaciones destructivas, el agresor tiene cambios de comportamiento. Es decir, hay momentos en que se arrepiente de sus acciones, ofrece disculpas y se muestra afectuoso, haciéndole creer a su pareja que todo puede cambiar. El sumiso de la relación o dependiente de la misma no ve o no quiere ver la realidad de la situación y se aferra a esos momentos de esperanzas del supuesto cambio y sigue aguantando abusos. La realidad es que la mayoría de las veces el agresor no cambia y continúa en este círculo agresivo.

El círculo de agresión sigue tiene una serie de fases. Es frecuente que el primer ataque aparezca como un hecho aislado. Pero, en muchos casos, se desarrolla el ciclo de la violencia descrito por Leonore Walker psicóloga norteamericana, la cual lo describió en tres fases:

  • Acumulación de tensión: enojo, discusiones, acusaciones, mal decir.
  • Explosión de la violencia: pegar, cachetear, patear, herir, abuso sexual, abuso verbal y puede llegar hasta el homicidio.
  • Período de calma: que también se le dice de luna de miel o de reconciliación, el agresor niega la violencia, se justifica en el otro, pone pretextos, se disculpa o promete que no va a volver a suceder.

Lo más peligroso es que este ciclo se repite y con mayor intensidad cada vez.

En las relaciones donde hay constantes abusos e insultos se llega fácilmente a la violencia física y se pierde el respeto hacia la otra persona ya sea la pareja, hermano, el padre etc. la mayoría de ellos permanecen callados, no denuncian y lo más lamentable es que se convierten en adictos de este tipo de relaciones ya que van tomando como natural la violencia en su vida cotidiana y no logran ver el límite de cuando una relación deja de ser edificante y pasa a ser destructiva.

En estas relaciones se dan factores de forma inconsciente, ya que se tiene la fantasía de que vamos a hacer cambiar a la otra persona pues esta persona casi siempre representa una figura importante de nuestra niñez la cual nos dañó de alguna forma y como los seres humanos siempre buscamos el reconocimiento del otro, buscamos nuestra valía a través de nuestros padres o figuras de autoridad y queda instalada esta necesidad de reconocimiento y esta necesidad fácilmente se traslada a la pareja.

Es importante mencionar que estas relaciones se inician con una expectativa inconsciente, de tal forma en que casi sin darnos cuenta nos involucramos en relaciones que nos destruyen, relaciones donde hay humillaciones, rechazo, devaluaciones, manipulación, quizá violencia sexual (que nos obligan a tener sexo) y si nuestra autoestima no está fuerte y sana se puede llegar a la violencia verbal y física.

La mayoría de estas relaciones destructivas pueden empezar siendo muy seductoras, la pareja nos hace sentir personas seguras, protegidas y pasado el tiempo empieza a tornarse posesiva, controladoras, celosas y manipuladoras.

Casi siempre pensamos que es porque nos quieren mucho y que nosotros provocamos el enojo, empezamos a ceder ante los requerimientos de la pareja y ya cuando nos damos cuenta estamos en medio de un verdadero conflicto.

Si en este momento no nos detenemos y pedimos ayuda o nos negamos a recibirla pasamos a otra etapa donde se empieza a instalar la manipulación, la culpa, el miedo, entre otras emociones destructivas que van minando nuestra personalidad y se instala la personalidad del agresor que en apariencia se le puede llamar “el más fuerte” y en realidad es “el más débil” ya que solo una persona cobarde (lleno de miedo) se atreve a destruir.

Las personas atrapadas en relaciones destructivas tienen muchas posibilidades de liberarse del maltrato (maltratador) y comenzar nuevamente sus vidas en condiciones dignas y saludables (solas o con otras personas), con felicidad, tranquilidad y cariño, como todo ser humano lo desea.

Los pasos a seguir para liberarse son:


1.   Reconocer que viven en una relación destructiva.

2.   Habla con la familia o amigos de lo que está pasando, para romper el anonimato de la violencia.

3.   Reconocer que la culpa de lo que está pasando es de los dos, y en mayor medida del violento, para hacer conciencia de que mereces vivir mejor. 

4.   Busca inmediatamente ayuda de un especialista, ya que es muy necesaria la ayuda y orientación tanto psicológica como legal.

El día de hoy puedes estar viviendo una relación de abuso, pero en el mañana puedes vivir bien.

¡NO ESPERES MAS, ACTUA YA!



Jaime Martínez.
Terapeuta de pareja